Se conocieron los datos oficiales de pobreza correspondientes al primer semestre del año: una vez más fueron desoladores.
El 40,1% de la población argentina es pobre. Llevado a números concretos hoy existen 18.500.000 personas en el país que no cubren sus necesidades básicas. Cuando se ahonda en el detalle los números resultan aún más preocupantes: desde la asunción del Gobierno de Alberto Fernández se han creado 2.120.000 nuevos pobres, a razón de 1.662 por día. La destrucción de la clase media resultó brutal.
La indigencia es una de las caras más duras de nuestra realidad: 9,3% de la población no llega a alimentarse como corresponde. También lo ocurrido durante el actual gobierno resulta devastador en materia de indigencia: cerca de 560.000 se sumaron a los que no logran llevar un plato de comida a sus mesas. Hoy existen cerca de 4.300.000 de argentinos que tienen problemas para alimentarse.
Sin lugar a dudas el dato más dramático radica en los niños menores de 14 años. Allí la pobreza asciende al 56,2%, lo que implica que la mayoría de los chicos se encuentran tristemente por debajo de la línea de pobreza. El dato más cruel seguramente sea el de la indigencia infantil: el 13,6% de los chicos menores de 14 años no logra alimentarse como corresponde. Por cada 1.000 chicos hay 136 que no logran cubrir su alimentación más básica. Estos chicos que dentro de algunos años serán quienes tengan la responsabilidad de llevar a la Argentina hacia un futuro mejor hoy no se los está alimentando, por lo que tampoco se los educa como corresponde: el futuro está hipotecado.
El futuro se apaga y la dirigencia política no parece estar entendiendo que el tiempo poco a poco se está agotando
La mayor cantidad de pobres se ubica en el conurbano bonaerense donde el 47% de su población es pobre y el 11,6% vive en condiciones miserables. Los mayores porcentajes de pobreza se ubican en el Gran Resistencia, en Concordia y en el Gran San Luis.
Solo para ponerlo en perspectiva, en Argentina hay tantas personas pobres como habitantes hay en Chile, tantos como la población de Uruguay multiplicada por seis, la de Noruega multiplicada por cuatro, la de Paraguay multiplicada por tres, la de Bolivia multiplicada por dos o la de las Islas Malvinas multiplicada por 6.900.
Cuando la comparación se hace contra la pobreza informada por los diferentes países de la región los datos tampoco son alentadores. Exceptuando a Venezuela (donde la pobreza ronda el 94% de su población), Argentina parece ser uno de los países más deteriorados: en Colombia la pobreza es del 36,6%, en Bolivia del 36,3%, en Perú del 27,5%, en Paraguay del 24,7%, en Brasil del 22,3%, en Uruguay del 9,1% y en Chile del 6,5%.
La Argentina atraviesa una de sus crisis más profundas: inflación descontrolada, salarios reales en caída libre -y en los niveles más bajos de las últimas décadas-, una moneda al borde de la desaparición, aislados del mundo y con una presión impositiva récord que impide cualquier posibilidad de que aparezcan inversiones. De no hacer los cambios que la realidad está pidiendo a gritos el país se transformará en algún momento en un gran mar de pobreza del que no tendremos la posibilidad de salir. El futuro se apaga y la dirigencia política no parece estar entendiendo que el tiempo poco a poco se está agotando.