Construyendo el presente: la importancia de una sociedad verdaderamente independiente para los desafíos actuales

Argentina necesita que las personas sean sujetos de derechos y no objetos de protección

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Tres ejes para el desarrollo
Tres ejes para el desarrollo del país: humanitario en las necesidades, desarrollo y paz (EFE/Roberto Escobar)

El mundo actualmente padece diversas crisis, el deterioro de las democracias, el crimen organizado, las guerras, y el descuido del medio ambiente están generando graves conflictos sociales, desplazamientos internos y hacia otros países, así como una profundización de las brechas, necesidades humanitarias y de derechos humanos.

Es fundamental que todas las personas disfruten plenamente de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, no se trata de derechos a medias. Las vulnerabilidades generales, las necesidades no cubiertas y la mala gestión del riesgo, incluida la violencia, debilitan las democracias y atentan severamente contra el desarrollo y la paz. La democracia no es solo votar; si fuera así, no existirían las dictaduras electoralistas, como los casos relativamente recientes en la región: Venezuela y Nicaragua.

La cuestión fundamental de la verdadera libertad es una buena pregunta para los gobiernos, resaltando la posible contradicción entre la afirmación teórica de libertad y la realidad práctica. La importancia de la alimentación como un componente esencial de la libertad destaca cómo los gobiernos populistas o paternalistas pueden limitar la autonomía al no garantizar condiciones libres para que las personas satisfagan sus necesidades básicas. La pobreza puede ser una herramienta de control social y se presenta como una preocupación significativa, especialmente cuando se emplea como política gubernamental y como instrumento de extorsión. El impacto de la mala alimentación en las familias no es solo físico, también es emocional y evolutivo, ejemplificado trágicamente por la situación en Venezuela, donde estudios sugieren la aparición de una generación perdida debido a la inadecuada alimentación durante la etapa crucial del desarrollo cognitivo.

Ahora, si hablamos de desarrollo - pero de la población - se podría pensar que, en el futuro los niños mal alimentados estarán en desventaja frente a los otros, pero el daño no termina ahí. Quienes pudieron alimentarse adecuadamente en sus primeros años de vida tendrán frente a ellos a otras personas que, al ser técnicamente menos competitivas, el desafío será menor y, por lo tanto, el atraso es para todos. No hay desarrollo sin desafíos, competitividad e igualdad de oportunidades, y esto no es culpa de quienes pudieron alimentarse mejor, es el resultado de las decisiones de gobiernos.

Definitivamente, la vía de la violencia a través de las armas no es la única utilizada actualmente para que gobiernos democráticamente elegidos se perpetúen en el poder. También lo es derribar las capacidades ya instaladas en un país en cuanto a lo sanitario, educativo, económico, etc., como forma de dominación. En definitiva, en los diferentes casos, parece que para ellos el fin justifica los medios para lograrlo.

En el índice global de democracia publicado el año pasado, se describe que solo 24 países del mundo han sido calificados como “democracias plenas”. Argentina se encuentra en el rango de países con “democracias deficientes”. Frente a esto, sería temerario decir que la culpa es de la democracia; al contrario, la democracia es indudablemente el mejor sistema diseñado hasta el momento. Los problemas tienen que ver más con las decisiones que causen daños a la población, incluyendo daños deliberados, la instrumentalización de los derechos humanos y, por supuesto, la corrupción.

El rol de la sociedad y la paz

Argentina necesita mejores contrapesos ciudadanos que sean autónomos, para poner límites, cuestionar y desafiar a las distintas formas de imposición y abuso, en las cuales es posible utilizar el poder para dominar o afectar la vida de las personas. En un país donde desde hace años, fuerzas políticas siendo gobierno han enfocado considerables esfuerzos en la anulación del otro, considerándolo su adversario bien sea de otra fuerza política u otro poder del Estado.

Argentina y otros países de la región también necesitan sentirse a nivel social, personal y ambiental, en un estado de equilibrio y estabilidad. No padecer más los dolores de cabeza producto de una paz artificial, que las personas sean sujetos de derechos y no objetos de protección haciéndose uso del asistencialismo con fines electorales. Debemos procurar una sociedad en la que el soporte para mejorarla tenga tres patas fundamentales: lo humanitario en las necesidades, el desarrollo y la paz, todo esto sin la instrumentalización de ninguno de ellos, y solo así tendremos de manera transversal el disfrute de los derechos humanos en un espacio cívico propicio.

La complejidad de los problemas políticos y sociales actuales demanda acciones que habiliten y produzcan los cambios necesarios. Para ello, es fundamental emprender un camino diferente, con acciones desde una sociedad civil vigorosa, diversa e independiente, en la que nos podamos percibir como trascendentes agentes de cambio y convertir la esfera pública en un instrumento de respuesta a las necesidades del país. De esta manera, abriremos paso a los cambios de los modelos económicos, sociales y políticos, al debate con los sectores nacionales e internacionales y sus contribuciones al desarrollo y la paz.

Pancartas enarboladas en una manifestación
Pancartas enarboladas en una manifestación realizada en Plaza de Mayo (Reuters)

La sociedad demanda urgentemente educación, ya que las formas de violencias son cada vez más diversas, incluyendo la estructural e institucional. La violencia se ha hecho difusa o naturalizada en la sociedad, por lo tanto, es fundamental el reconocimiento y la comprensión de sus principales causas para librarnos de ella. Debemos contribuir a la formación de sujetos para una masa crítica, abriendo espacios que se encaminen hacia la cohesión social, el reconocimiento del otro, el debate político y, de forma acumulativa, continuar en la búsqueda del bienestar en el desarrollo y la paz.

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