Las imágenes y los testimonios son espeluznantes. La barbarie ejecutada por Hamas es imposible de ser asimilada y comprendida. Solo los que abrazan el fanatismo tan ciego e ignorante pueden desconocerla y avalarla despojándose de todo humanismo, negando los valores de consagración de la vida y la libertad que osan decir defender en nombre de la ideología que profesan, ultrajando los derechos humanos con los que se llenan la boca.
Únicamente el odio antisionista que es por esencia antisemitismo del más rancio, puede permitirse ignorar lo que Hamas representa. Desde su creación en su carta orgánica esta facción terrorista tiene como objetivo la destrucción del Estado de Israel. Su razón de ser y su accionar está inspirado en ello y tiene como financiador y sostén ideológico a la República Islámica de Irán. Son verdades absolutas que no resisten ninguna oposición.
Como pueblo cultor de la memoria, los judíos recordamos y homenajeamos permanentemente a nuestros antecesores en sus logros y sus pesares. Estudiamos la historia, acudimos a ella una y otra vez. Lo hacemos porque de ella aprendemos. Sus lecciones nos ayudan e inspiran en la construcción de un mundo mejor, sin violencia, discriminación ni exclusión. Son nuestros valores. Jamás aceptaremos las falsas analogías que imputan a Israel porque nunca es lo mismo el derecho a la autodefensa que el accionar del terrorismo fundamentalista. Nuestro ideario es la convivencia y la paz. Es la integración de todos los pueblos y naciones del mundo. Asi fue y será por los tiempos. El de los terroristas, la muerte y la destrucción.
Los hechos del presente nos llevan irremediablemente al pasado. Ante nuestros ojos se despliega un pogrom a escala inusitada.
Aquellas escenas de irrupción intempestiva y violencia infinita contra comunidades indefensas, que violaba, mataba, secuestraba destruyendo aldeas y poblados judíos en la Rusia Zarista; en Polonia tras la primera guerra mundial y que con tanto odio y sed de sangre llevaron cabo los nazis durante la Noche de los Cristales Rotos y durante la Shoá son las mismas que Hamas ejecutó el pasado sábado, en nuestro Shabat, en nuestras fiestas sagradas, justamente cuando celebrábamos Simja Torah, la fiesta de la Torah. Concluíamos su lectura para empezar nuevamente, como lo hacemos hace miles de años, para seguir aprendiendo y agradeciendo las posibilidades que la vida nos da.
Fue un pogrom sin lugar a dudas que dejó cientos de víctimas fatales, miles de heridos, traumas de por vida, destrucción y miedo, dolores y heridas para siempre. Que desnudó el odio más visceral mostrando una vez más al ser humano descender a los niveles más bajos e impensables que nada tienen que ver con el Islam que manchan y humillan. Un pogrom salvaje que dio comienzo a una guerra no deseada ni buscada.
Cuando pensamos que todo ya lo habíamos visto, la realidad nos golpea brutalmente y vuelve a hacerlo. Los asesinatos y secuestros indiscriminados a niños, jóvenes, adultos y ancianos, las vejaciones a las mujeres, los incendios de residencias y demás dan forma a la tragedia, que merece el repudio generalizado y contundente como también, el señalamiento y desprecio público de los cómplices que callan o abiertamente adhieren al terrorismo. Fundamentalmente los políticos, funcionarios, intelectuales que degradan así a nuestra sociedad. De los que se niegan a un minuto de silencio colectivo de oración y respeto que nos una en los esfuerzos por la paz justamente cuando el debate por la democracia nos convocaba. Que son indiferentes y olvidadizos que fue nuestro país, con muchos conciudadanos la víctima en dos oportunidades de ese mismo terrorismo alentado y solventado por Irán.
Al espanto y el dolor se agrega el odio antisemita que se despliega en las redes sociales sin solución de continuidad. Están los que se ocultan en falsos perfiles y los que se muestran abiertamente. Los extremos los unen, a derechas e izquierdas se encuentran en el mismo odio, el mismo prejuicio, desprecio y desconocimiento. Dejan ver la judeofobia que llevan en su sangre y que afloran apenas creen tener la oportunidad.
Un antisemitismo que le plantea al estado y a las instituciones de la comunidad judía agudizar el trabajo contra este flagelo, que llama a despertar las conciencias haciendo ver que el virus vive entre nosotros y es más fuerte del que creemos e imaginamos. Una realidad ante la cual la educación deberá dar sus mejores respuestas, sobre el cual la política debe ser firme.
AM ISRAEL AM EJAD, el pueblo de Israel es uno y es indivisible decimos permanentemente. KOL ISRAEL AREVIM ZE LA ZE, todo judío es responsable el uno por el otro nos enseñamos generación tras generación. Por ello la angustia es compartida y el dolor es el mismo en todos los rincones del mundo. Tan fuertes y profundos como nuestra convicción sobre que venceremos una vez más respondiendo a la agresión, defendiéndonos en el campo político - diplomático, con las fuerzas armadas y en la información pública. En la seguridad que nos reconstruiremos. Que seguiremos honrando y celebrando la vida, invitando a todos a sumarse, porque frente al terrorismo solo hay un lado en donde pararse y ese lugar es denunciarlo, enfrentarlo, combatirlo y destruirlo.
Honor a los caídos en Israel, que sus memorias sean benditas, que sus vidas sean ejemplo e inspiración.
AM ISRAEL JAI.