El día menos pensado

No ha sido la primera vez en nuestra historia que ganó el candidato inesperado. Ocurrió en 1916 con Hipólito Yrigoyen y en 1946 con Juan Domingo Perón

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Javier Milei - Europa Press/Contacto/Mariana
Javier Milei - Europa Press/Contacto/Mariana Nedelcu

El triunfo de Milei es una epopeya gloriosa ocurrida el día menos pensado. La Argentina políticamente correcta adobada por la inmensa mayoría de las instituciones tradicionales, de la banca, el comercio, el agro (la Sociedad Rural Argentina que se enfrentó al peronismo por la 125 dio su apoyo a Massa), la industria, los gremios, las organizaciones sociales, la prensa nacional y extranjera, las universidades, los intelectuales, el periodismo vernáculo, los que saben decir y pueden expresarse, los Académicos, los profesores de las universidades, la Iglesia argentina y curas que hablaban inciertamente en nombre del Papa, y de cuanto pensador se precie de un cierto equilibrio emocional e intelectual se encuentran hoy turulos luego del tremendo cross de derecha recibido por un hombre que solo hace dos años emergió al mundo de la política.

¡Qué mal debe estar el país para que estas cosas ocurran! No ha sido la primera vez en nuestra historia que ganó el candidato menos pensado y menos deseado. Ocurrió en 1916 con Hipólito Yrigoyen y en 1946 con Juan Domingo Perón. En este último caso, para enfrentarlo se constituyó una alianza de izquierda que era la Unión Democrática, la que acusaba a Perón de nazi-fascista, por tanto un extremista de derecha. La rareza actual es que el símil de aquella alianza hoy lo constituyó el peronismo como eje, advirtiendo sobre el horror de la extrema derecha liberal y contó, para semejante desatino, con el apoyo de todas las organizaciones empresariales, como en el 46. Lo que revela que la historia aprendida de memoria y repetida como loros barranqueros no sirve para nada.

La importancia del triunfo

Varios son los puntos a señalar. El primero es el profundo cambio cultural que este resultado promete. ¡Ha triunfado la derecha! Una derecha institucionalista, republicana, popular, si uno observa la procedencia del voto, al que hay que adicionarle dos componentes ideológicos que hacía mucho tiempo no marchaban juntos, se trata de una derecha liberal con tintes conservadores.

No se ocupa este artículo de las consecuencias políticas que sobrevendrán. Será motivo de otra nota. Esta derecha constitucionalista, republicana y popular ha tenido antecesores, Roca y Perón, ambos envueltos en la estructura filosófica del pensamiento de Alberdi, en lo que hace al liberalismo historicista, en el cual fundaron su accionar político los dos militares nombrados. Ya desarrollado por el autor de esta nota en varios artículos y libros editados.

Milei hace de Alberdi su mentor ideológico. Y no es menor el argumento puesto que en el siglo XIX el liberalismo no era una corriente ideológica unívoca, marchaban diferenciados el iluminismo y el historicismo. Siendo el primero el magma ideológico del liberalismo porteño y el segundo del liberalismo provinciano.

Otro punto fundamental de este triunfo es que reveló la estupidez de Massa y de infinidad de políticos y periodistas acerca del valor del discurso sobre la unidad nacional, vendida como argumento estrafalario propio de salita de cuatro y de la ronda catonga de salita de tres. Si alguien ama la democracia debe defender las diferencias ya lo dijo luminosamente Carlos Pellegrini cuando en 1904 un grupo de notables de todos los partidos políticos de aquellos años establecieron la “unidad nacional” con la fórmula presidencial de Quintana y Figueroa Alcorta, en la oportunidad señaló: “Estamos en los últimos días de la lucha, digo mal, estamos en los últimos días y no hay lucha. En la República Argentina hay silencio…Ya no hay en la República ni principios, ni pasiones, ni entusiasmo ni categorías y los partidos populares renuncian a la vana tarea de conmover la inmensa masa adormecida o asfixiada.”

Interesante reflexión que se pone a tono con el debate desatado por Milei. La democracia es discusión, debate y confrontación, cualquier mecanismo que lo anule, la pone en riesgo. Para finalizar, por ahora, otro logro extraordinario de Milei ha sido demostrar que al kirchnerismo era imposible vencerlo desde adentro como indiscretamente lo mandaba decir Massa, según declaraciones de la señora Graciela Camaño, el kirchnerismo debía caer por escándalo como ha ocurrido en esta elección. La deshonestidad de Massa con el kirchnerismo, de haber sido elegido Presidente, hubiera determinado costos políticos mayores que el que tuvo Alberto Fernández con Cristina Kirchner. Para un enemigo o adversario político existen reglas de convivencia propias del ejercicio de la política. Para un traidor no hay códigos.

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