Ni marxista, ni populista, ni peronista: es el papa de las Bienaventuranzas y Mateo 25

El mensaje del Santo Padre transciende cualquier movimiento político. Francisco es un cristiano en el sentido más profundo y lleva adelante la palabra de Cristo

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El papa Francisco durante la
El papa Francisco durante la audiencia general de los miércoles. Foto: EFE

Desde el comienzo de su pontificado y especialmente tras la publicación de la Encíclica “Laudato si”, algunos sectores políticos y varios periodistas intentan encuadrar la figura del papa Francisco con ideologías y corrientes partidarias. Sin embargo, la centralidad del tema de la justicia social en los discursos de Francisco no se puede extrapolar de los contenidos de la Doctrina Social de la Iglesia y de ahí derivan las continuas referencias a la dignidad humana, la ayuda a los refugiados y el cuidado de la tierra entendido como ecología humana total.

Estos temas no son nuevos. Ya en 2009, el entonces Cardenal Bergoglio —arzobispo de Buenos Aires y presidente del Episcopado argentino— explicaba que el principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia es la inviolable dignidad de la persona de la que todos participamos, ya que todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios. De este deriva otro principio que orienta la actividad humana: el hombre es el sujeto, principio y fin de toda la actividad política, económica y social.

A este respecto, Bergoglio resaltaba que según el Concilio Vaticano II “las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre miembros de nuestra sociedad, en nuestro pueblo, son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional”.

La opción preferencial por los pobres —sobre la cual el Concilio había despertado nuevamente la conciencia, en Medellín, en el encuentro de los obispos latinoamericanos post Vaticano II— cobró un vigor fundamental. En aquella ocasión se habló de la opción preferencial por los pobres para salir con ellos de la pobreza, luchando contra la injusticia. Ello, porque tal como explicaba monseñor Eduardo Pironio, Secretario de la Conferencia, “cuando el hombre toma conciencia de la profundidad de su miseria, se va despertando en él hambre y sed de justicia verdadera, que lo prepara a la bienaventuranza de los que han de ser saciados”.

El papa propone un desafío
El papa propone un desafío difícil en una sociedad global marcada por los avances tecnológicos y por las desigualdades. Foto: EFE

De esta iglesia se nutre el papa, quien en la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Brasil en 2013 declaró que su programa son las Bienaventuranzas y Mateo 25. De esta forma, a cada crítica recibida podríamos responder con las bellas palabras que nos lega el Sermón de la montaña:

—Los candidatos del Partido Republicano estadounidense y la Cadena Fox lo tildaron de ser marxista por las críticas realizadas al sistema capitalista que hizo primero en la exhortación “Evangelii Gaudium” y luego en la encíclica “Laudato si”, denunciando las disparidades sociales, la explotación y exclusión de los más pobres que dicho sistema comporta (Bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de los cielos).

—El politólogo Giovanni Sartori lo culpó de ocuparse de temas que no competen a la Iglesia por haber instado a no rechazar a las personas migrantes y a los refugiados (Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia).

—El periodista Antonio Socci, sumándose a las críticas de Sartori, acusó a Francisco de callar sobre las masacres de cristianos. Pese a ello, consta que el 9 de agosto de 2014 el Papa Francisco envió una carta al Secretario General de la ONU, pidiendo justamente seguridad y ayuda humanitaria para los cristianos perseguidos por las milicias del Estado Islámico en Irak. Además, el santo padre ha recordado la tragedia de los cristianos perseguidos en todos los mensajes y durante todas las celebraciones más importantes que han tenido lugar en el Vaticano. (Bienaventurados seréis cuando por causa mía, os insulten y digan toda clase de calumnias contra ustedes, alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos).

—Sandro Magister de L’Espresso lo acusa de ser populista por su discurso a los Movimientos Populares en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, donde dijo que todos tienen derecho a tener “Techo, Tierra y Trabajo” y que el futuro de la humanidad “está fundamentalmente en manos de los pueblos” (Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados).

—Y finalmente, la prestigiosa revista The Economist lo llamó peronista por su decisión de visitar Cuba antes que Estados Unidos y su elección de visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay, los tres países con gran población amerindia, calificando todo estos gestos como la prueba de su sueño de construir la Patria Grande. (Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios).

Inútil recordar que el concepto de “pueblo” al que se refiere el papa Francisco y en particular el concepto de “Pueblo de Dios” no deriva ni del populismo, ni de alguna corriente del peronismo. Al contrario, como explica el teólogo argentino Juan Carlos Scannone S.J., esa era una “noción ya utilizada por el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium”. Lo que muchos intelectuales parecen ignorar, es que los postulados doctrinarios del peronismo beben explícitamente de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, por ejemplo, de encíclicas sociales como la Rerum Novarum de León XIII (1891), y la Quadragesimus Annus de Pío XI (1931).

El mensaje del Santo Padre transciende cualquier movimiento político. Se trata de volver a poner el hombre al centro de lo político y eso no tanto como “ciudadano” o como “sujeto económico” sino como “persona dotada de una dignidad trascendente” como pidió en su visita al Parlamento de Estrasburgo, el 25 de noviembre de 2014.

“El papa Francisco lleva la caridad hasta la política”, me dijo el Profesor Alfredo Luciani, fundador de la Asociación Internacional Misioneros de la Caridad Política. En este sentido, la caridad no debe ser entendida como compasión o asistencia, sino como una forma de “amor social”. Un sentimiento similar al que unía a los primeros cristianos de la Comunidad de Jerusalén, donde los apóstoles vivían en comunión fraterna compartiendo todo, en la misma unidad que constituye el cuerpo del Cristo.

Es difícil entender el desafío que nos lanza el papa, en una sociedad global marcada por los avances tecnológicos y por las desigualdades. Para entender al papa Francisco, lo mejor es simplificar. Él mismo dijo en Paraguay, durante su visita pastoral el 5 de julio de 2015: “El Evangelio nos da las claves para afrontar los desafíos actuales”.

El Papa no es Marxista, ni Populista, ni Peronista, es un cristiano en el sentido más profundo y lleva adelante la palabra de Cristo y la conducta de San Francisco de Asís.

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