A mediados de esta semana, el moderado socialdemócrata Pedro Sánchez, fue reelegido como jefe de Gobierno de España. En el mundo democrático, nadie duda de que se trató de una elección limpia. Sánchez salió segundo en las elecciones. Pero en el sistema parlamentario español lo que cuenta es conseguir la aprobación de la mitad más uno de los diputados. Sánchez fue elegido por 179 sobre 350. O sea, le sobraron 4. España vive una democracia plena. No hay censura previa, no hay exiliados ni presos políticos, la oposición controla los principales gobiernos regionales del país. Contra toda esa evidencia, hay una fuerte corriente que intenta instalar que Sánchez es un dictador, que ha tomado el poder de manera ilegal y que su gobierno es fraudulento.
Ese intento por invalidar la democracia representativa española tiene una relación directa con otras cosas que pasan en la Argentina alrededor del proceso electoral que definirá, hoy mismo, al próximo Presidente. En principio, la relación se establece por el rol protagónico que juegan dos personajes muy vinculados a Javier Milei. Uno es español. Se trata de Santiago Abascal, el líder del partido de ultraderecha Vox, en cuyos últimos congresos ha participado Milei ya sea de manera presencial o virtual. El otro es un periodista norteamericano llamado Tucker Carlson, quien ha viajado en estos días a España para entrevistar al líder de Vox. “Lo que ocurre aquí es lo que puede ocurrir en el resto de Occidente. La izquierda española está por tomar el poder del país de manera ilegal”, afirmó Carlson. Abascal advirtió que España podría convertirse en “la punta de lanza del narcocomunismo”. Hace unas semanas, Carlson viajó a la Argentina para realizarle una amistosa entrevista a Javier Milei.
El rol de Carlson es muy interesante para comprender este movimiento mundial que intenta debilitar a las democracias occidentales, tal cual las hemos conocido, por medio de la repetición de denuncias de fraudes que, en realidad, no existieron. Cuando Joseph Biden derrotó a Donald Trump en las elecciones de 2020, Carlson fue el principal difusor de la teoría del fraude desde la pantalla de Fox News. Esa argumentación fue fundamental para producir el asalto de personas enardecidas al Capitolio el 4 de enero del 2021. El episodio se volvió a repetir meses después, cuando Luiz Ignazio Lula Da Silva ganó en Brasil. Carlson denunció desde Estados Unidos que hubo fraude. Ese video se viralizó en Brasil. El día de la asunción de Lula una turba enloquecida tomó el palacio de Gobierno y reclamó una intervención militar en la puerta de algunos regimientos.
En la Argentina, ese movimiento tuvo un aliado. Javier Milei dijo que había motivos para sostener que en Brasil hubo fraude. Como se sabe, Milei es amigo personal de los Bolsonaro. En aquellos días de sublevación e incertidumbre, todos los gobernantes del continente respaldaron la limpieza de la elección que llevó de nuevo a Lula al Planalto. En la Argentina hubo dos dirigentes importantes que no lo hicieron: el propio Milei y la presidenta del PRO, Patricia Bullrich.
Ese movimiento internacional, tuvo un nuevo episodio en los últimos días, cuando Javier Milei denunció que las elecciones del 22 de octubre fueron fraudulentas. La denuncia de Milei fue potenciada esta semana por su hermana Karina, a quien él llama “la jefa”, cuando se presentó ante la Justicia para pedir que desplazaran a la Gendarmería del operativo electoral y calificó la elección de octubre como “un fraude colosal”.
Entre una y otra afirmación, algunas miles de personas se manifestaron dos veces para denunciar ese aparente fraude. Si esta noche ocurriera que Massa triunfa por una pequeña diferencia, todo parece dado para que la Argentina sea el nuevo escenario donde se produzcan temblores como los que sacudieron a Washington y a Brasilia.
La afirmación de Milei se produjo en la entrevista que le realizó el periodista y escritor peruano Jaime Bayly, quien había apoyado la candidatura del libertario desde Miami.
El diálogo entre Bayly y Milei se desarrolló de esta manera:
-Las elecciones de octubre 22, ¿fueron limpias Javier?
-No.
-Pero, ¿fue un fraude o hubo irregularidades?
-Hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado.
-¿Quién controla las elecciones? ¿Es independiente el poder electoral en la Argentina?
-No. Está controlado e influenciado por el poder político. Quien cuenta los votos es el que lo controla todo.
-Si el que cuenta los votos es La Cámpora y Máximo Kirchner, ¿cómo podés aceptar de buena fe un resultado?
-No lo podés aceptar. Pero, ¿qué alternativa te queda?
Las afirmaciones de Milei en ese diálogo son desmentidas por el simple hecho de que su fuerza política, La Libertad Avanza, avaló la limpieza del proceso electoral al firmar el escrutinio definitivo. La idea de que La Cámpora y Máximo Kirchner son los que cuentan los votos, que sostiene Bayly pero no desmiente Milei, es apenas una construcción fantasiosa: algo que alguien dice. En la Argentina hay presidentes de mesa, fiscales de todas las fuerzas, una participación activa de militares, gendarmes, jueces, y autoridades políticas. El sistema electoral argentino, durante 40 años, no ha recibido ninguna objeción internacional. Todos los perdedores, así fuera por cientos de votos -como ocurrió en la ciudad de La Plata hace dos semanas- aceptaron su derrota.
Pero esto no es una batalla de argumentos. Milei es admirado por cientos de miles de personas, tal vez millones, que toman al pie de la letra lo que él dice. Sus afirmaciones son reproducidas en medios virtuales y se viralizan , como se sabe, a través de miles de grupos de WhatsApp. La credibilidad del sistema electoral es la base de la legitimidad democrática. ¿Qué pensarán acerca de cómo funciona la democracia esos jóvenes libertarios que consideran casi palabra santa a lo que dice Milei? ¿Cuán lejos estarán de aquellos que asaltaron el Capitolio o tomaron por las fuerza el Palacio del Planalto?
El texto de la denuncia presentada por Karina Milei, que firmó también Santiago Viola, el otro apoderado de La Libertad Avanza, sostenía que el contenido de las urnas y de las actas correspondientes fueron alterados por Gendarmería Nacional una vez que las autoridades de mesa se las entregaron.
Textualmente:
-”En algunos ámbitos de esta ciudad, y especialmente en la provincia de Buenos Aires y el interior del país, los integrantes de cada mesa se van a su casa tras el cierre de la misma y la realización del escrutinio. Una vez que eso ocurre, las urnas van a las fuerzas de seguridad, donde aparece la Gendarmería”.
-”Durante un tiempo, el necesario, cambiar el contenido de las urnas y la documentación por otras que modifican en favor del partido gobernante y de Sergio Massa, lo cual altera considerablemente el resultado electoral”
-”En algunos casos modifican los números asentados en las actas y, en otros, cambiarían directamente el acta en cuestión por otras con firmas imitadas de aquellas que estaban en el acta original, modificando el resultado de la elección”.
-”Esto estaría realizado a cambio de alguna contraprestación por parte de los instigadores del delito a quienes realicen estas prácticas”
-”Así habría sucedido al menos en algunas mesas de la ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Misiones, Chaco y Tucumán, que son las provincias más beneficiadas por planes sociales y por el plan Potenciar Trabajo, ideado por Sergio Massa en el presupuesto 2021, Santiago del Estero, La Rioja, Jujuy, Santa Cruz, Formosa y seguramente en otras provincias.
-”Un fraude colosal cuya única forma de detección es a partir de la publicidad de todas las actas pero, fundamentalmente, a partir del control estricto por parte de las juntas electorales del traslado de las urnas”.
Una denuncia de semejante magnitud requiere pruebas contundentes. Naturalmente, la Justicia Electoral le pidió a Milei y Viola que las aportaran. La respuesta de los apoderados de La Libertad Avanza fue que no tenían ninguna información adicional.
A primera vista, todo parece un paso de comedia. No hay ninguna evidencia de fraude, el sistema funciona correctamente, los fiscales tienen habilitado por ley la posibilidad de acompañar las urnas a los largo y ancho del país. Pero, otra vez, no se trata de una discusión acerca de argumentos sino de un proceso de instalación de un estado de cosas, para que mucha gente considere que una derrota de Milei -o de Trump, o de Bolsonaro, o de la derecha en España- solo pueda ser explicada porque hubo trampa.
Entonces, si las autoridades son ilegítimas, si muchas personas piensan esto, ¿cuál sería el siguiente paso? Hasta ahora, en otros países, esas denuncias se agotaron en sí mismas. Mucha gente seguirá creyendo que Trump y Bolsonaro triunfaron en elecciones en las que fueron derrotados, o que Pedro Sanchez es un dictador. Pero eso no tiene mayor efecto en el funcionamiento de la democracia. Tal vez esta noche triunfe Javier Milei –es, efectivamente, lo más probable-, o gane Massa. Y el que lo logre asumirá sin mayores problemas el 10 de diciembre.
Mientras tanto, aquí y en el mundo, hay personas jugando con fuego.
En 1989, luego de la caída del Muro de Berlín, había motivos para justificar la algarabía que derivaba del triunfo de las democracias occidentales en el mundo.
En estos últimos tiempos, han pasado cosas que moderaron ese optimismo. Guerras, pandemias, la consolidación en el poder de líderes autoritarios en lugares tan distantes como Hungría, Venezuela, Rusia, Nicaragua o el crecimiento sensible de la ultraderecha en Europa.
El mundo se ha transformado en un lugar muy incierto.
Mucha gente está enojada y, seguramente, tiene razones serias para estarlo.
¿Por qué la Argentina sería la excepción?