Massa ante una difícil aritmética electoral

Estudios cualitativos revelaron que Milei fideliza entre el 70 y el 75% de los votos de Bullrich y más de la mitad de los de Schiaretti

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Sergio Massa - Crédito: Mario Sar
Sergio Massa - Crédito: Mario Sar

Apenas una semana nos separa del balotaje presidencial que cerrará uno de los más inéditos e inciertos procesos electorales de la historia reciente y definirá quien tendrá la responsabilidad de ocupar el “sillón de Rivadavia” y conducir los destinos del país en un escenario muy complejo, no solo por la profunda y persistente crisis económica y social que atravesamos, sino también por la alta fragmentación de un sistema político que tendrá el desafío de reconfigurarse en torno a nuevos liderazgos.

En este contexto, con la mayoría de las encuestas mostrando un escenario de relativa paridad, con una leve ventaja de aproximadamente -en promedio- dos puntos porcentuales a favor del libertario, los candidatos y sus equipos encaran los últimos cinco días de campaña con la convicción de que los pequeños detalles pueden hacer grandes diferencias en un contexto en el que todo voto suma.

Los árbitros principales de esta contienda serán los más de 9 millones de electores que no votaron ni por Javier Milei ni por Sergio Massa en las elecciones generales del pasado 22 de octubre. Es decir, los 6,3 millones que votaron a Patricia Bullrich, los casi 1,8 millones que acompañaron a Juan Schiaretti, los 700 mil que se inclinaron por Myriam Bregman y los más de 500 mil que votaron en blanco. Casi 60% de esos “votos disponibles” provienen de la Provincia de Buenos Aires, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires.

Si la victoria de Massa en la primera vuelta se cimentó en la capacidad de su campaña para capturar los votos “sueltos” de las PASO (cosechó el 65% de los “votos sueltos”, fundamentalmente nuevos votantes y de fuerzas que no superaron las primarias), de cara al balotaje la tarea parece ser mucho más compleja.

Aunque en el bunker del “ministro-candidato” siguen confiando en que la performance en el Conurbano bonaerense y el norte grande, que explicó en gran medida el crecimiento del oficialismo en las generales, le permita compensar los votos que Milei podría obtener en otros distritos, en términos de pura y simple aritmética electoral el panorama no es tan auspicioso para Massa.

Es que el candidato libertario fideliza -según diversos sondeos- entre el 70 y el 75% de los votos de Bullrich, porcentaje que “blindó” su acuerdo con Mauricio Macri, y más de la mitad de los votos de un Schiaretti que en los últimos días se mostró muy lejos del candidato de UxP. Consciente de esas sumas que a priori benefician al libertario, Massa salió a buscar esos sufragios en la provincia mediterránea, donde el actual gobernador cosechó cerca de 700 mil de los casi 1,8 millones de sufragios que totalizó en todo el país. Y lo hizo, no solo de la mano del gobernador electo Martín Llaryora, esforzándose por desmarcarse del kirchnerismo y posicionándose como un potencial presidente previsible, moderado, pragmático, abierto al diálogo, y con experiencia.

Para exorcizar el “fantasma” del kirchnerismo y reforzar la imagen de un dirigente peronista de centro, con autonomía y perfil propio, sumó en los últimos días al salteño Juan Manuel Urtubey, desde hace tiempo muy crítico del kirchnerismo y del gobierno. Son todos gestos que buscan atraer a ese electorado hasta entonces esquivo. El problema para una gran parte del electorado es, aquí, la desconfianza: aunque proclame no ser kirchnerista, muchos ven con recelo su cercanía con Cristina y Máximo Kirchner.

Paralelamente, busca convocar desde lo discursivo a los gobernadores electos por la oposición, como lo hizo con Maximiliano Pullaro durante su visita a Santa Fe. Una apuesta que podría sufrir algún revés en las próximas horas: no solo Alfredo Cornejo cuestionó con dureza a Morales por su cercanía a Massa, sino que -según trascendió en algunos medios- el gobernador Valdez -cercano a Macri- evalúa un pronunciamiento más explícito por el libertario.

Además, no se resigna la apelación al “miedo” asociada a Milei y sus propuestas. Algo que, seguramente, buscará exponer durante el debate.

Sin embargo, más allá de estos esfuerzos que chocan contra una aritmética electoral más favorable al libertario, Massa dejó en la provincia mediterránea un mensaje que no pasó desapercibido: “Córdoba es importante, pero no define la elección. La definición está en la provincia de Buenos Aires”.

El tigrense sabe que su suerte depende fundamentalmente de que los intendentes del conurbano recreen una performance similar a la de las elecciones presidenciales de 2019 en las que Alberto Fernández obtuvo una ventaja de dos millones de votos que Macri no pudo descontar. Por ello, en el massismo se obsesionan con alcanzar los 12 millones de votos que obtuvo Fernández en 2019: son 2,5 millones de votos más de los que obtuvo en las generales del 22 de octubre. Algo que, en principio, solo sería posible si el nivel de participación crece desde el 77,6% de las generales, a niveles más cercanos a la elección anterior (81,3%).

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