Nuestro Servicio Sacerdotal de Urgencia en la Ciudad de Buenos Aires cumple 70 años, lo que representa 25.550 noches de gracia y misericordia.
Recordemos el Evangelio que nos inspira, cuando Jesús explicó a sus discípulos cómo sería el Reino de los Cielos: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; (....) estuve enfermo, y me visitasteis; ...” Y los justos respondieron: “Señor, ¿cuándo te vimos enfermo, y vinimos a ti?” Y la respuesta fue: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
El Servicio Sacerdotal de Urgencia (SSU) es un rostro misericordioso de Dios durante la noche, para que los enfermos y las familias que lo soliciten, reciban auxilio espiritual, y se encuentren con el Señor.
Su misión es poder llegar a los ancianos y los enfermos graves, los más necesitados de los sacramentos, “los más pobres entre los pobres”.
Cerremos los ojos y pensemos en una Guardia Médica, una experiencia personal -si la hemos vivido o fuimos testigos de ella-, o simplemente alguna escena de las series de televisión que tanto éxito tienen hoy en día.
Seguramente vendrá a nuestra mente una catarata de procedimientos urgentes, un protocolo casi perfecto. Un cuerpo de profesionales detenidos en el tiempo, sin nada ni nadie que pueda interponerse entre ellos y aquellas maniobras de reanimación cardiopulmonar, atención hemodinámica, respiratoria o quizás neurológica, a las que están febrilmente abocados. Los mueve un solo objetivo, preservar la vida.
Volvamos ahora al Servicio Sacerdotal de Urgencia. Misma situación acuciante, peligro de vida. El médico es sacerdote. El procedimiento: la confesión -cuando hay conciencia-, la Comunión -si fuera posible- y siempre, la Unción de los Enfermos. El objetivo: salvar la Vida, asegurar la Vida Eterna. ¿Para qué? ¡Para que vaya al Cielo!
En cuanto al protocolo: en la sede del Servicio, el laico que está de guardia responde el llamado que solicita la asistencia (en el tradicional 4801-2000). Es entonces que otro voluntario se traslada con su automóvil y acompaña al sacerdote a visitar al enfermo en su domicilio particular, o en un centro de salud.
Esto sucede todas las noches del año, sin excepción, entre las 21.30 y las 6. Un servicio pastoral que fue, es y seguirá siendo gratuito, porque se trata de llevarles atención espiritual y sacramental a los “hermanos más pobres entre los pobres”, los enfermos.
Un alma que vaya al cielo justifica mil horas de guardia.
Un Seguro de Vida
Es hermoso comprender que la Unción está especialmente destinada a reconfortar a las personas que sufren el dolor de la enfermedad o la proximidad de la muerte. Esta Gracia ocurre en el interior de cada persona, aunque exteriormente poco o nada notemos. Nos trae consuelo, paz y confianza en Dios para que superemos las tentaciones de desaliento y de angustia acerca de la muerte. Más aun, concede el perdón de los pecados. Es la misericordia infinita de Dios en forma milagrosa la que actúa. Aun en la inconciencia de un paciente en coma, la Gracia actúa. Sin que nosotros entendamos, aun si nuestra fe no fuera suficientemente fuerte para creer, la Gracia que proviene del Espíritu Santo, actúa.
Los integrantes del SSU creen en los milagros, los constatan, porque tienen la posibilidad de llevar a Cristo mismo en ese sacramento.
En algún momento se creyó que la Unción se daba casi exclusivamente a los moribundos, en el final de la vida, como una especie de condena de muerte. Era la llamada Extremaunción, que llevó al temor de muchos, que hasta lo pidieron a escondidas para que el enfermo no se enterase, “para no asustarlo”. Otros la retrasan hasta el último instante.
Pero en realidad es lo contrario: la Unción de los enfermos es una especie de seguro de vida. Quien acompaña como cristiano a un enfermo debería quitarle todo falso miedo. De hecho, la mayoría de los que están seriamente en peligro, presienten de forma intuitiva que en ese momento no hay para ellos nada más importante que arrimarse rápida e incondicionalmente a aquel que superó la muerte y es la misma vida: Jesús, el Salvador.
Fuera de esa situación, el momento oportuno es cuando sufrimos una enfermedad grave, en caso de un tratamiento difícil o extenso, una operación, o cuando llegamos a la vejez y nuestras fuerzas se debilitan, aunque no estemos propiamente enfermos.
La Unción de los enfermos otorga consuelo, paz y ánimo, y une al enfermo, en su situación precaria y en su sufrimiento, de un modo más íntimo con Cristo. Porque el Señor pasó por nuestros miedos y llevó en su cuerpo nuestros dolores.
En algunas personas, la Unción de los enfermos logra la curación corporal. Pero si Dios quiere llevarse consigo a alguien, la Unción le otorga la fuerza para todas las luchas corporales y espirituales en su último viaje. En cualquier caso, la Unción de los enfermos tiene el efecto de perdonar los pecados.
El Servicio es como el “Buen Ladrón”, capaz de “robar” el Cielo en el último minuto
Comparto una anécdota. Una noche, se recibe un llamado como muchos otros, aunque en este caso no era de un familiar, ni de un amigo del enfermo; era un sacerdote que solicitaba la asistencia; uno que además, pertenecía a un SSU de una diócesis del interior del país. Minutos antes, le habían informado que tenían un donante para el trasplante de corazón que tanto había esperado. Eran las 3.30 de la madrugada, y en el Instituto Cardiovascular Favaloro ya preparaban al paciente para la intervención. Gracias a Dios se llegó a tiempo, y la Providencia hizo después lo suyo. El padre se restableció en una parroquia local, y días después fue dado de alta.
Dijo San Juan Pablo II en 1987 con ocasión de su visita a la provincia de Córdoba: “Sé que, como fruto de una iniciativa de esta ciudad, se creó el primer Servicio Sacerdotal de Urgencia, a través de él cada noche sacerdotes y laicos en vigilante espera, se movilizan para atender el llamado de Cristo a través de sus enfermos. Sé también que este hermoso ejemplo se ha multiplicado en diversas diócesis de la Argentina. Me da mucha alegría, y los aliento a continuar en este esfuerzo apostólico mediante el cual se hace visible la solicitud de la Iglesia, que vela día y noche por sus hijos más necesitados”.
El Papa Francisco
Jorge Bergoglio perteneció al equipo del Servicio Sacerdotal de Urgencia cuando vivía en Buenos Aires. Ya papa Francisco, destacó en una carta esta obra como “propia de la misericordia cristiana”, que “acude con afecto y asiste con ternura a los enfermos”.
“Que nuestras manos estrechen sus manos, acercándolos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad”.
“Os aliento a continuar en este esfuerzo apostólico mediante el cual se hace visible la solicitud de la Iglesia, que vela día y noche por sus hijos más necesitados”.
[El autor es miembro de la Comisión Directiva del Servicio Sacerdotal de Urgencia]