Con vida los llevaron, con vida los queremos

La ausencia de los cuerpos, aquí, en Israel, en Palestina o cualquier otro lugar, sigue imponiendo el clamor y la movilización

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Terroristas de Hamas
Terroristas de Hamas

Hamas no es Palestina. Y menos su pueblo. Hamas es una usina de terror. Igual que lo fue la Dictadura. Que no es Argentina y menos su pueblo.

Pedirle al gobierno de Israel que respete las reglas de la guerra y exigirle vehementemente que no lastime a los civiles palestinos, es indispensable. ¿Pero qué nos detiene a la hora de exigir con la misma vehemencia a Hamas que devuelva a los civiles secuestrados y desaparecidos?

La escritora Mariana Enriquez contó en una entrevista que en 1983 ella tenía nueve años y que los primeros textos de terror que leyó fueron las notas periodísticas que se publicaban sobre desapariciones, niños apropiados y torturas. Ella no estaba segura de si lo que leía era realidad o ficción.

Somos un pueblo graduado con honores en el padecimiento del horror, al cual le dijimos Nunca Más. ¿Acaso ese Nunca Más no aplica a los 21 argentinos secuestrados y desaparecidos por Hamas el 7 de octubre? ¿Acaso nos hemos convertido en sommeliers del terror?

Un enorme triunfo de la lucha por los derechos humanos es que los propios hijos de genocidas reconocen los crímenes de sus padres y los condenan.

Pero respecto de estas desapariciones de pronto los defensores de los derechos humanos oponen discriminaciones y parcialidades, que no sólo revictimizan a las víctimas, sino que hieren profundamente la legitimidad de tantos años de lucha.

Dice Hernán Casciari en “Toda esta gente”, un relato que leyó el pasado 30 de octubre, en la radio, a propósito de una visita al centro clandestino de detención en Córdoba: “Vi toda la escena como no la había visto nunca. Había pasado algo simple, muy simple en esos años: las personas más necias y brutas de la época, habían mandado a torturar y a matar a los que tenían la mirada sagaz y un futuro lleno de ideas”.

La ausencia de los cuerpos, aquí, en Israel, en Palestina o cualquier otro lugar, sigue imponiendo el clamor y la movilización.

Invito a la Secretaría de Derechos Humanos a reflexionar. Si antepone “peros” es que está espejando el condenado negacionismo del “¡Por algo será!”.

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