¿Está la “generación de cristal” liderando un cambio político en la Argentina?

Vemos a muchos referentes de esa generación que empiezan por primera vez a mostrar diferencias públicas y aparecen grietas en donde supuestamente antes había una linealidad

Generación Z (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace unos meses se puso de moda un video de TikTok de un tipo de unos cuarenta años que imitaba a las distintas generaciones frente a golpearse el hombro contra el marco de una puerta, ¿se acuerdan? Se pasaba desde el boomer que era un macho alfa hasta la “GenZ” que exageraba el dolor hasta casi llorar.

Si hay algo que se traslada de generación en generación como un mantra imposible de modificar es mirar a los que nos siguen como más débiles, más llorones, más quejosos y más un montón de cosas que hacen suponer que “las generaciones vienen cada vez peores”. Por supuesto que no es algo general, dirán, pero no van a negar que es una generalidad bastante instalada.

En ese camino ya hace varios años que se llama a la GenZ como “generación de cristal”. El término lo inventó la filósofa española Montserrat Nebrera para identificar a los hijos de la Generación X que tuvieron bastantes carencias y en cambio sus hijos, nacido en la época de la crianza respetuosa, son relacionados al cristal debido a la fragilidad emocional que los caracteriza y se ve en cosas como:

  • Poca tolerancia ante la crítica y la frustración.
  • Fragilidad de carácter gracias a la sobreprotección.
  • Inseguridades.
  • Inestabilidad emocional y baja tolerancia a la frustración.
  • Baja autoestima.
Esa misma generación es la que hoy en la Argentina está liderando y reivindicando un cambio político más conservador que justamente va en contra de todos esos valores supuestamente homogéneos

La jerga popular no se diferencia mucho de eso, se les critica el poco compromiso con sus trabajos, con sus vínculos afectivos, su hipersensibilidad, su progresismo casi extremo algo que Caroline Fourest llamó “generación ofendida”. Hasta hace nada, días, semanas, la Generación Z estaba exclusivamente asociada a un movimiento que parecía muy lineal y que igualaba a la juventud con el lenguaje inclusivo, las causas sociales, el veganismo, el cuidado del medio ambiente, la diversidad de género y un vínculo flexible con las responsabilidades.

Hasta hoy.

Esa misma generación es la que hoy en la Argentina está liderando y reivindicando un cambio político más conservador que justamente va en contra de todos esos valores supuestamente homogéneos. No solo eso, sino que vemos a muchos referentes de esa generación que empiezan por primera vez a mostrar diferencias públicas y aparecen grietas en donde supuestamente antes había una linealidad. De repente el lenguaje inclusivo, la diversidad, el medioambiente y el veganismo son criticados y burlados ya no por los X y los boomers sino por los mismos jóvenes.

¿Y entonces?

La primera conclusión a la que podemos llegar es que las generalizaciones no son tan fáciles y que la historia no es tan lineal como para poder homogeneizar y sintetizar una generación entera en una sola frase. Quizás Montserrat Nebrera se apuró en esa definición, incluyó particularmente a hijos de la clase media o clase media alta y no previó que esa misma generación, nacida en cierta bonanza económica, iba a ser parte de una crisis económica que se está estirando muchos años y de una pandemia que nos encerró.

¿Quiénes son los más obsesionados en criticar a la GenZ y decirles “de cristal”? Los Millennials, o el fin de la X y los nacidos entre fines de los 70 y los 80, una generación nacida después de una crisis política, institucional y económica muy grande, que fue criada en el exceso de la convertibilidad que, si bien tuvo muchísimos perdedores, tuvo un relato generacional de excesos económicos, fiesta y modernización del país dominante.

Y esa generación, la que peleó por ser distinta, por vestirse de negro, usar pelo largo y masificar el rock, por salir del yugo paternal para ser libres, la que superó el 2001, la que fue señalada por la X como una generación de vagos, sucios y peligrosos por sus gustos, hoy repite la conducta. Pero no solo eso, sino que esa liberación de una crianza más rígida los transformó en padres más flexibles y quizás sean los principales responsables de la “cristalidad” a la que acusamos a nuestros hijos.

Nosotros somos los que tenemos poca capacidad de frustración y le quitamos la autoridad al colegio yendo a quejarnos después de cada pequeñez, nosotros somos los que queremos ser más amigos de nuestros hijos que padres, nosotros somos los que nos ofendemos por el lenguaje inclusivo justificándonos con la RAE, nosotros somos los que no toleramos la frustración, nosotros somos los que nos sentimos ofendidos por la música que escuchan nuestros hijos y decimos que es una basura. ¡Nosotros! Los mismos que peleábamos por escuchar a los Ramones, los que inventábamos palabras y modismos y no nos importaba la RAE, los que les decíamos viejos vinagres a los demás.

¿No deberíamos aprender que escuchar a los jóvenes no significa opinar como ellos? ¿No deberíamos ser la generación que lidere ese cambio y permita entender que una cosa es la autoridad y otra el autoritarismo?

¿No seremos nosotros entonces la verdadera “generación de cristal”?

El autor es CEO de Be Influencers y miembro de la Comisión Directiva de Interact