Si María Elena Walsh viviera, encontraría una nueva y estupenda fuente de inspiración para reescribir su famosa canción El reino del revés.
“Vengan a ver cómo es el Reino del Revés”, dice la archiconocida canción que sobrevuela entre el realismo mágico, la fantasía infantil y una notable crítica social.
Lo que acaba de suceder en el Municipio de Morón corresponde, sin duda, a un nuevo género de realismo maléfico entreverado con la más siniestra apología del malvivir.
¡Vengan a ver este gran circo del conurbano bonaerense donde el mundo realmente se pone patas para arriba!, tal vez cantaría hoy María Elena. Ya en abril de 2022, autoridades municipales publicaron un folleto en ocasión de un festival benéfico dedicado a los jóvenes “moronenses”, curiosamente denominado “La Minga”. El objetivo del mismo era difundir consejos para quienes deseaban iniciarse en el mundo de las drogas, recomendando que el consumo se hiciera en un marco de “cuidado o control de posibles daños”. Decía: “Si te vas a drogar, tomá poquito y esperá a ver cómo reacciona tu cuerpo”. ¡Hasta Doña Disparate se caería de espaldas ante tamaño desatino!
En estos días, el señor Lucas Ghi, polémico intendente de esta comuna, tristemente célebre por ser una de las más peligrosas en razón de su alto índice de crímenes y delitos, decidió redoblar su apuesta. Luego de mucho pensar, ofreció esta inédita manera de “prevenir” la criminalidad: creó una “Dirección de atención para delincuentes” (sic).
Cuando ellos mismos se dieron cuenta del tremendo desatino que habían engendrado buscaron suavizar la cosa, diciendo que lo que en realidad querían hacer era crear un “Acceso a Derechos de personas privadas de libertad y a sus familias “.
Estimado lector: no se desmaye. Leyó bien. ¿No es conmovedora semejante sensibilidad social? ¿Se fundamenta acaso esta magnánima inquietud en la prevención de ulteriores delitos? ¿Se entiende? Se apunta a “asistir” a aquellas familias a las que su “proveedor” (léase “de profesión delincuente”) haya sido detenido y privado de su libertad por haber cometido hechos ilícitos y, por lo tanto, su familia “injustamente” haya quedado inmersa en una situación de “vulnerabilidad”.
¿Se imagina si María Elena Walsh hubiera tenido la oportunidad de asistir a semejante desquicio? Otra que el El reino del revés. Ni imaginar si Les Luthiers hubieran tenido este increíble dato. Quién sabe qué nombre le hubieran puesto a sus célebres y disparatadas chacareras…
Bajo el título de “Asistencia a personas detenidas y sus familias”, ofrecen: 1) asistencia alimentaria, 2) interposición de habeas corpus, 3) asesoramiento sobre consultas jurídicas frecuentes y 4) acompañamiento psicológico a las familias de jóvenes institucionalizados. Es decir, jóvenes díscolos que se dedican a delinquir amparados en su minoría de edad (pasaporte seguro a una frondosa carrera delictiva) y que, sin ser alcanzados por el azote de la ley, gozan de mayores beneficios junto a sus familias que quienes padecieron el hecho delictivo. Recuérdese aquí que el Estado ya le provee al criminal una representación letrada gratuita, servicio de sanidad, comida y hasta educación en sede penitenciaria, si así lo deseara el interno.
Desde hace años, Usina de Justicia brega por obtener similares derechos para las Víctimas de los delitos de la inseguridad. ¿Quién defiende los derechos de los hijos del médico Juan Cruz, asesinado en ocasión de robo callejero? ¿Quién consuela a la viuda y a los familiares del ingeniero Barbieri, quien “no quería morir”, y hasta fue acusado por estar en los bosques de Palermo a esa hora de la noche, según la habitual canallesca inversión de roles y de culpas entre víctima y victimario? ¿Cómo explicarle a la mamá de Morena, cuya vida, a sus lozanos 11 años y por un celular, fue arrebatada por dos motochorros, que éstos y sus familias serán “asistidos” por el Estado? Sólo por nombrar algunos casos que venimos acompañando desde nuestra Asociación. La lista de víctimas mortales de delito común es tan larga como dolorosa. Aquí no cabe ni la ironía ni la humorada. Aquí hay dolor, llagas en el alma, carne viva, que no encuentran paz. A los dolientes se les debe ofrecer justicia justa, amparo moral, respeto a su dolor. Es inmoral e indecente que un intendente ose ignorar el dolor de las víctimas y se ocupe más de quienes lo ocasionan impunemente, antes que bregar por el saneamiento de su comuna. Esto se llama lisa y llanamente apología del delito.
Luchamos, exigimos y necesitamos respeto por nuestro duelo. Reparación a través de la Justicia justa. Los derechos de las víctimas deben ser considerados como una prioridad absoluta.
En un verdadero Estado de Derecho, no puede ni debe existir ningún “Reino del revés”.