Buenos Aires, el último round del kirchnerismo

El 13 de agosto fue el principio del fin. Cayó Santa Cruz, la cuna, pero todavía queda el último refugio

Axel Kicillof y Cristina Kirchner

Después de la histórica derrota del 13 de agosto en Santa Cruz, a los Kirchner solo les queda el último refugio antes de que los alcance la Justicia: la provincia de Buenos Aires.

El territorio feudal tiene su centro en el empobrecido partido de La Matanza que -siguiendo el estilo de la Edad Media- es el bastión en caso de ataque por fuerzas enemigas. Solo que los enemigos ya no son los de antes, cuando la fiesta parecía interminable y Cristina Kirchner y sus adláteres ejercían una lógica binaria para sostenerse en el poder eternamente.

Los medios hegemónicos, el imperialismo del Norte, la oposición antipatria, Macri, los fondos buitre: siempre hubo alguien a quien echarle la culpa de los propios fracasos.

Los vecinos ya los echaron de Santa Cruz con el poder inapelable del voto. Porque de aquel “vamos por todo” articulado en Rosario ya no queda casi nada, como una sábana vieja y deshilachada.

Uno por uno van cayendo los reductos del populismo que los kirchneristas supieron conseguir a fuerza de una distribución más que generosa de los dineros públicos, de manera arbitraria, clientelista y siempre con oscuros manejos.

Pero nada es para siempre.

El kirchnerismo creía que podía ganar la provincia de Santa Cruz una vez más -como ocurrió desde 1991 en forma ininterrumpida y gracias a esas artimañas electorales como la Ley de Lemas y la reelección indefinida- pero en su soberbia ignoró las señales que estaban en el aire.

Ignoraron que en la cuna del engendro feudal, que luego extenderían por casi todo el país, una rebelión mansa iba creciendo por pueblos y ciudades.

¿Y saben por qué? Veamos.

Un interminable conflicto con los docentes hizo insoportable la fidelidad de los padres. Uno de ellos, desconsolado, me paró en una calle de Río Gallegos y me dijo: “Tengo cinco hijos, amigo. ¿Y sabe qué? No sé qué hacer con ellos. No saben nada. Ni estudios, ni trabajo. ¿Qué futuro van a tener?”.

La salud pública se convirtió en algo inalcanzable, por el deterioro edilicio, por la falta de profesionales, por la obsolescencia de la aparatología.

Entonces, los santacruceños se hartaron. Se cansaron de la mentira persistente. Los K se llenaban la boca con el “Estado presente”.

Y resulta que es precisamente eso fue lo que dejaron de lado, lo que abandonaron: chicos sin clases, hospitales sin médicos, inseguridad creciente (hace dos años desapareció Marcela López y los medios afines al Gobierno ni siquiera la mencionan), Justicia arbitraria y selectiva, siguiendo el ejemplo garantista de Zaffaroni.

Alicia Kirchner fue derrotada por Claudio Vidal

Por eso, este año decidí competir contra el kirchnerismo como candidato a gobernador.

Había que desalojarlos del poder. Ellos juntaron todas sus fuerzas y usaron los dineros públicos a mansalva. No pudieron.

Desde el PRO, y junto con los partidos provinciales Encuentro Ciudadano y MOVERE, acompañamos a Claudio Vidal, líder peronista proveniente del sindicalismo petrolero, en las elecciones que le pusieron fin a 32 años de poder discrecional, de autoritarismo, de colonización de los tres Poderes del Estado, de nepotismo, de irregularidades en el otorgamiento de la obra pública.

Y ganamos, contra todos los pronósticos.

En paralelo, la gobernadora delegada, Alicia Kirchner se fue convirtiendo en el símbolo del fin de ciclo. Una sombra. Con estos datos, Cristina Kirchner, más que preocupada por sus problemas con la Justicia, espació cada vez más sus visitas.

Máximo Kirchner ya había abandonado la matriz del feudo cuando cayó en la cuenta de que los santacruceños ni lo registraban y eligió acompañar a su madre para librar la madre de todas las batallas en la provincia de Buenos Aires. La última frontera, el refugio.

Tantos años en el poder y a fuerza del método propagandístico goebbeliano (“Miente, miente, que siempre algo queda”) el kirchnerismo logró durante mucho tiempo (¡décadas gobernando Santa Cruz como una estancia..¡) anestesiar la rebeldía de la gente.

Y por mucho tiempo lograron que los ciudadanos naturalizaran hasta los actos ilícitos. Con resignación: “Total, ellos siempre ganan”.

Pero no. Nada es para siempre. El 13 de agosto fue el principio del fin para el kirchnerismo.

Cayó la cuna, pero queda el último refugio.

La guarida de los empobrecidos cordones del conurbano bonaerense. Allí donde el trabajo genuino, digno, fue reemplazado por las dádivas, allí donde se reparten electrodomésticos y bolsones de comida a cambio de votos.

Para colmo, las elecciones provinciales resultaron casi todas adversas.

¿Puede volver a repetirse lo de Santa Cruz?

Puede. Porque si alguien sufrió como nadie estos últimos cuatro años de espanto, con un gobierno ausente ,insensible, son los habitantes bonaerenses. En ese conglomerado de descontento -Buenos Aires concentra más del 40 por ciento de los votos del país- los Kirchner planean resistir hasta el final, para que la Justicia no los alcance.

Ahora, a partir del 10 de diciembre, cuando Patricia Bullrich sea presidente y Néstor Grindetti gobernador de la provincia, habrá que poner las cosas en orden, arreglar el estropicio que dejará Kicillof (un zafarrancho similar al que dejó con la estatización de YPF) y recuperar la racionalidad.

Habrá que combatir lo que sea nefasto: la droga, el delito, el populismo y la demagogia. Habrá que sanear la economía y recuperar las buenas costumbres que nos legó la Argentina que era admirada en el mundo: esa Argentina que celebraba el trabajo, el mérito, la escolaridad y los abanderados.

Poner orden, asegurar la seguridad, crear trabajo genuino, barrer a los vagos y a los punteros que viven de los planes, volver al mundo libre y abandonar la compañía de dictaduras como la de Venezuela y Nicaragua.

Ya cayó en Santa Cruz el feudo del origen, falta ahora que se derrumbe la guarida que los K construyeron en la provincia de Buenos Aires.

Finalmente esto va a ocurrir porque la gente está harta de trabajar a destajo para que otros vivan de arriba, de los planes, harta de los chorros que matan por un celular, harta de los barones del conurbano millonarios que gobiernan partidos sin agua potable, cloacas o luz.

Esto ocurrirá en la provincia de Buenos Aires como ya ocurrió en Santa Cruz. Ya no habrá para los Kirchner geografía de escape.