Hemos empezado a padecer grandes impactos ambientales, como la grave crisis climática o como la enorme pérdida de biodiversidad. Sabemos que la utilización de combustibles fósiles (carbón, naftas/ diesel, y gas natural) es la fuente principal, aunque no la única, de estos problemas, sobre todo en el caso del cambio climático. Por esta razón, todas las políticas que frenen su uso y avance son decisivas. Estas medidas incluyen promover la disminución de su consumo y su reemplazo urgente por opciones sostenibles, con energías renovables, como la solar o la eólica.
En particular, la eficiencia energética o más precisamente el Uso Racional y Eficiente de la Energía (UREE) promueve formas de obtener servicios como iluminación, transporte, etc. pero con menor consumo. En cualquier sector donde se consuma energía puede aplicarse eficiencia.
La producción y el consumo son dos caras de la misma moneda, y ahorrar un metro cúbico de gas equivale a producirlo, pero al consumir de forma eficiente estamos reduciendo problemas y, como dice el dicho, “más vale prevenir que curar”.
El caso más conocido de tecnologías eficientes es, quizás, el de las lámparas LED, que consumen diez veces menos que una lámpara incandescente, pero existen también ejemplos de electrodomésticos de bajo consumo, como heladeras y acondicionadores de aire, que consumen al menos la cuarta parte de lo que hacían los modelos estándar 15 años atrás. Otras posibilidades incluyen el aislamiento térmico en viviendas, la optimización de sistemas de climatización, el uso de transporte público o vehículos más eficientes. Y hay muchísimas más. También es posible mejorar los patrones de conducta humana mediante la educación y capacitación. Y, por último, pueden desarrollarse políticas y regulaciones de Estado que promuevan la eficiencia con firmeza.
En relación con este último punto, podemos decir que el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático publicado en diciembre 2022 y las resoluciones acerca de la Transición Energética al 2030 y 2050 de la Secretaría de Energía enumeran una serie de medidas de UREE que presentan similitudes con planes elaborados en años anteriores. Por un lado, esto es una señal positiva, pues demuestra una continuidad en el tema. Sin embargo, también es evidente que las políticas no empiezan a implementarse de manera efectiva a pesar del tiempo transcurrido. En la Argentina declamamos a favor del UREE, pero en la práctica parece existir una resistencia a su implementación que no se justifica a no ser que, debamos sostener el consumo de gas, poniendo de manifiesto un choque de intereses entre el bien corporativo y el bienestar común y planetario. Ignorando también que lo que no se consume puede exportarse, eventualmente.
Las oportunidades de ahorro de energía, que a futuro son de gran magnitud, como lo demuestra la experiencia en economías importantes como China, India, EE.UU y la Unión Europea. En el caso de los dos últimos, gracias a políticas de energías renovables y eficiencia energética lograron reducir su consumo de energía en términos absolutos, en comparación con hace 20 años.
El mundo se enfrenta a una amenaza inmediata, una “pandemia climática”, que no sólo afectará de forma drástica a nuestra sociedad humana sino a todos los seres vivos, la producción de alimentos, nuestras ciudades, bosques, y océanos. Cuando los casos como el reciente de Nueva York se multipliquen en muy poco tiempo y caigamos en la cuenta de la gravedad del tema, la ventana para usar los combustibles se cerrará muy rápidamente, no en 30 años, sino en muchos menos.
No podemos escapar a la realidad. El mundo dejará de utilizar combustibles fósiles rápidamente incluido el gas o sucumbirá. Los últimos informes de la Agencia Internacional de Energía (IEA) sobre la descarbonización de la matriz energética mundial y la eficiencia energética, destacan que no son necesarias más inversiones en el sector del petróleo y el gas, mientras que la inversión anual total en eficiencia energética en todo el mundo debe triplicarse para 2030 para ser coherente con el camino hacia el logro de cero emisiones netas para 2050.
A pesar de las evidencias globales, Argentina sigue promocionando el uso interno de gas natural principalmente, y ahora agregamos la exploración off-shore. Mientras tanto, la falta de acción frente a las propuestas de políticas de eficiencia energética, hacen que no puedan implementarse.
A mediano y largo plazo, continuar en este camino, tal como lo estamos planteando terminará siendo sinsentido para el país y para el planeta.