Militar el voto militar

Sergio Tomás Massa debe honrar la memoria del Teniente General Perón como militar y como estadista, y los hombres y mujeres de armas deben votarlo

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Massa debe ganarse el respeto de cada hombre y mujer de las Fuerzas Armadas y de seguridad (REUTERS/Martin Cossarini)
Massa debe ganarse el respeto de cada hombre y mujer de las Fuerzas Armadas y de seguridad (REUTERS/Martin Cossarini)

Massa incorporó a su discurso la liturgia nacionalista. Ya no es raro escucharlo hablar de soberanía de Malvinas, de veteranos y de la defensa de la Patria, como un sentimiento y no una marca electoral. Ese Massa, que hoy define líneas estratégicas, debe, aparte, aprender de historia que no conoce y de la cual no sabe. Su historia estuvo lejos de la militancia nacionalista, pero en esta campaña, la presencia de títeres de los genocidas hizo necesario hablar de temas que no se aprenden en la administración pública de la burocracia del Estado. Las pasiones patrias se fundan en la identidad, lo cual es una huella inalterable que se transmite de generación en generación.

Frente al balotaje, entender el peso e importancia del voto nacionalista es determinante. Los cánticos espontáneos que unieron a los militantes eufóricos frente al triunfo y respuesta en tono de diálogo con su candidato y futuro presidente fue bien claro, y Sergio Tomás Massa debe tomar nota. El pueblo cantaba: “El que no salta es un inglés”. El pueblo argentino es antiimperialista y es peronista. Massa hoy no tiene un cheque en blanco; es síntesis de un voto intensamente antianglosajón. La corriente del Mediterráneo, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, nos hace latinos, hispanos y latinoamericanos. Si Sergio Tomás Massa, aparte de decirlo, lo siente, debe dirigirse al sector militar y de fuerzas de seguridad para cerrar un círculo virtuoso de identidad nacional.

Ningún hombre o mujer que juró defender la bandera hasta perder la vida puede votar a nada, ni a nadie que reivindique a la asesina de Thatcher o el genocida de Churchill. Ningún soldado puede, en su uniforme, sentir como propio el mercado del tráfico de órganos o vender a sus hijos. No puede votar a los criminales que bombardearon a sus compatriotas en la Plaza de Mayo ni llamar preso político a un torturador. El honor es la razón de existir de un soldado, y si alguien pretende ser su autoridad, debe saber que el rango no hace al mando. La conducción se ejerce por delegación de la autoridad, por la vía del respeto de los subordinados. Massa debe ganarse el respeto de cada hombre y mujer de las FF.AA. y de seguridad, y de sus familias, y eso no es una promesa electoral, sino una forma de vida.

Pretender ser el Comandante en Jefe de las FF.AA. de un gobierno peronista implica entender que Perón era, por sobre todas las cosas, un patriota militar, un Teniente General de la Nación. Por eso... “¡Perón, Perón, qué grande sos; mi General, cuánto valés!”. La dignidad no es una palabra, es un ADN de los hombres y mujeres de armas. Cada uno debe tener misión, rol y función dentro de las hipótesis de conflicto determinadas por las políticas estratégicas y prospectivas de Estado.

La modernización de las FF.AA. y de seguridad en los tiempos de la IA y el cybersoldado implica la comprensión del fenómeno multicausal de la defensa nacional. Sergio Tomás debe mirarse en el rol de estadista que un soldado espera de su presidente, lejos de las rémoras absurdas de la más oscura noche de la dictadura. Los veteranos de guerra deben ser incorporados al servicio activo como instructores de los nuevos cuadros de oficiales y suboficiales. Los movilizados deben ser reconocidos como veteranos, aunque no sean ex combatientes, y los veteranos y ex combatientes deben tener un regimiento de héroes del ‘82, como los patricios y los granaderos a caballo. Sergio Tomás Massa debe honrar la memoria del Teniente General Perón como militar y como estadista, y los hombres y mujeres de armas deben votar a Sergio Massa.

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