Los sábados 16, 23 y 30 de septiembre de 2023, en el Teatro Coliseo, se llevó adelante el Festival Rachmaninov con la participación de la Filarmónica de Buenos Aires bajo la conducción de Srba Dinic y el pianista Nelson Goerner. El programa del día de cierre fue: Danzas sinfónicas. I. Non allegro, II Andante con moto (Tempo di valse), III Lento assai-allegro vivace- lento assai. Come prima-Allegro vivace y por fin, el Concierto para piano y orquesta n 3 en Re menor op 30: I Allegro ma non tanto (re menor). II Intermezzo: Adagio (fa♯ menor / re♭ mayor) III Finale: Alla breve (re menor → re mayor)
Dinic nació en Serbia, estudió piano, música de cámara y dirección en la Academia de Música de Belgrado. Fue director de orquesta de la Casa de la Ópera de Berna. Ha colaborado con varias orquestas Fue director titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes de México durante los últimos seis años, llevándola a su más alto nivel en los últimos 25 años. En esta parte también incluimos a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, formada hace años y con altísima formación, solvencia y experiencia.
Nelson Goerner, argentino, nacido en San Pedro, pianista virtuoso, fue alumno de Jorge Garrubba y Carmen Scalcione (discípulos del legendario Vicente Scaramuzza). En 1986 debutó en el Teatro Colón junto con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires luego de ganar el Franz Liszt, donde interpretó el Concierto para piano Nro. 1 de Franz Liszt. Se trasladó a Europa con una beca y en 1990 obtuvo el primer premio en el Concurso Internacional de Ejecución Musical de Ginebra, tras lo cual se presentó en numerosos escenarios en todo el mundo.
Recuerda Pablo Saraví: “Nuestro trabajo con Goerner siempre fue un placer porque es una persona de una gran humildad, calidez y excelente compañero musical. Por otra parte, Nelson es uno de los pianistas que busca la excelencia, esto es, que la obra se logre exactamente como él la piensa, entre el piano y la orquesta, observando hasta el último detalle de articulación, dinámica, impulso musical, no deja de solicitarle al director, cuando termina una parte, su repetición con determinadas precisiones. Siempre con una sonrisa para los músicos, siempre que el aparece en la sala de ensayo lo hace con la misma actitud humilde, sonriente y ganas de trabajar”.
El concierto N° 3 de Rachmaninov (1873-1943)
El concierto para piano Nº 3 en re menor, opus 30 tiene la reputación de ser uno de los conciertos para piano más difíciles de todo el catálogo. Famoso por la exigencia musical y técnica para el intérprete, requiere un especial virtuosismo. Nelson lo tocó por primera vez con la Filarmónica el 28-9-91 en el Teatro Colón y luego, con la misma orquesta lo volvió a tocar en Sevilla el 25-6-92, en el Teatro de la Maestranza, con la batuta de Yuri Simonov. Corcheas y semicorcheas oscurecen todo el pentagrama. En algunas páginas por caso, hay 600 notas. Por tanto, la lectura, el estudio, la comprensión y la interpretación con la velocidad y la expresión hacen que sea un concierto de gran complejidad.
Rachmaninov lo escribió pensando en su primer encuentro con el público de EEUU. Ansiaba viajar y hacerse conocer del otro lado del océano. Cuando terminó de escribir los últimos compases en Rusia no pudo estudiarlo bien, tanto que al embarcar lo hizo acompañado de un piano mudo para poder seguir familiarizándose con los secretos que él mismo había creado.
Uno de los primeros directores que tuvo a cargo la batuta para dicho concierto fue nada menos que Gustav Malher, con la Filarmónica de Nueva York. Rachmaninov recordó siempre al nombrado no solo por sus composiciones sino por su compromiso con el profundo estudio de los conciertos en general y el suyo en particular, para poder conducir con gran destreza tanto al solista como a la orquesta.
El concierto del 30 de septiembre de 2023
Ya desde la primera parte, con las Danzas Sinfónicas la orquesta obtuvo un sonido al mejor nivel de la obra, con ese gran profesionalismo al que nos tiene acostumbrados. Conocimiento profundo, práctica y atenta a la conducción del director que desde el podio hizo su aporte necesario para lograrlo, con gran habilidad.
Luego fue el momento de exhibir la joya de la corona, el concierto n 3 de Rachmaninov, en el que Nelson Goerner desplegó todo su virtuosismo. El detalle en los matices, los brazos de hierro para las partes de las octavas acentuadas, la velocidad, precisión, digitación y expresión pusieron de resalto que se encuentra entre los mejores pianistas contemporáneos que ejecutan ese concierto. Arkadi Volodos y Martha Argerich son actualmente otros referentes de ese concierto y en su tiempo, coincide la crítica, fueron históricas las interpretaciones de Vladimir Horowitz.
Goerner pues, ocupa el podio con todos ellos. Volvió a confirmar su alto nivel pianístico y sencillamente deslumbró con su interpretación de este gran concierto. En el sutil paso, sin pausa ( attacca súbito ), del segundo al tercer movimiento, hay un cambio de clima, que Nelson logró con un lirismo especial. En los compases finales también con ritmo, habilidad y precisión Goerner fue elevando la tensión en el piano, las cuerdas y vientos lo acompañaron, platillos luego y por fin unos golpes de timbales para convertir todo ese despliegue en silencio absoluto en una fracción de segundo, al filoso dictado de la batuta. Esa velada resonará por siempre en los oídos de los presentes.