El privilegio de ser “aliado extra OTAN”

Es de fundamental importancia que nuestro país revigorice esta membresía y mantenga a rajatabla los tres principios básicos del liberalismo: defensa irrestricta del régimen democrático republicano y federal de gobierno, vigencia absoluta del Estado de Derecho y la economía de mercado

Argentina se convirtió en aliado extra OTAN en 1997

9 de noviembre de 1989. Caía la noche de ese histórico día y fruto de un increíble error de comunicación del portavoz del régimen de la llamada “República Democrática Alemana”, Günter Schabowski, en conferencia de prensa transmitida por televisión para aplacar las protestas, anuncia una nueva regulación más laxa para poder viajar al otro lado del muro y en este contexto cuando fue interpelado preguntándole concretamente en qué momento entraría en vigor la aplicación de los visados de larga duración que acababa de explicar, terriblemente nervioso balbuceó: “Ahora” que en alemán es “Ab Sofort”, traducido, inmediatamente.

La caída del Muro de Berlín marca un hito mundial fundamental ya que produce un cambio trascendental. No solamente se logra la reunificación de Alemania luego de cuarenta años de haber sido instalado un perverso gobierno marxista, sino que además significa la caída del realismo como doctrina de las relaciones Internacionales siendo reemplazada por la interdependencia y su correlato, el concepto de seguridad colectiva que condena e impide la utilización de la fuerza para la solución de conflicto entre Estados.

A partir de ese momento recobran vigor las Naciones Unidas como Organización “supra-nacional” cuyos logros más significativos en la década del 90 fue la exitosa Guerra del Golfo I y la masiva intervención en la ex-Yugoslavia. Posteriormente, recordemos la concluyente y fulminante intervención en Kosovo que lideró en este caso la OTAN, revitalizando en forma superlativa esta alianza de países de Europa y Norteamérica cuyo objetivo primario es garantizar la libertad y la seguridad de sus países miembros, tanto por medios políticos como militares.

Nació en 1949 con la firma del “Tratado de Washington” en el que sus diez países fundadores, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de que produjera una agresión armada contra cualquiera de ellos. Entre los conceptos estratégicos de los países de la OTAN, se destacan las tareas de la defensa colectiva, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa.

A nivel político la OTAN promueve prioritariamente los valores democráticos de sus países miembros que cooperan en definitiva, en cuestiones relacionadas con la defensa con el fin de evitar conflictos. Aunque esta organización tiene como compromiso la resolución pacífica de ellos, integra una fuerza militar que puede llevar a cabo operaciones militares ateniéndose a la cláusula de la defensa colectiva o por mandato de las Naciones Unidas.

En este sentido el principio de defensa colectiva de la OTAN promulga su eje matriz: la mayor disuasión que ningún bloque en la historia moderna ha ostentado, materializado en el concepto que “el ataque a uno de sus países miembros se considera un ataque contra todos”.

Desde el final de la Guerra Fría más de una decena de países del antiguo bloque oriental, incluidas tres antiguas repúblicas soviéticas, se unieron a la alianza. Como hemos visto últimamente Rusia sigue viendo a la OTAN como una gran amenaza a pesar del colapso de la Unión Soviética. En medio de las recientes tensiones con occidente, Rusia pidió garantías firmes de que la alianza no se expandirá más, algo a lo que los miembros de la OTAN se resisten.

Sin embargo desde mayo de 2022 se ha acumulado más tensión entre la OTAN y Rusia debido a la declaración de apoyo del presidente de Finlandia, Sauli Niinisto, y de la primera ministra, Sanna Marin. En abril de 2023 se oficializó el ingreso de Finlandia a la alianza, mientras que la llegada de Suecia se allanó en julio de este año luego de que Turquía levantara su bloqueo a esa decisión.

Respecto a nuestro país, en octubre de 1997 finalmente y luego de extenuantes reuniones confidenciales del más alto nivel, se incorporó nuestro país con la membresía de “aliado-Extra OTAN” . Este concepto especial de nuevo socio fue creado originalmente en 1989 por el Congreso de los Estados Unidos. Los primeros miembros fueron Australia, Egipto, Israel, Japón y Corea del Sur (1996) que recibieron beneficios económicos y militares adicionales. Se agregó a Nueva Zelanda al Tratado ese año y en 1997, como mencionamos precedentemente, Argentina pasa a integrar este grupo y en 2019 Brasil también pasó a formar parte al recibir esa codiciada condición.

Respecto a nuestra membresía, podemos afirmar que fue un trabajo silencioso, confidencial, que tuvo entre otros, tres actores principales y excluyentes: el Presidente Menem, el Lic. Jorge Domínguez (Ministro de Defensa) y el actual embajador Ricardo Lagorio. Fueron meses de intensas negociaciones hasta que el éxito coronó tan fecundo trabajo. Argentina pasó por momentos muy difíciles que hicieron peligrar nuestra adhesión. Sin embargo ella continúa felizmente hasta nuestros días pese, reiteramos, a todos los obstáculos que se presentaron. Por ello es de fundamental importancia que nuestro país revigorice nuestra membresía, es decir, nuestro postergado regreso al Primer Mundo, nuestro mundo, de todos aquellos países que comparten como nosotros, las ideas liberales, de la Libertad.

Finalmente, en este contexto local, regional y mundial, se torna imprescindible la incorporación de los aviones F-16 dinamarqueses. Se trata de la única opción posible por motivos geopolíticos, militares, de doctrina y fundamentalmente porque la Fuerza Aérea Argentina debe contar con estas aeronaves supersónicas de excelencia que han marcado una época en la historia militar aérea, con el objetivo de terminar con la asimetría de capacidades regionales que cada año se hace más pronunciada.

Además, es una forma de decirle al mundo libre en general y a la OTAN en particular que aquí estamos nuevamente, hemos regresado para abrazarnos, como otrora, con aquellos países con los cuales mantenemos a rajatabla los tres principios básicos, generales del liberalismo: defensa irrestricta del régimen democrático republicano y federal de gobierno, vigencia absoluta, sin fisuras, del Estado de Derecho y finalmente, restablecer la economía de mercado, doctrina económica que en los últimos doscientos años, trajo el mayor bienestar económico que la humanidad recuerde.