La memoria selectiva del kirchnerismo cuando de derechos humanos se trata

Poner en orden el país implica también saldar las deudas asumidas, sobre todo las morales

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Néstor Kirchner ordeba bajar los cuadros de Videla y Bignone
Néstor Kirchner ordeba bajar los cuadros de Videla y Bignone

El kirchnerismo falseó la historia, lo sabemos. Construyó un relato perverso que se inició cuando Néstor Kirchner despreció la verdad de los hechos ignorando la valentía y coraje de Raúl Alfonsín de constituir, pese a la negativa del peronismo, la Conadep, la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas y dar la orden para que se enjuicie a las juntas militares y los líderes de las organizaciones armadas. Que continuó luego con el endiosamiento de un sector de la juventud que consagraron la violencia y el terror como método de lucha y que por último, decide colocar bajo la lógica amigo/enemigo a todo aquel que se atreva a discutir o exigir derechos en la memoria colectiva.

Frente a ello entendimos la necesidad de iniciar un camino diferente, que tenía por objetivo unir a los argentinos. Escuchar, conocer y permitirnos explorar distintas posibilidades de encuentro fraternal en su verdadero significado, iniciando procesos virtuosos como otros países lograron hacerlo.

Es en ese ideario que en 2018, como Secretario de Derechos Humanos de la Nación, estuve en Formosa en el acto de conmemoración del ataque perpetrado en 1975 por Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 5 y que se conoce como Operación Primicia.

Fue la primera vez que un integrante del Poder Ejecutivo Nacional se hacía presente. Lo hice acompañado del Teniente General Claudio Pasqualini, entonces jefe del Ejército Argentino, siendo también la primera vez que un alto mando de la fuerza pudo concurrir, ya que Néstor Kirchner en su presidencia lo había prohibido

La referencia personal sirve, pues marcó el comienzo de un contacto personal y estrecho con los familiares de los soldados caídos en la defensa de la dependencia militar y la democracia. Aquella noche marcó el inicio de una hermosa relación de afecto y respeto con Jovina Luna, hermana del soldado Luna y muchos otros. El reclamo fue la escucha y asistencia del Estado, del respeto y reconocimiento negado a quienes dieron todo, incluso la vida, cumpliendo con el servicio militar obligatorio. De exigencia de justicia frente a los honores brindados a los atacantes y la indiferencia hacia los defensores.

Iniciamos el camino de diálogo, de la misma manera y sensibilidad que lo hicimos con muchos otros sectores de la sociedad y así llegamos al 4 de octubre de 2019, cuando en el Regimiento de Patricios, el presidente Mauricio Macri anunció el otorgamiento de un subsidio para las víctimas del ataque al RIM5. El subsidio contenía mucho más que el valor monetario, representaba el reconocimiento adeudado. El tributo merecido a quienes se enfrentaron contra los que atacaron la democracia, que no hacían flamear la bandera de los derechos humanos, mucho menos del estado de derecho. Era la lucha por el poder mismo y la instalación del discurso único y que luego el kirchnerismo vino a reivindicar.

En aquella oportunidad Macri afirmó: “Son trece vidas en cumplimiento del deber, quiero que sepan que el subteniente Ricardo Massaferro, el sargento Víctor Sanabria y los soldados Antonio Arrieta, Heriberto Dávalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Roberto Sosa, Marcelino Torales, Alberto Villalba y Hermindo Luna estarán para siempre en la memoria de todos los argentinos”.

Han pasado cuatros años, finaliza la vergonzosa gestión del cuarto gobierno kirchnerista y el subsidio no fue pagado. Una vez más la memoria del kirchnerismo y la defensa de los derechos humanos es selectiva y pone en evidencia la deshumano de la matriz kirchnerista.

Poner en orden el país implica también saldar las deudas asumidas, sobre todo las morales. Saber sanar heridas, ser capaces de comenzar un camino firme de convivencia democrática donde la exigencia primera es el reconocimiento mutuo, en el cual no hay jerarquías para la vida y tampoco en las muertes. Donde el terrorismo de todo signo sea señalado, repudiado y combatido. Convivencia y cultura de paz en la cual la dignidad de las personas sea el único objetivo.

Sin duda a partir del 10 de diciembre ese será el camino virtuoso que transitaremos.

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