Patricia Bullrich ahora mira a Meloni y Milei sigue observando a Trump

La candidata de Juntos por el Cambio, y también Macri, evalúan el crecimiento de la dura gobernante italiana. Y el libertario sigue apostando al regreso del ex presidente de EE.UU

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Patricia Bullrich, Giorgia Meloni, Javier Milei y Donald Trump
Patricia Bullrich, Giorgia Meloni, Javier Milei y Donald Trump

Es un tiempo de un mundo sin líderes. No lo es Joe Biden, a pesar de presidir la primera potencia del planeta. Aunque pudo serlo, no es líder el francés Emmanuel Macron. Por recién llegado, no lo es el británico Rishi Sunak. Y por contraste con su antecesora, tampoco lo es el socialdemócrata alemán Olaf Scholz. Es sideral la distancia con Angela Merkel, a quien se extraña desde que dejó la política y se dedica a comprar verduras en el súper.

Quien siempre ha sido una admiradora del estilo eficaz y austero de Merkel es Patricia Bullrich. En el arranque de la campaña, cuando empezaba la carrera para vencer a Horacio Rodríguez Larreta, le buscaban vestidos, zapatos y bijouterie parecidos a los de la canciller alemana. Y evidentemente le resultó. Pero, ahora, Patricia está mirando a otra dirigente europea que empieza a destacarse en el mundo: la italiana de derecha, Giorgia Meloni.

Meloni sorprendió al mundo hace once meses cuando ganó las elecciones y se convirtió en la primera mujer en llegar a jefa del gobierno italiano. Venía de la extrema derecha, de cierta simpatía histórica con el fascismo y de una familia de clase media baja en la que se acostumbró a las frases contundentes y a no dejarse amilanar por las batallas ásperas. Sus discursos bien encendidos provocaban la euforia de sus nuevos fanáticos.

Giorgia Meloni la dirigente política seguida de cerca por Patricia Bullrich (REUTERS/Bernadett Szabo/File Photo)
Giorgia Meloni la dirigente política seguida de cerca por Patricia Bullrich (REUTERS/Bernadett Szabo/File Photo)

El último domingo, y después que llegaran más de 10.000 africanos en 200 barcos a la isla italiana de Lampedusa, Meloni se llevó al puerto a la mismísima presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para mostrarle el rostro salvaje de la inmigración que llega cada día a las costas de Italia, Grecia o España a través del mar Mediterráneo o del océano Atlántico.

La rubia italiana miraba desafiante a la rubia alemana, que estaba casi al borde del desmayo frente al desfile de tunecinos que se arriesgan a recorrer 150 kilómetros para cambiar de vida, y que en muchos casos la pierden. Meloni ha moderado un poco su estilo político tras un año en el poder, y ha conseguido captar la atención como una líder que busca soluciones pragmáticas.

Todavía está a años luz de los dieciséis años en el poder de Angela Merkel, pero Meloni ya tiene unos cuántos seguidores secretos. Entre ellos están Patricia Bullrich, que le ha prestado atención a sus políticas duras sobre seguridad e inmigración, y está también Mauricio Macri, unido desde siempre a Italia por los lazos familiares que van hasta Sicilia. Si Giorgia puede gobernar un país caótico como Italia, tal vez haya ahí una lección para Argentina.

Aunque lo metió en un lío bárbaro cuando Javier Milei le dijo que lo quería como un súper canciller en un eventual gobierno suyo, Mauricio Macri insiste en armar puentes internacionales para el próximo gobierno. Este viernes, en la Legislatura de Buenos Aires, le armará un seminario de ex presidentes para que Patricia se luzca en el discurso de apertura.

Lo organiza con la Fundación Internacional para la Libertad, que preside el Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, y estarán presentes el chileno Sebastián Piñera, el español José María Aznar, el mexicano Felipe Calderón y el ex juez brasileño Sergio Moro. El elenco estable de los liberales iberoamericanos que se despegan del populismo de derecha extrema, al estilo de Vox o de Jair Bolsonaro. Antes abjuraban de Giorgia Meloni, pero ya no. Hay que seguir ese hilo.

En el equipo de política exterior de Patricia Bullrich está al mando el ex presidente Federico Pinedo, quien será canciller si Juntos por el Cambio logra llegar a la Casa Rosada, y algunos de los dirigentes que lo acompañan son el ex funcionario macrista, Fulvio Pompeo, los ex embajadores Mariano Caucino y Diego Guelar, más Fernando Straface y Jorge Faurie, quienes formaban parte del equipo de Rodríguez Larreta y se sumaron al de Bullrich después del desenlace en las primarias del 13 de agosto. Tienen buenos lazos con el Partido Demócrata en EE.UU., pero también con el Republicano. Lo mismo con la Unión Europea y América Latina, donde son claves el vínculo con España y con Brasil.

Mauricio Macri hizo una recorrido por Córdoba (Mario Sar)
Mauricio Macri hizo una recorrido por Córdoba (Mario Sar)

A diferencia de la mirada de política exterior más amplia que tiene Bullrich, Javier Milei ha dicho en forma tajante que los dos países indispensables en los vínculos de la Argentina van a ser Estados Unidos e Israel. En el primer caso, el candidato de la Libertad Avanza ha dejado en claro que su nexo favorito es con Donald Trump, quien enfrenta una investigación judicial por denuncias de intento de copamiento del Parlamento luego de la ajustada derrota en las elecciones de 2020 frente a Joe Biden.

Pese a las dificultades judiciales de Trump, son mayoría los dirigentes republicanos (y también muchos de los caudillos demócratas) que temen y admiten la posibilidad de una nueva victoria y un inesperado regreso al poder del empresario polémico.

Hace poco más de una semana, Milei difundió en las redes sociales una entrevista que le hizo el influencer periodístico Tucker Carlson, defensor público del trumpismo y despedido de la Cadena Fox News por haber acusado de fraude electoral a las empresas que hicieron el escrutinio. Las compañías llevaron a juicio al periodista y a la emisora; lo ganaron y Fox fue condenada a pagar unos 800 millones de dólares. Carlson fue despedido de inmediato. En EE.UU. no hay buen rating que compense una pérdida semejante de dinero. La trompada invisible del mercado.

Foto de archivo del candidato presidencial del partido ultraderechista La Libertad Avanza, Javier Milei. (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)
Foto de archivo del candidato presidencial del partido ultraderechista La Libertad Avanza, Javier Milei. (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)

Milei también ha desarrollado un vínculo sorprendente y muy sólido con sectores religiosos de Israel y ha declarado que la embajada argentina, si él es elegido presidente, pasará de estar en Tel Aviv como ahora para situarse en Jerusalem. La ciudad es el epicentro del enfrentamiento entre israelíes y palestinos, y el traslado de las embajadas a esa urbe religiosa es considerado una afrenta por la dirigencia musulmana. Es lo que hizo Trump durante su mandato. Y es lo que quiere hacer Milei si triunfa.

El candidato a presidente de La Libertad Avanza ha declarado también que las relaciones con China y con la Rusia de Vladimir Putin no serán prioritarias si gana las elecciones. Del mismo modo, se ha mostrado muy crítico con el presidente de Brasil, Inacio Lula Da Silva, y despectivo de las chances del Mercosur.

El Mercosur es una unión aduanera de mala calidad que produce desvío de comercio y que perjudica a cada uno de sus miembros”, fue la definición de Milei sobre el Mercosur.

En realidad, lo que pesa más en la hostilidad del candidato libertario hacia el vínculo con Brasil es el perfil ideológico de Lula, más volcado hacia la izquierda en los últimos años, aunque eligió eligió a un vicepresidente de derecha moderada como Geraldo Ackmin para equilibrar su fórmula electoral y terminar venciendo por escaso margen al derechista extremo, Jair Bolsonaro.

Si Javier Milei llega finalmente a la Casa Rosada, habrá que ver cómo define las líneas de la política exterior de la Argentina. En cuarenta años de democracia, el período más pronorteamericano del país ha sido durante la gestión de Carlos Menem. Pero aún enviando naves a la Guerra del Golfo y siendo aliados extra OTAN, el riojano peronista siempre conservó el nexo vigente con Brasil.

El teorema de Baglini, que explica como la moderación se impone cuando se ingresa en el círculo sensible del poder, tendrá una enésima prueba si Milei se convierte en presidente.

Si Richard Nixon se abrazó con Mao Tse Tung en 1972, ¿porque no podría el libertario excéntrico darse la mano con Lula en un encuentro bilateral? Todo está por verse en ese laboratorio permanente del fracaso en que se ha convertido la Argentina.

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