El escenario internacional y la mirada de la diplomacia nacional

La importancia para la formulación y accionar de la política exterior argentina dentro del marco de la guerra en Medio Oriente

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Uno de los bombardeos sobre Gaza
Uno de los bombardeos sobre Gaza

El actual escenario internacional aparece altamente conflictivo, en un creciente -y aparente- desorden mundial, particularmente por las guerras y sus consecuencias negativas en política, economía y comercio internacional.

De golpe, el escenario se agita en el orden bélico y diplomático, en razón de una nueva escalada en el conflicto árabe-israelí, que desde el pasado 7 de octubre, sorprende y envuelve a Occidente y Medio Oriente. Un escenario que nos deja sabor a improvisado, aunque en relaciones internacionales siempre cabe analizar hasta dónde no es parte de algunas planificaciones estratégicas por parte de países que elaboran posibles escenarios de mayores conflictos que, por momentos, favorecen intereses mayores.

Es importante estudiar la diplomacia de los países en conflicto que se aferran a sus principios religiosos e ideológicos y hacen escalar su conflicto ancestral que, en el siglo XX, tuvo sus momentos de diplomacia exitosa y de acuerdos pacíficos pero que no logró soluciones ni con las Naciones Unidas ni en los acuerdos propuestos por Occidente, junto a diversas fórmulas propuestas por los Estados Unidos. También es importante, a esta altura del conflicto, definir la importancia para la formulación y accionar de nuestra política exterior y diplomacia.

Los ataques sufridos por Israel, por parte del grupo extremo Hamas, ocurridos el pasado 7 de octubre fueron durísimos provocando alrededor de 1400 muertos, miles de heridos y centenares de inocentes secuestrados, aún desprotegidos en medio del conflicto.

Milicianos de Al Qasam, brazo armado de Hamás, en la Franja de Gaza
Milicianos de Al Qasam, brazo armado de Hamás, en la Franja de Gaza

Por fortuna, la Argentina cobró inmediatamente conciencia institucional para ayudar a los connacionales en su repatriamiento al país, quedando ahora por ver el destino de los secuestrados.

Desde el 29 octubre, los ataques de Israel contra los hombre armados de Hamas son por aire, tierra y mar en toda la Franja de Gaza. El primer Ministro de Israel declaró que esta es la segunda guerra más dura que enfrentará en su historia nacional y señaló que se intentará la eliminación de Hamas de manera terminal, como facción extremista y movimiento político palestino.

No hay término medio. No hay llamado negociaciones bilaterales. La guerra ha llegado para quedarse un largo tiempo.

El Secretario de Naciones Unidas, inmediatamente producido el ataque de Hamas, habló ante el Consejo de Seguridad y condenó el ataque palestino. Pero agregó que los hechos “no ocurrieron de la nada” dejando así con sus palabras un halo de dudas sobre la conducta de Israel en sus políticas aplicadas en la franja de Gaza.

El Embajador de Israel en la ONU pidió inmediatamente la renuncia del Secretario de Naciones Unidas. Además, la nación israelita suspendió la concesión de visados a los funcionarios de la ONU para viajar a aquel país. Esto obligó a António Guterres a volver a dirigir nuevamente palabras de condena a Hamas y los seguidores de un estado islámico, y morigerarse en sus dichos con contenidos magnánimos hacia el pueblo palestino.

El secretario general de la ONU, António Guterres
El secretario general de la ONU, António Guterres

Muchos jefes de Estado occidentales sufrieron el mismo tropiezo y debieron endurecer sus discursos y solidarizarse con el estado de Israel. Los viajes de Biden a Israel y las condenas de la Unión europea colaboraron también a ello. Esto nos recuerda que, en diplomacia, cada palabra o declaración debe medir los espacios de diálogo con prudencia, inteligencia, sentido común y realismo pragmático.

De los análisis que hemos leído, y las tantas preguntas que surgen y debieran estudiarse con dedicación sobre el origen del conflicto y su status actual, resalta el interrogante sobre la inteligencia y seguridad internacional vulnerada en Israel el día del ataque de Hamas.

Ello supera el conflicto mismo y nos deja parados en la cuestión, con dudas e incertezas, que nos obligan a repensar la seguridad internacional y hasta dónde alcanza este temor generado por invasiones y filtraciones veloces y sangrientas de extremistas islámicos. ¿Nos podría afectar? Estimo que, remotamente, de manera lateral si no hacemos del Estado una formulación sólida de la política internacional y una diplomacia activa en defensa de los intereses nacionales.

Deseamos que nuestra política exterior se confirme como autárquica, pragmática y neutral, siempre insertos en el mundo pero no involucrados en las guerras mundiales o regionales que tienen aún maltrecho al planeta.

El canciller argentino, Santiago Cafiero, pidió la mediación de la ONU para liberar a los rehenes argentinos de Hamas
El canciller argentino, Santiago Cafiero, pidió la mediación de la ONU para liberar a los rehenes argentinos de Hamas

El siglo XXI se desarrolla con afecciones de un realismo duro, de escasa cooperación internacional, aún pendiente de buscar soluciones al fracaso de la globalización financiera y del sistema de ayuda financiera internacional que mantiene en la pobreza y el hambre a tantos pueblos del mundo.

Nuestro país sufrió de estos males extremos, importados por alineamientos extremos en atentados durante los años 90. Tengamos presente, más en estos días, nuestro compromiso con la paz internacional, la solidaridad con los holocaustos, genocidios y condenar a las autocracias que violan los derechos humanos universales.

Es tiempo de una diplomacia nacional de contenido que reasegure los compromisos nacionales con la paz y la seguridad internacional a través de la necesidad de reforzar y defender a los ciudadanos ante cualquier eventual riesgo, sea cercano o lejano.

Debemos batallar por esa política exterior que, junto a la política de defensa, desarrollen políticas públicas con sentido nacional de seguridad e inteligencia . Es algo que el pueblo argentino, trabajador, pacífico y pujante como el nuestro, se merece.

* El autor es embajador del Servicio Exterior de la Nación y director de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador (USAL)

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