Cada tanto, la historia nos recuerda que el mal existe. Hay personas tan imbuidas de odio, fanatismo y violencia interior, que se proponen como único fin de sus vidas hacer el mayor daño posible. No les importa nada más, ni siquiera su propia vida. Es el mal en estado puro.
Eso es lo que vemos en las imágenes estremecedoras y escalofriantes del ataque de la organización terrorista Hamas a Israel. No solo masacran niños y ancianos, violan y mutilan mujeres y matan civiles inocentes adrede, sino que además lo muestran y hacen alarde de ello. Lo ven como propaganda a su favor. ¿Hasta dónde pueden llegar la inhumanidad y el cinismo?
No se puede plantear ningún “pero” ante esta infamia. Lo que ocurrió no es culpa de Israel. Sí, es cierto, en los bombardeos de Israel mueren inocentes, y toda pérdida de vida humana es una tragedia. Pero los bombardeos de Israel no buscan adrede víctimas civiles. Incluso alertan a los civiles para darles tiempo para evacuar. Son los terroristas de Hamas los que usan a sus propios conciudadanos como escudos humanos. Lanzan cohetes desde escuelas y hospitales, jugando con la vida de los palestinos, porque son fanáticos autoritarios que no les importa la vida humana.
Israel tiene derecho a defenderse del terrorismo. Podemos discutir cuál es la defensa más eficaz, cuál funcionará mejor a largo plazo, pero no se le puede negar a Israel el derecho a defenderse.
Otro punto importante es que Israel es una democracia liberal, mientras que Hamás es una organización terrorista que impuso un gobierno totalitario en la castigada Franja de Gaza. La disputa entre Israel y Hamas no es una guerra entre judaísmo e islamismo, ni entre Occidente y Oriente. Es una guerra de democracia contra autoritarismo, libertad contra esclavitud, racionalidad contra extremismo, humanidad contra cinismo.
Las primeras víctimas de Hamas no son los israelíes, sino los propios palestinos, que viven oprimidos, sin libertad de expresión, sin democracia ni derechos, en un entorno de terror y violencia cotidianas. ¿Por qué el mundo no reacciona contra Hamas como lo hizo contra ISIS? ¿Acaso no son lo mismo? ¿Hacía falta esta matanza para convencerse de ello?
Muchos pretenden legitimar a una organización terrorista, como Hamas, con la excusa de que sería víctima del Estado de Israel. Sería una reacción desmedida, pero comprensible y legítima, del pueblo palestino.
Eso no es cierto. Hamas oprime al pueblo palestino, y tiene en su propio estatuto el objetivo de eliminar al Estado de Israel. Esto nos remite al origen de este conflicto. Año 1947. La ONU aprueba la coexistencia pacífica de dos Estados, uno judío y otro palestino. Israel acepta esta partición. Empero, los dictadores del mundo árabe la rechazan. Le declaran la guerra a Israel, no una, sino varias veces. Israel se defiende, lucha durante décadas con sumo sacrificio, y vence frente a Estados más grandes y poblados, para defender su derecho a existir. Eso es lo que Hamas no tolera, que Israel exista.
Otro artilugio para legitimar a los terroristas es alegar que los palestinos estaban viviendo tranquilos y, de golpe, los judíos los invadieron y generaron un Estado propio en sus tierras. Eso tampoco es cierto.
El pueblo judío fue expulsado de allí hace muchos años. Es verdad. Pero, antes de la Segunda Guerra Mundial, había empezado un movimiento de migración. Muchos judíos compraron tierras y se radicaron allí porque era su tierra originaria y, para muchos de ellos, su tierra sagrada y prometida. Cuando se retiró el Imperio Británico, había allí población musulmana y judía. Por eso se resolvió crear un Estado judío y otro palestino.
Los líderes israelíes, democráticos, aceptaron la partición y se concentraron en darle una mejor calidad de vida a su gente. Llegaron a edificar una potencia económica, educativa y tecnológica en un territorio minúsculo y desértico, mientras se defendían de invasiones y ataques constantes. Los líderes islámicos, autoritarios, por el contrario, rechazaron la partición y se abocaron a destruir el Estado de Israel mientras oprimían a su pueblo.
La guerra contra Hamas debe ser tan amplia y contundente como la guerra contra ISIS. Destruir y erradicar a Hamas equivaldría a liberar del terror a palestinos e israelíes por igual. Sería un triunfo de la democracia y de la humanidad sobre las dictaduras y el terror.