Los brutales ataques de Hamas, la Yihad Islámica y Hezbollah contra el pueblo israelí son parte de los intentos de la República Islámica de Irán por boicotear los Acuerdos de Abraham y, muy especialmente, las últimas conversaciones tripartitas entre Arabia Saudita, USA e Israel.
La ofensiva empezó primero en el Sur y luego siguió en el Norte, en una combinación imposible de lograr sin la conducción de Teherán y con un grado de ferocidad cuidadosamente programado para que Israel respondiera con todo su poder.
Los videos de los abusos cometidos contra las mujeres israelíes secuestradas, que Hamas subió a las redes sociales, además de mostrar actos repugnantes hacia la condición humana apuntaban al objetivo de que las Fuerzas de Defensa de Israel actuasen emocionalmente.
La respuesta militar del Estado agredido y la consiguiente secuela de vidas de civiles palestinos segadas constituyen “pérdidas admisibles”, y son parte del plan de Irán, cuya creciente relación militar con Rusia debe observarse con mucho cuidado ya que el régimen sirio está bajo la tutela de Moscú.
Los terroristas siempre consideran a los pueblos que sojuzgan como ”coberturas de masa” y a las víctimas civiles como potenciales “mártires”, aptos para conseguir más adherentes.
Pese a lo dramático de la situación en Israel, los responsables de organizar la represalia a los ataques tuvieron la entereza de informar, a través de todas las redes sociales a los civiles palestinos acerca del inminente bombardeo.
La advertencia israelí a los civiles de Gaza para que huyeran y se pusieran a salvo antes de responder a la ofensiva de Hamas fue desoída por los terroristas que “necesitan” víctimas para tratar de comprometer a varios países árabes en el declarado intento de “hacer desaparecer el Estado de Israel”.
Un drama inconmensurable se ha iniciado y es difícil saber cuándo y cómo terminará.