Conclusiones de mi reciente paso por Buenos Aires

Durante la presidencia de Alberto Fernández aumentaron o se crearon más de veinte impuestos, se renovó la vigencia de varios, hubo inflación récord y, como consecuencia de todo ello, los activos argentinos se desvalorizaron de manera sustancial

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Sergio Massa, Javier Milei y
Sergio Massa, Javier Milei y Patricia Bullrich

Siempre es un placer para mí estar en Argentina.

Si bien es un país donde se convive con un gran nivel de incertidumbre en todo lo que depende de una u otra manera del gobierno de turno (marcha general de la economía, inflación, restricciones a la compra de dólares, regulaciones para enviar y recibir dinero hacia y desde el exterior, permisos para importar, retenciones, impuestos, reservas y demás) esta incertidumbre aumenta aún más en época electoral, llegando muchas veces a paralizar, por ejemplo, a quienes deben tomar decisiones de inversión o estructuración.

En ese contexto, el objetivo de esta nota es intentar llevar cierta, no diría tranquilidad, pero al menos previsibilidad a los lectores, junto con alguna recomendación.

Primera confirmación que me llevé de Buenos Aires: una reforma tributaria integral que implique una reducción relevante en el esfuerzo fiscal que hacen los pagadores de impuestos argentinos no es prioritaria para ninguno de los candidatos y, definitivamente, no se va a dar en el corto plazo.

El consenso que existe entre los equipos de trabajo de los principales candidatos es que, gane quien gane, y haga lo que haga, se vienen dos años muy difíciles para el país

Tampoco está en los planes la baja en el gasto público. No. Más allá de lo que alguno pueda pensar, ni La Libertad Avanza ni Juntos por el Cambio tienen en carpeta eliminar el nefasto impuesto a los bienes personales.

Segunda cuestión que queda clara, al menos para mí, es que, dado que reducir la brecha cambiaria sí es algo prioritario, al menos para los candidatos de la oposición, el costo real de los impuestos, y por ende el esfuerzo fiscal que realiza cada argentino, va a aumentar, al menos para los argentinos que tienen activos en el exterior.

Tercer punto: vi a Javier Milei mucho más contenido y cuidado por su entorno de lo que imaginé que estaba. Me da la sensación de que su “locura” o el personaje que construyó, o que es, no sería un escollo relevante a la hora de gobernar.

Me siguen preocupando la falta de experiencia y sobre todo de cintura política, la gobernabilidad en caso de no establecer alianzas de gobierno, la falta de equipo y el hecho de que en sus listas haya más massistas y conservadores que liberales.

No va a ser lo mismo desde el punto de vista de la construcción de poder que gane en primera o en segunda vuelta (obviamente, si es que finalmente gana) y tampoco va a ser menor que Ramiro Marra entre al balotaje con Jorge Macri o que sea Leandro Santoro quien lo haga.

Una reforma tributaria integral que implique una reducción relevante en el esfuerzo fiscal que hacen los pagadores de impuestos argentinos no es prioritaria para ninguno de los candidatos y, definitivamente, no se va a dar en el corto plazo

Con relación a Patricia Bullrich, la pregunta fundamental que me queda es la siguiente: sin duda es una mala candidata (quedó muy golpeada por la feroz interna del PRO, no sabe de Economía, no logra despertar entusiasmo en el votante y lo que sucedió en los últimos días con relación a la baja del impuesto a las ganancias dejo muy mal parada a la coalición que representa).

Pero ¿sería necesariamente una mala presidente también? Yo creo que no y que la campaña debería hacer foco en la gestión, no en la idea de cambio (que para el votante se vincula más con Milei) o en la protección de la Constitución o la democracia.

Más allá de sus tendencias mesiánicas, que en más de una oportunidad he criticado, Javier no representa una amenaza contra las instituciones democráticas y Sergio Massa, con todas sus limitaciones, es mucho más “institucional” que Cristina Kirchner y la Cámpora. Centrándonos en la gestión, la foto de hace pocos días de la candidata con gobernadores actuales, futuros y eventuales fue un paso en la dirección correcta, pero situaciones como la ausencia de la senadora Lucila Crexell cuando se discutían temas de relevancia son absolutamente contraproducentes a menos de un mes de la primera vuelta.

Finalmente, por primera vez en mucho tiempo las encuestas que manejan los tres sectores son muy similares. Dan 34% a 38% para Milei; 30% a 32% para Massa; y 22% a 24% para Bullrich.

El otro consenso que existe entre los equipos de trabajo de los principales candidatos es que, gane quien gane, y haga lo que haga, se vienen dos años muy difíciles para el país.

Más allá de lo que alguno pueda pensar, ni La Libertad Avanza ni Juntos por el Cambio tienen en carpeta eliminar el nefasto impuesto a los bienes personales

Ojalá sean los últimos dos de una caída que ya lleva 80 años y que el próximo presidente, más allá de quien sea, quede en la historia como aquel que dio inicio a un nuevo ciclo ascendente de Argentina.

Mientras tanto, y como siempre digo, ¡a proteger esos patrimonios!

Muchos recordarán que, la misma noche de las PASO de 2019 compartí con mis seguidores de redes sociales mis opciones para enfrentar lo que se venía (trust irrevocable y discrecional, mudanza internacional o vaselina). Lamentablemente, no me equivoqué.

Durante la presidencia de Alberto Fernández aumentaron o se crearon más de veinte impuestos, se renovó la vigencia de varios, hubo inflación récord y, como consecuencia de todo ello, los activos argentinos se desvalorizaron de manera sustancial.

Eso se suma al aumento del empleo informal, al hecho de que los salarios formales ya no alcanzan para cubrir la canasta básica, al crecimiento de la pobreza y de la inseguridad, y a la situación de recesión en la cual se encuentra el país.

Dado que no veo que la situación -al menos en lo que resta de 2023 y todo 2024- sea muy distinta, mantengo mis recomendaciones de 2019. Protegerse o padecer, esa es la cuestión.

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