Proviene del siglo XVIII a.c., del código de Hammurabi, imperante en la antigua Persia y se extendió por todo Medio Oriente y, desde allí, a todo el mundo conocido. La recogió el Viejo Testamento de la tradición Mosaica (ley de Moisés) en el libro del Éxodo, el Levítico y en el Deuteronomio.
Se basaba en el concepto de “justicia retributiva”- le infrinjo un castigo “similar” (tallos, en latín, idéntico) al delito o daño cometido. Se sintetiza en la expresión “ojo por ojo, diente por diente”.
Los romanos la fueron morigerando, inventando los códigos escritos, con castigos específicos -desde la muerte a las multas económicas, pasando por la prisión- y la civilización judeo-cristiana fue, a lo largo de los siglos, combatiendo el oscurantismo de la Edad Media, la Inquisición, los dogmas religiosos extremos y enterrando la venganza como método de impartir justicia.
Lo que vemos hoy en Israel-Gaza es la irrupción de un fanatismo que se espiraliza sin limites y que sale de los limites establecidos por grandes dirigentes y partidos políticos israelíes y palestinos: de un lado, Rabin y Peres, con los partidos Likud y laborista, y del otro , Arafat y Al Fatah. Estos líderes combinaban la lucha y la negociación, con códigos que no eran exactamente los mismos, pero que tenían un objetivo común: la convivencia entre dos Estados, uno israelí y el otro palestino. La muerte de estos lideres dejó huérfanos a ambos pueblos, que no pudieron regenerar conducciones a la altura de semejante objetivo.
Los extremos se hicieron cargo y las divisiones, con preponderancia de los grupos mas radicales -Hamas y Herzbolah- de un lado y Benjamín Netayahu del otro, con ideologías de exclusión total del otro.
Hoy, tenemos lo que está a la vista, se ha desatado con extrema crueldad la ley del Talión que sólo lleva al incremento de la violencia y la muerte de ambos lados.
Sólo un gesto de Hamas puede parar esta vorágine: que Hamas suspenda el lanzamiento de sus misiles y libere a los secuestrados. Solo así Israel podrá avanzar en un cese del fuego y podrá la diplomacia sustituir a los cañones.
Las naciones, árabes y no árabes, como Rusia y China, deben presionar a Hamas y a Irán para que hagan lo que corresponde. Ellos tienen los instrumentos políticos, financieros y militares para que estas decisiones sean adoptadas. Los EEUU y la Unión Europea podrán hacer lo propio con Israel, sólo si esto ocurre.
De no obrar por este camino, veremos un derramamiento de sangre creciente y las consecuencias futuras serán incalculables.
Ya lo acontecido es suficientemente trágico como para seguir presenciando impávidos semejante horror.
La paz esta mas lejos que nunca, pero es un objetivo irrenunciable.