En 2015, desde la UCR, decidimos impulsar la construcción de una coalición de partidos de centro con el Pro, la CC-ARI y otros para evitar que se concretara la amenaza institucional del “vamos por todo”, expresada por la presidente electa en las elecciones de 2011 cuando obtuvo una ventaja de 40 puntos sobre el segundo debido a la fragmentación opositora.
La coalición, denominada entonces Cambiemos, debutó ganado las elecciones presidenciales de 2015 en balotaje, habiendo salido segundos en la elección general. El ejercicio de esa responsabilidad, por voluntad popular, recayó en la figura del Presidente Mauricio Macri quién condujo los destinos del País con los resultados que son conocidos.
La gestión de ese gobierno se desarrolló sobre una concepción política de coalición parlamentaria, sin quorum propio en Diputados y minoría en el Senado, muy exitosa a juzgar por los resultados de sanción de las Leyes que necesitó el Ejecutivo para la implementación de sus políticas fundamentales, y un ejercicio del poder ejecutivo de exclusividad, si bien hubo participación de algunos funcionarios de nuestro partido, entre los que me encontré.
En 2019 acompañamos la intención de reelección del Presidente en ejercicio y la sociedad decidió consagrar, en primera vuelta, al peronismo para gobernar nuevamente hasta este año. Durante estos cuatro años ejercimos conjuntamente la oposición y exhortamos a la institucionalización política de la coalición que integramos.
Se trabajó, mucho y bien a mi entender, desde las fundaciones de los partidos nacionales miembros en la confección de un programa de gobierno para presentar ante la sociedad como alternativa al desastroso gobierno peronista que termina su mandato el 10 de diciembre. Con ese programa competimos democráticamente para definir, con la participación de la ciudadanía, quienes nos representarían en todos los cargos Nacionales en las elecciones PASO, las que consagraron la formula de Patricia Bullrich y Luis Petri, junto a las listas de legisladores Nacionales electos, para competir en la elección General del 22 de Octubre. En esta, nuestra coalición obtuvo menor porcentaje de votos del que habíamos concitado en las elecciones primarias, haciéndonos caer al tercer lugar y dejarnos fuera del balotaje.
Hasta ahí, más allá de la sorpresa desagradable, fuimos una coalición política, programática y de centro.
Al otro día de la derrota el ex presidente, junto a la formula perdidosa, decidieron hacer un acuerdo individual con el candidato, hoy presidente electo, Javier Milei. Esta decisión de facto, por fuera del reglamento que nos habíamos dado para los procesos de decisión política y contradictoria con nuestras ideas, valores y propuestas comprometidas a la ciudadanía, produjo un daño político irreparable a Juntos por el Cambio.
Ante esta situación la UCR deberá definir su accionar político-partidario de cara al futuro, enmarcado en las responsabilidades de gobierno confiadas en cinco provincias, más de 400 Municipios y la representación legislativa de oposición en el ámbito Nacional.
Me voy a permitir proponer algunas sugerencias de rumbo político partidario para desarrollar esa tarea, destacando que la fragmentación y el aislacionismo político partidario en el rol opositor favorece la implementación de modelos populistas y/o antirrepublicanos, como también disminuye las chances de construir alternativa de gobierno para 2027, por lo que confío que debemos “construir una nueva coalición de centro”, basada en los principios liminares de Democracia Liberal, Republica, Federalismo, Solidaridad y Rendición de Cuentas que coincida con el objetivo de Progreso con Igualdad de Oportunidades.
Para hacerlo posible debemos comprometernos con el rol opositor que se nos ha confiado, basado en el programa que llevamos a las elecciones Nacionales y constituye nuestra base de legitimidad de origen. Junto a esto debemos reconstruir la opción de centro con otros partidos políticos de oposición que confluyan en base a esas ideas.
El rol de la próxima conducción de Comité Nacional, que deberá elegirse ante de la finalización del mandato de las actuales autoridades, será determinante para este desafío de reconstrucción por lo que me permito proponer:
Deberá ser una conducción que tenga dedicación plena y logre amalgamar las capacidades y representaciones políticas de todos los espacios del Radicalismo.
Deberá incorporar, con voz y voto, en sus decisiones a los gobernadores Radicales, incluso propongo que se reforme la carta orgánica para que esta incorporación sea definitiva en su texto.
La próxima conducción partidaria debe conocer, escuchar y atender las diferentes circunstancias y particularidades de los Radicalismos de todos los distritos del país y coadyuvar en el fortalecimiento y búsqueda de soluciones de nuestros gobiernos Provinciales y Municipales.
Será indispensable que la nueva conducción partidaria desempeñe de manera concurrente con los Bloques Parlamentarios Nacionales del Radicalismo, y la nueva coalición opositora a integrar frente al gobierno electo, la definición de la agenda nacional de la política cotidiana.
Debemos potenciar la tarea formativa y de elaboración de estudios y propuestas de nuestra Fundación Alem, como soporte de asistencia técnica a los Bloques Parlamentarios, los Gobiernos Provinciales y Municipales que lo soliciten, y nuestras instituciones partidarias Nacionales y de Distrito, dado que ha demostrado su enjundia, eficiencia y eficacia en el desempeño de la formación técnico-política de los cuadros partidarios, y de cualquier ciudadano Argentino que desee hacerlo, junto a la realización de estudios técnicos de coyuntura, mediano y largo plazo que constituyen nuestros fundamentos programáticos.
La realidad de la hora nos indica que no disponemos de liderazgos Nacionales excluyentes por lo que debemos enfrentar este desafío con la mayor predisposición a encontrar los acuerdos más amplios posibles, basados en coincidencias de políticas partidarias que tengan presente las diferentes realidades realidades de los Radicalismos Provinciales, los que Gobiernan Provincias y Municipios junto a los que ejercen rol de oposición.
La UCR es un partido Nacional y Federal que practica la Institucionalidad, hacia adentro y hacia afuera. Como expresa nuestra Profesión de Fe Doctrinaria: “…. el Radicalismo es la corriente orgánica y social de lo popular, del federalismo y de la libertad, apegada al suelo e intérprete de nuestra autenticidad emocional y humana, reivindicatoria de las bases morales de la nacionalidad; es el pueblo mismo en su gesta para constituirse como Nación dueña de su patrimonio y de su espíritu…”
En estos tiempos de insatisfacción social e incertidumbre de futuro generalizadas, los desafíos de nuestra próxima conducción son una tarea ímproba y debemos dedicarle nuestro mayor esfuerzo a tiempo completo, excusando aquellos hombres y mujeres que están responsabilizados de funciones ejecutivas.
Soy optimista que si cumplimos estos lineamientos políticos con vocación integradora, modernización partidaria y participación Federal el Radicalismo seguirá siendo participe de las acciones de transformación reparadora de progreso, libertad e igualdad de oportunidades. Adelante Radicales.