Patricia en su laberinto

Atrás del “mega-anuncio” de Bullrich en el sprint final, ¿hay convencimiento ideológico, jugada estratégica o un manotazo de ahogada?

Patricia Bullrich define su equipo antes de las elecciones generales. (Nicolás Stulberg)

Horacio Rodríguez Larreta puso el celular en vibrador y siguió cuidando el asado. El aparato no paraba de sonar. Propios y extraños querían saber la veracidad del rumor que había estallado el viernes por la noche cuando ya todos los diarios impresos habían cerrado sus ediciones: Patricia Bullrich anunciaría este sábado la decisión de sumar al Jefe de Gobierno porteño como Jefe de Gabinete si llegara a la Presidencia.

El gesto de la candidata estuvo lejos de ser un acto de generosidad partidaria. Fue la salida que encontró con su equipo de campaña para intentar despegar en la última semana pre electoral de un peligroso amesetamiento en las encuestas. Necesitaban un golpe de efecto. Y recurrir al contrincante derrotado en las urnas fue la jugada de manual en la que coincidieron todos.

Patricia nunca logró convencer al votante de Horacio. Los números lo indicaron de entrada. Primero porque la espuma exitista generada por la victoria de Javier Milei el 13 de agosto fue un golpe más letal para la oposición tradicional de Juntos por el Cambio que para el oficialismo. Y segundo porque la interna había sido tan sangrienta que ni la apelación al “tiburón” Carlos Melconian para llenar los vacíos intelectuales económicos de la candidata lograron terminar de convencer y mucho menos de cerrar las heridas.

Patricia Bullrich anunció que Horacio Rodríguez Larreta sería su jefe de Gabinete

Bullrich ganó la interna pero terminó exhausta. Y tampoco recurrió a una ampliación de su círculo íntimo como para renovar energía e ideas. Pero además pasó en minutos de ser la preferida a la maltratada de un Mauricio Macri que dejó claro esa misma noche del triunfo de Patricia que estaba fascinado… Pero con la victoria de Milei.

Si la candidata hubiera dado un golpe de efecto como el que pretende ahora esa misma noche o en esa primera semana post electoral, abrazando a los derrotados, dándoles un lugar, una misión concreta repartiendo poder e inyectando mística quizás otra podría haber sido la historia. Patricia casi se podría haber convertido en Jefa. Pero por cansancio, por falta de visión estratégica o por equívoca lectura política Bullrich prefirió seguir con su juego solitario.

Abrazar a Horacio hoy más que un gesto de grandeza y de unidad parece un manotazo de ahogada. El Jefe de Gobierno porteño desde ya que no lo puede rechazar aunque en su fuero más íntimo perciba que camina hacia otra derrota electoral. Larreta sufrió en las PASO el golpe más certero a su narcisismo. Pero una vez pasado el chubasco volvió a su neurosis existencial y cada paso que da lo hace pensando en Horacio 2027. Pero él sí aprendió con un costo altísimo que la generosidad en política no es sólo económica.

Ahora bien. Imaginemos por un instante que el mega-anuncio sale bien. Patricia logra entrar en el balotaje y finalmente logra triunfar en la general.

¿Le deberá todo a Horacio? ¿A ese 11 por ciento inicial y al golpe de efecto final? ¿Terminará ganando ella gracias a él y a pesar del ingeniero?

Horacio Rodíguez Larreta, Patricia Bullrich y Luis Petri posan para los fotógrafos en el Jardín Botánico de la ciudad de Buenos Aires, luego de que la candidata a presidente de Juntos por el Cambio anunciara que el jefe de Gobierno porteño será su jefe de Gabinete si llega a la Presidencia. (Nicolás Stulberg)

En las primarias quedó claro que no se enfrentaban en la interna del PRO sólo dos apellidos de la alta alcurnia argentina. Sino dos proyectos. ¿Cuál se pondría en marcha?

Horacio no sería un Jefe de Gabinete cualquiera. Estaría a tiro de decreto pero con un poder de fuego letal para la propia Presidenta. La coalición llegaría al gobierno con una sola premisa unificada: la de erradicar al kirchnerismo. El resto estaría todo por definir entre Bullrich y Larreta. Y con posturas tan opuestas que podríamos asistir a la reedición del doble comando al estilo Cristina-Alberto que tantos ríos de tinta gastó.

Pero obvio que falta mucho para todo esto. En el mientras tanto, Patricia recurre a la jugada preparada que tantas veces afianzó al PRO. Reiterando una fórmula con tantos aciertos como errores. Porque una vez más la histórica UCR mira los movimientos en el interior de la coalición con la ñata contra el vidrio. El radicalismo vuelve a ser el convidado de piedra de una alianza que hoy está atada con alambre. Pero ante tanta incertidumbre generalizada, hay una gran certeza: si Bullrich no llega a presidenta esta elección presidencial será recordada, entre otras cosas, como el acta de Defunción de Juntos por el Cambio. Una vez más, el artificiero Mauricio Macri lo habrá hecho.