Nuestro bendito país no da posibilidades de aburrirse, es como si cada una de las elecciones sucesivas detonara espacios conocidos y abriera la posibilidad de que se junten el agua y el aceite. Los políticos podrán expresar sus nuevos antagonismos o fidelidades, los ciudadanos tenemos más preguntas que respuestas.
Me pregunto por qué los políticos se insultan tanto, si después tienen necesidad de acordar. ¿O algún votante de Milei creía que no necesitaba de la casta para gobernar? ¿O Patricia y Horacio no iban a necesitar mutuamente de sus votos? Los peronistas son más astutos y cuando se trata de alcanzar el poder, disimulan sus oposiciones y después se hacen toda clase de traiciones.
Lo que sí nos pasa es que tenemos sentimientos contradictorios sobre lo que sigue, y sobre todo tenemos incertidumbre.
A los que cumplimos muchos años y vivimos en la Argentina -al menos a mí me pasa- nos parece que las situaciones que estamos viviendo guardan semejanza con otras crisis, dicho sea de paso bastante espantosas. Revisando archivos encontré una declaración de la Comisión Permanente del Episcopado del año 2002 que decía en alguno de sus párrafos:
“En nuestra reunión extraordinaria de enero pasado decíamos que no debemos equivocarnos considerando este momento crítico como uno más y sin poner los remedios morales e institucionales necesarios. Tenemos un país frenado por falta de acuerdo y de grandeza de sus actores políticos, sociales y económicos, e incapaz de dar respuesta apropiada a la gravedad de esta crisis terminal. Los intereses sectoriales y corporativos siguen queriendo imponer su fuerza en desmedro del interés general. En gran parte del pueblo hay deseos de una Argentina nueva, pero no encuentra en sus dirigentes la voluntad suficiente para cambiar los errores que nos han degradado tanto. Hay un vacío de la dirigencia que impide encontrar los caminos de la honesta representatividad política, de la equidad social y de la seguridad jurídica. Es preciso renunciar a las formas inmorales de actuar en la vida pública y a los irritantes privilegios. También es necesario reparar todo daño ocasionado y restituir todo lo que se haya obtenido ilícitamente. Como dirigentes religiosos, los Obispos no rehusamos continuar examinando nuestra responsabilidad sobre la situación del país. Para exigir tanto sacrificio al pueblo es preciso decidirse firmemente a erradicar la corrupción de la vida política y social, a disminuir drásticamente el gasto político, a encarar la postergada reforma del estado”.
A comienzo de noviembre se reunirá la Conferencia Episcopal. Sin dudas, la realidad nacional será un tema que abordarán los Obispos, ya que será antes de las elecciones.
Espero que unos y otros tomen habida cuenta de la gravedad del momento presente, más allá de quién gane las elecciones, los argentinos necesitamos soluciones, más que querer perder el tiempo eliminando a los otros: a la justicia, al Banco central o a los vende patria. Es tiempo de alejarse de los slogan de campaña y de tomarse en serio la crisis fenomenal que han generado los distintos gobiernos por gastar más de lo que tienen. Hace falta que todos colaboren con las mejores ideas para hacernos la vida más ordenada y serena. Ya no quedan cajas para saquear, impuestos para aumentar ni nadie en el mundo quiere prestarnos plata, solo queda gastar lo que se tiene, ser austero y administrar el Estado honestamente.