Joseph Ratzinger: sin la base de un sistema ético no hay democracia

La democracia no se define en cuanto al contenido de bien y de justicia sino de manera puramente formal: es un mecanismo de elección y votación

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Joseph Ratzinger -REUTERS/Max Rossi/File Photo
Joseph Ratzinger -REUTERS/Max Rossi/File Photo

“El gobernador (Pilato) deja de preguntar por la verdad y entiende el poder como puro poder. Al querer legitimarse a sí mismo, dio su apoyo al asesinato legal de Jesús” (H. Schlier, Die Zeit der Kirche, Friburgo 1958 ).

“El gobierno carente de moral se degrada a una banda de malhechores” (San Agustín)

Haremos una apretada síntesis y algún comentario sobre la Nueva Democracia siguiendo las enseñanzas de los dos últimos pontífices.

“La democracia aparece hoy -afirma J. Ratzinger- como el único sistema de gobierno adecuado: consigue la distribución y el control del poder y ofrece la más alta garantía contra la arbitrariedad y la opresión, y el mejor aval de la libertad individual y el respeto a los derechos humanos” (Papa Benedicto XVI en su obra Liberar la Libertad Fe y Política en el Tercer Milenio con Prefacio del Papa Francisco). Y el Papa Francisco nos llama a “cuidar el tesoro de la democracia” (infobae, 15/1/22).

¿Cuál es el bien que legitima a los representantes del pueblo que conforman el gobierno?

“El bien es la participación de todos en el poder (que es expresión de libertad)” (aut. cit. op. cit. pag 119). Con la participación de todos se logra libertad e igualdad de todos. Está claro que esa participación en una democracia indirecta como la vigente tiene dos características: la delegación del poder que por principio “reside en el pueblo” y su “temporalidad”.

Cuando la voluntad de los que ejercen el “poder-delegado” se independiza de “la voluntad colectiva” -es decir, cuando el gobernante hace lo que el pueblo no quiere, o dicho de otro modo, se aparta de lo que prometió- deben operar los controles a través de los organismos encargados de llevar a cabo ese contralor. Cuando los controles no funcionan no funciona la democracia.

“Así -dice Joseph Ratzinger- al lado de la idea de libertad aparecen dos nuevos conceptos: lo justo y lo bueno que se hallan en tensión. Mas aún cuando los explicamos a través de la verdad.”

Y prosigue diciendo el Papa Benedicto XVI: “La verdad anida en la conciencia de los ciudadanos no es un bien público sino privado. Por eso decimos que ese valor de verdad que reside en la conciencia es relativo. Varía de una conciencia a otra.”

“Pero no todo es relativo, hay también “un núcleo de verdad” o de “valores”, de verdad ética, que no puede coexistir sin corromper la democracia y estos valores éticos no dependen del juego de mayorías y minorías…¿Cómo los conocemos? ¿Qué es lo que se sustrae al relativismo? ¿Porqué y cómo?”

Cómo se llega a la verdadera democracia

Refiriéndose a la democracia tal como funciona en la realidad, dice Ratzinger que “En la sociedad el puesto de la verdad lo ocupa la decisión de la mayoría; la democracia no se define en cuanto al contenido de bien y de justicia sino de manera puramente formal: como un entramado de reglas que hace posible la formación de mayorías y la trasmisión y alternancia del poder. La Democracia es un mecanismo de elección y votación.”

Mas, si nos introducimos otra vez en esta columna en la lucha por cómo llegar a una verdadera democracia (“gobierno del pueblo y para el pueblo”) recordemos que las posturas de la filosofía política.

1.- La posición relativista radical, radical en el sentido de raíz, del lat. radix, desde sus fundamentos que es la de aquellos para quienes no hay valores absolutos fuera de la libertad (política y material). De donde si los conceptos de bien y de verdad son perjudiciales para la libertad debe prevalecer este última sobre aquellos.

2.- La de quienes sostienen que la verdad precede e ilumina la política. Dice Ratzinger donde “La verdad no es un producto de la política (de la mayoría) sino que precede e ilumina la política que hace la democracia.

“La política promueve la justicia y la libertad cuando sirve a un sistema de verdades y derechos que la razón muestra al hombre. Es decir que por esta vía se deposita el descubrimiento de la verdad, en la razón. Entonces cabe preguntarnos ¿Qué es la verdad? (Jn. 18, 38).”

El ejemplo de Pilato en el juicio en el que se condenó a Jesús

Recuerda Ratzinger que dice Hans Kelsen -el mayor erudito en ciencias jurídicas del siglo pasado, ferviente positivista y expresión del relativismo filosófico y también jurídico- al analizar el juicio que condenó a Jesús cuando Poncio Pilato se pregunta: ¿Qué es la verdad? Pregunta que es resultado del escepticismo del político y es también la respuesta del político: la verdad es inalcanzable. La prueba es que no espera respuesta del imputado y en lugar de eso se dirige a la multitud. Según Kelsen, así la decisión del asunto quedaría sometida al voto popular. Kelsen opina que Pilato obra como perfecto demócrata. Como no sabe lo que es justo, confía el problema a la mayoría para que decida con su voto. De ese modo se convierte, según la explicación del científico austríaco, en figura emblemática de la democracia relativista y escéptica, la cual no se apoya ni en los valores ni en la verdad, sino en los procedimientos. No hay más verdad que la mayoría, el valor de justicia o injusticia de la ejecución de Jesús no tiene importancia.

El asesinato de Jesús

Ratzinger comparte la crítica que formula el teólogo Heinrich Schlier a todos aquellos que sitúan en el mismo plano de la fe y el pueblo. Dice el Papa Benedicto XVI que según Schlier Jesús reconoce sin reservas en el proceso, el poder judicial del Estado que representa Pilato. Pero también lo limita cuando dice que el poder no le viene a Pilato (léase al gobernante) de sí mismo, sino “de lo alto”. Le dice Jesús: Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba” (19,11). Pilato vicia su poder y el del Estado en el momento en que deja de percibirlos como administración fiduciaria de un orden más alto, que pende de la verdad, y lo utiliza en beneficio propio. El gobernador (Pilato) deja de preguntar por la verdad y entiende el poder como puro poder. “Al querer legitimarse a sí mismo, dio su apoyo al asesinato legal de Jesús” (H. Schlier, Die Zeit der Kirche, Friburgo 1958 ). Agreguemos que por ese camino antes y después de Pilato dentro de los distintos sistemas de poder la humanidad acumula un número de infinitas “injusticias” cuando el poder político o judicial creen que pueden usurpar el lugar de Dios.

Esa usurpación del “único poder absoluto” que es el poder de Dios por el poder del Estado, cualesquiera sea la legitimidad constitucional se de-construye el sistema democrático. Porque el Estado no es fuente de verdad ni de moral cualquiera sea la ideología. El Estado no es absoluto. El Estado precisa un mínimo de verdad y de conocimiento del bien que no se puede someter a especulación. Sin él se degrada, como dice San Agustín, al nivel de “una banda de malhechores…la magnitud imprescindible de conocimiento y verdad sobre el bien, el Estado deberá tomarla el Estado de fuera.”. De la base moral y del diálogo social.

El ejemplo de una historia ajena y lejana

Una prueba es la Revolución Industrial que cambió al mundo y tuvo como su cuna a Inglaterra. Recordemos que Gran Bretaña fue evangelizada a partir del siglo VII, con lo cual sus raíces cristianas tanto en Inglaterra como en Escocia e Irlanda son innegables. Los arzobispos de Canterbury datan de esa época. El enjundioso estudio de T.S.Ashton La Revolución Industrial (1948) es una explicación capaz de sorprender a los que no se sienten herederos del cristianismo y están muy lejos de la experiencia religiosa.

Podríamos dar muchos ejemplos prácticos de la interrelación que existe entre el desarrollo económico y la base moral de un pueblo y particularmente de su clase dirigente. Tomamos el de la Revolución Industrial porque resulta muy elocuente. Explica el autor inglés que “en el siglo XVII la comunidad puritana que se agrupó alrededor de Richard Baxter, teólogo y pastor cristiano de la Iglesia puritana, en Kidderminster, evangelizó a grandes empresarios como los Foleys, los Crowleys y los Hanburys, quienes habían de desarrollar grandes empresas…durante el siguiente siglo, miembros de la Sociedad Religiosa de los Amigos de la Religión (cuáqueros) desempeñaron importante papel en el desarrollo de los molinos de grano, de la fabricación de cerveza, de la farmacéutica y de empresas bancarias. Las familias cuáqueras de los Darbys, Reynols, Lloyds y Huntsmans vinieron a ser directores de las industrias del hierro y del acero, en épocas de rápido cambio. Había bautistas como Thomas Newcomen, y presbiterianos como James Watt en la ingeniería; independientistas como John Roebuck y Joawph Dawson, junto con los cuáqueros, en la industria del acero, los unitarios en los hilados de algodón…. y más adelante indica que la fuerte inmigración escocesa, aportaron además de sus principios éticos y religiosos su energía mental…” Y más adelante tras reconocer la importancia de la influencia de la revolución de las ideas que significaron Wesley, Paine, Cobbett, Hunt, David Hume o Jeremías Bentham dice: “dentro de los factores que produjeron la Revolución industrial, hay un producto de la escuela escocesa de filosofía moral que no puede pasarse por alto las enseñanzas y los principios morales en la trazabilidad de los negocios y para gobernar de los académicos.

Se puede concluir que el éxito del proceso iniciado en Inglaterra hace tres siglos está muy vinculado a la influencia o base de las iglesias cristianas como anglicanos, puritanos, cuáqueros, bautistas, presbiterianos, independientes, católicos y a la práctica devocional, a la lectura del Evangelio y a la fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo. Por tal razón a esa enumeración que tomamos de Ashton sumamos la imagen del cristiano John Wesley en particular, por su defensa de los pobres.

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