Diseñado en la década del los años 70 como un avión de combate interceptor monomotor liviano y con alta maniobrabilidad para combates aéreos con cañones y misiles, el F-16 se ha transformado en vector más producido a nivel global. Un total que supera las 4000 unidades.
Su amplia capacidad para recibir periódicas actualizaciones en sus sistemas electrónicos y de armamentos han motivado que aún las versiones originales como el F-16A y F-16B, sigan operando en diversos países.
El Pentágono cuenta con más de 2000 en sus arenales. Hoy mismo la poderosa y sofisticada Fuerza Aérea israelí está recurriendo a sus F-16 para llevar a cabo ataques contra Hamas.
Parte sustancial de los aliados de la OTAN lo tienen en operaciones, incluyendo Dinamarca. Este país ha modernizado hace pocos años los suyos, además de darles un óptimo mantenimiento y un uso más que moderado que les otorgan una sustancial vida útil por delante. Son precisamente esos interceptores daneses los que han sido ofrecidos por la Secretaría de Defensa de los Estados Unidos a la Argentina. Un lote de 24 que se podrían, llegado el caso, a extender a poco más de 30.
Los EEUU han demostrado en los últimos años una firme decisión de impulsar la modernización del poder aéreo argentino. Por ello, no dudó en rechazar eventuales vetos británicos y poner en claro que, más allá del perfil áspero y contrario a los EEUU que mostró el kirchnerismo desde la Cumbre de Mar del Plata 2005 hasta el día de hoy, Washington ve a la Argentina como un socio estratégico con los ojos puestos en el largo plazo y el avance de China sobre la región, mares y Antártida.
Justamente este empeño ha motivado que el paquete ofrecido a nuestros país incluya sofisticados misiles de corto y mediano alcance como los temibles SideWinder X y Amraam. Estos sistemas de armas y su combinación con los F-16 sólo son entregados a países aliados de Washington en Asia, tal es el caso de Taiwán, Singapur y -probablemente- Vietnam. Así como a miembros de la OTAN como Holanda, Turquía, Rumanía, sin olvidar el caso ya mencionado de Israel.
En estos años llenos de anuncios y ninguna concreción en materia de modernización de las FFAA argentinas, el otro avión de combate ofertado ha sido el JF-17 chino. El mismo no es usado por la Fuerza Aérea de China y fue desarrollado para ser entregado a Pakistán.
Las pruebas llevadas a cabo por la Fuerza Aérea Argentina se remontan a fechas tan lejanas como el 2014 y 2015, dejando un conjunto de dudas sobre su estructura y rendimiento así como la necesaria cadena logística.
Nuestra aviación militar ha inspeccionado, en los últimos 10 años, tanto el JF-17, el FA-50 de Corea del Sur (cuya compra en el gobierno de Macri fue trabada por el Reino Unido), el Tejas de India y, por supuesto, el F-16.
Pese a la condición otorgada por Washington a la Argentina, de Aliado Mayor Extra OTAN desde 1998, los gobiernos de nuestro país nunca llegaron a comprender plenamente la importancia de dicha designación.
Los mismos EEUU también aceptaron en diversas ocasiones los vetos o cuestionamientos británicos con el imaginario y vetusto argumento que una mejora en la calidad y cantidad de los sistemas de armas argentinos representaban un peligro para las Malvinas.
Este humo retórico, se ha ido debilitando por el creciente diagnóstico de Washington de poner freno a la penetración china en diversos campos. La estrategia de “el perro del hortelano”, o sea, sugerir no comprar armamento chino pero no ofrecer una adecuada propuesta estadounidense, no da para más.
El actual gobierno de Argentina cerrará 4 años de anuncios sin concreciones en lo que se refiere a potenciar la capacidad disuasiva del país, con un próximo viaje de miembros del Poder Ejecutivo a China.
Seguramente Beijing hará un último intento para que se firme la compra de los JF-17 y o los blindados a rueda Norinco 8x8, que tal como pasa con el avión antes mencionado, tampoco es utilizado por los militares chinos.
La adquisición de un sistema de armas como son los aviones de combate de cuarta generación, es una opción estratégica de mediano y largo plazo. Por lo tanto, es un área en donde el saliente Poder Ejecutivo argentino debe poner dicha cuestión en una mesa de diálogo y consensos con los candidatos con las posibilidades de ser elegidos.
En los casos de Patricia Bullrich, la misma se ha expresado favorable a la incorporación de material bélico occidental y que es el preferido por nuestros militares por su confiabilidad y cadenas logísticas.
Por su parte, Javier Milei sostuvo que no buscará relaciones fluidas con el régimen comunista de China y que, de haberlas, serán entre actores económicos privados.