Una de las objeciones más recurrentes a una dolarización en Argentina es que sería seguida de manera casi inmediata por una corrida bancaria. Si los depósitos se dolarizan, pero los dólares no están, la gente se apuraría a retirar sus colocaciones en divisas de los bancos provocando una corrida. Este temor se sustentaría dado que, en el contexto actual, Argentina tendría que dolarizar sin dólares.
No hay dudas de que, con un sistema de reservas fraccionarias y sin prestamista de última instancia, una corrida bancaria sería un problema con dolarización, bimonetarismo, o cualquier otro régimen monetario. Es importante tener en cuenta que la historia muestra que las corridas bancarias son por motivos racionales, no por motivos “aleatorios” (sunspots). Es decir, cuando hay corridas contra bancos es por insolvencia, no de iliquidez.
Sin por ello relativizar su importancia, ¿Tiene sentido decir que una dolarización automáticamente terminaría en una corrida bancaria? Hay algunas cuestiones que sugieren que, contrariamente a las advertencias apocalípticas, tal escenario tiene baja probabilidad.
Para empezar, si realmente no fuera posible conseguir dólares no habría manera de dolarizar. Debo aclarar una confusión, que para dolarizar se necesiten menos reservas que la que muchos críticos sugieren no quiere decir que se puede dolarizar sin dólares. No pertenezco a La Libertad Avanza, ni a ningún partido político, ni soy partícipe de ningún equipo técnico. Dudo que Javier Milei, ni ningún potencial presidente avance con una dolarización si no cuenta con los dólares y el apoyo internacional necesario para implementarla. Una dolarización no tiene que ser un salto al vacío.
Las advertencias apocalípticas, tal escenario tiene baja probabilidad
Dinero transaccional: Hoy los bancos en Argentina poseen una gran proporción de depósitos por motivos transaccionales. Es dinero destinado a pago de sueldos y proveedores, principalmente. Es dinero que, si incluso sale de los bancos, volverá a las entidades financieras al pagar servicios o compras a sectores bancarizados.
El problema del cambio chico: Es importante preguntarse por qué una persona retiraría dinero de los bancos. Si es para hacer compras o si es para guardar el dinero debajo del colchón.
Si es para hacer compras, entonces va a ser necesario tener cambio chico. Al poco tiempo luego de dolarizar, cambio chico sólo estará disponible en pesos, dado que dólar billete sólo está disponible en denominación de 100. Si la dolarización se hace a un tipo de conversión fijo, y el dinero se va a utilizar para transacciones, tener pesos no es un gran inconveniente dado que el tenedor se los puede sacar de encima rápido. Del otro lado del mostrador, el comerciante sabe que puede dolarizar esos pesos en efectivo al depositarlos en su cuenta bancaria.
Tipo de cambio de conversión: Dado que una dolarización se hace a un tipo de cambio de equilibrio, el dólar no va a ser “barato”. Es una situación distinta a la actual donde el dólar oficial está regalado. Ya no habría una motivación de 1) depositar pesos en una ventanilla, y 2) acto seguido retirar dólares en la siguiente ventanilla.
Experiencia internacional: Ecuador es un caso interesante por varios motivos. Uno de ellos es que dolariza en un contexto parecido al de Argentina, en el sentido que lo hace en medio de una crisis bancaria, económica, política, y en default. Si hay algo que no tuvo al momento de dolarizar fueron las condiciones ideales.
Es más Ecuador dolarizó con un corralito (algo que Argentina hoy no tiene). No obstante, estas difíciles condiciones, tras el anuncio de la dolarización los depósitos volvieron a los bancos a pesar de que ofrecía una tasa real de interés negativa.
Ecuador dolarizó con un corralito (algo que Argentina hoy no tiene). No obstante, estas difíciles condiciones los depósitos volvieron a los bancos a pesar de que ofrecía una tasa real de interés negativa
Otra diferencia con Ecuador es que Argentina está en condiciones de diseñar y anunciar una dolarización más robusta y eficiente.
El Banco Argentino de Reservas: Parte de la propuesta que elaboré en su momento con Emilio Ocampo incluye una reforma bancaria, donde las reservas de los bancos comerciales privados se depositan en la figura del Banco Argentino de Reservas (BRA), un ente en jurisdicción internacional con el mandato de custodiar los encajes de los bancos privados. De esta manera, se contribuye a que los encajes queden a resguardo del largo guante del gobierno.
Mercado secundario: Esta propuesta de dolarización propone “dolarizar” las Leliq del BCRA de manera gradual a través del Fondo de Estabilización Monetaria (FEM), una especie de fideicomiso (special purpose vehicle) que emite títulos de deuda (asset backed comercial papers o ABCP) que reemplazarán a ese instrumento de regulación monetaria. A pesar de la reacción de varios críticos, no hay nada novedoso en estos instrumentos. Lo novedoso no son las herramientas financieras, sino el uso que se le da. Obviamente, la ingeniería financiera sirve en el caso de que la dolarización sea acompañada por un plan de ajuste fiscal creíble.
Los ABCP son los instrumentos deuda de corto plazo en dólares emitidos por el FEM, establecido fuera de jurisdicción argentina, los cuales serán colocados a tasas de mercado y podrán ser vendidos en el mercado secundario. Si un banco necesita dólares, puede hacer lo que hace cualquier banco en cualquier país con un mercado financiero normal, vende activos en el mercado o lo utiliza como colateral para un repo. En la medida que el banco sea solvente, desprenderse de ABCP no lleva el banco a la quiebra.
Aportes del FEM: Una de las ventajas del Fondo de Estabilización Monetaria es su flexibilidad, se puede implementar con mayor o menor plazo. El gobierno puede decidir contribuir con diversos activos si así lo desea. Un FEM lo suficientemente sobrecoletarizado permite no sólo rescatar las Leliq, sino que también contribuir con dólares para hacer frente a rescate de circulante o retiro de depósitos.
Dinero digital: Otra alternativa es que, ante un retiro de depósitos, el banco entregue una tarjeta con el monto en dólares que se desea retirar. Esta alternativa es pragmática, dado que permite llevar un monto variable en una tarjeta. También es más seguro que el efectivo, dado que sin un PIN no se puede acceder al monto en las tarjetas, disminuyendo los robos o salideras bancarias.
Toda corrida bancaria es por supuesto un problema serio. Sin embargo, existen razones para pensar que dicho escenario no es determinístico y hay herramientas para lidiar con el mismo. Siempre he enfatizado que hay muchas maneras de dolarizar y restructurar el BCRA. Por lo que sabemos a través de los medios, Milei está contemplando varias opciones, entre ellas la elaborada por nosotros. No necesariamente es la que se va a implementar.