
En menos de dos semanas, la ciudadanía argentina volverá a las urnas. Previo a eso, este domingo, tendrá lugar un nuevo debate entre los candidatos presidenciales. A lo largo de esta campaña electoral, muchos temas han tomado el centro de la agenda. Pero uno ha estado relativamente ausente: la urgencia de revertir la situación de más de 7 millones de niñas, niños y adolescentes que atraviesan sus infancias en contextos de pobreza.
Desde hace ya más de 5 años UNICEF genera informes que se ocupan específicamente de la pobreza en la niñez, tomando en cuenta sus múltiples dimensiones. Todos están basados en fuentes oficiales, son replicables y están elaborados a partir del enfoque de derechos.
Mirado sólo desde la insuficiencia de ingresos, el 57% de las niñas y niños en Argentina vive en hogares pobres, y, de ese grupo, 1 de cada 5 chicas y chicos crece en hogares que cuyos ingresos ni siquiera alcanzan para comprar la canasta básica alimentaria. Los ingresos de los hogares están sujetos a la volatilidad macroeconómica del corto plazo (subas de precios e ingresos que habitualmente quedan por detrás) que terminan impactando en la vida de millones de niñas y niños que crecen con estas limitaciones que pueden llegar a tener consecuencias serias en el largo plazo.
El 44% de las niñas y niños del país vive en un hogar que tiene al menos un miembro en el mercado de trabajo y que, a pesar de eso, es pobre. Los relativamente bajos e inestables salarios, principalmente de puestos laborales del sector informal y precario, son en buena medida los responsables de altos niveles de pobreza de los hogares. El empleo de las personas adultas es una condición necesaria para erradicar la pobreza, pero nunca del todo suficiente. No hace que el riesgo desaparezca. Y este tema es central para pensar y diseñar políticas de protección social.
La democracia cumple 40 años, casi el período completo que podemos abarcar con las mediciones de pobreza. Desde entonces hasta ahora nunca se pudo perforar el piso del 30% de chicas y chicos viviendo en la pobreza. Es necesario lograr los consensos necesarios para priorizar esta temática en la agenda pública.
Existe consenso que el crecimiento económico es el antídoto más eficaz para reducir la pobreza. Pero se necesita de un crecimiento inclusivo que promueva empleos de calidad. Esto es posible en el mediano plazo, pero la pobreza infantil requiere atención inmediata.
Por eso son importantes las políticas públicas que apunten a reducir las desigualdades que son las responsables de los altos niveles de pobreza. Desigualdades verticales que tienen que ver, por ejemplo, con brechas salariales, como así también horizontales, sensibles a normativas y políticas que promuevan mayor igualdad de género (el pago de la cuota alimentaria, por ejemplo), e integración de grupos actualmente discriminados y excluidos del reparto de las riquezas (minorías étnicas o zonas rurales). También se debe seguir fomentando una política nacional de cuidado que no sólo aumente la oferta y revierta la actual sobrecarga de trabajo sobre las mujeres, sino que se convierta en una herramienta potente de reducción de la pobreza.
Este domingo, durante el debate, tenemos una nueva oportunidad de poner en el centro de la discusión a las niñas y niños. Desde UNICEF hacemos un llamado para que los candidatos compartan la agenda para revertir esta situación.
UNICEF es el organismo de Naciones Unidas con el mandato de apoyar a los Estados en su rol de garante de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Para avanzar en este objetivo, pusimos a disposición el documento #VotaPorLaInfancia con propuestas de políticas para afrontar 10 desafíos centrales de la niñez y adolescencia en la Argentina. Como hace casi 40 años, el día después de la elección estaremos aquí para seguir trabajando por el cumplimiento de los derechos de todas las niñas y niños.
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