La gestión requiere de equipos, pero el poder se ejerce en soledad. Y si algo quedó en claro ayer por la noche, es que Massa se siente cómodo estando solo en la cima del poder.
En un notable contraste con los discursos de Javier Milei y Patricia Bullrich, sus dos principales rivales en la primera ronda de las elecciones presidenciales de Argentina, quienes hablaron rodeados de colaboradores, Sergio Massa lo hizo solo. Y el escenario estuvo lleno.
El uso de recursos visuales jugó un papel fundamental. Massa no solo realizó un llamado a la unidad nacional, tanto para la última fase de su campaña como para el tramo inicial de su eventual gestión, sino que lo comunicó utilizando a la bandera argentina como marco de fondo. Palabra e imagen en sintonía.
El tono del discurso fue calmo y racional, pero matizado con un claro componente emocional en los momentos de apertura y cierre. Se lo vio conmovido en soledad antes de comenzar a hablar. Pero fue el llamado a su familia, y a la de su compañero de fórmula, Agustín Rossi, en el cierre de su discurso lo que contribuyó a aportar un elemento emocional clave a sus palabras.
Frente a un rival a quien se lo vio frecuentemente desbordado por sus emociones durante la campaña (Milei), y una rival que raramente logró conmover en sus apariciones públicas (Bullrich), en su discurso de ayer Massa exhibió un registro emocional intermedio, suficiente para conectar con el electorado, pero sin opacar el pragmatismo mediante el cual ha intentado construir su identidad política.
Anoche, Sergio Massa se probó el traje de presidente. Y dio la impresión de estar hecho a su medida.
Pablo J. Boczkowski es profesor de Northwestern University y miembro (2023-24) de la escuela de ciencias sociales del Instituto de Estudio Avanzado de Princeton.