Recuperar la moneda: ancla de la estrategia de desarrollo para el próximo gobierno

La inflación elevada es, junto con la inseguridad, el factor de mayor preocupación para el votante medio. Está en juego no solo el traumático impuesto inflacionario; sino también la virtual desaparición de la moneda

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En el último año, el peso perdió 55% de poder adquisitivo (Adrián Escandar)

Cuando el dinero deja de ser reserva de valor, pierde eficacia como medio de pago y unidad de cuenta, y los precios dejan de transmitir información valiosa para las decisiones de consumo e inversión. En el último año, el peso perdió 55% de poder adquisitivo. En dicho contexto, no es casualidad que las promesas de campaña apunten a importar una moneda, tanto bajo el formato de dolarización como de economía bimonetaria.

Ninguno de esos caminos es el más conveniente; se propone en vez una estrategia de estabilización complementada con la legalización de contratos de indexación para bienes y servicios a plazo.

La menor demanda de dinero resultante de la inflación impacta en la economía a través de diversos canales: 1) mayor demanda de divisas; 2) aumento en la velocidad de circulación del dinero; y 3) demanda de mercancías que funcionan como sustitutos del dinero. La resultante es mayor costo transaccional, particularmente en sectores intensivos en el uso de pesos.

La pérdida de eficacia del dinero fiduciario conlleva un costo elevado para la actividad comercial y económica debido al mayor costo de las transacciones: equivale a un shock de productividad negativo para la economía en su conjunto.

La pérdida de eficacia del dinero fiduciario conlleva un costo elevado para la actividad comercial y económica

Además, con la pérdida de valor del dinero se deteriora su función de unidad de cuenta; los procesos de arbitraje para encontrar precios de equilibrio se vuelven costosos e ineficientes. La información de precios relativos se vuelve difusa, más compleja de procesar y conduce a remarcaciones preventivas ante la incertidumbre del costo de reposición.

Los precios dejan de ser portadores de información valiosa sobre las escaseces relativas y perjudican la toma de decisiones de asignación de recursos impactando negativamente en el crecimiento económico.

Los riesgos y costos de importar una moneda

Corresponde en primer lugar descartar el camino fácil de importar la credibilidad de una moneda extranjera -la propuesta de dolarización del candidato ganador de las PASO-. Mas allá de los costos que supone abandonar la soberanía monetaria (política crediticia y financiera, señoreaje), dolarizar es hoy inviable por falta de divisas en el Banco Central y por el aislamiento del país del mercado de crédito internacional.

En el mediano y largo plazo adoptar la moneda de EEUU implica atarse a una economía expuesta a shocks externos diferentes y además con magra movilidad de factores de producción entre ambos países (como sostiene la teoría de las áreas monetarias óptimas).

En el mediano y largo plazo adoptar la moneda de EEUU implica atarse a una economía expuesta a shocks externos diferentes y además con magra movilidad de factores de producción

La experiencia de varios países de la región sugiere que la estabilización desde los niveles actuales será en el mejor de los casos gradual. Es importante desactivar mecanismos de desintermediación del dinero otorgándole mayor autonomía al Banco Central y asegurando una política monetaria consistente con la fiscal fomentando el interés en activos denominados en moneda nacional.

La posibilidad de permitir el curso legal de otras monedas no se debe descartar -el modelo bimonetario-, pero el timing de esto requiere primero estabilizar consolidando la demanda de pesos. Caso contrario, podría caer significativamente la demanda de dinero mientras la inflación aún no está controlada y llevar a un proceso de dolarización de hecho con fuerte aumento de la inflación y caída de salario real.

Indexación de contratos

A los efectos de la estabilización, no hay sustituto a un plan fiscal monetario consistente de convergencia al equilibrio presupuestario. Debido a la alta probabilidad de que -en el mejor de los casos- la desinflación sea gradual, sería beneficioso facilitar la indexación voluntaria pero legal de contratos de servicios y provisión de bienes en contratos a plazo.

Dicha indexación es un uso y costumbre de mercado (por lo general informal) al darle certeza al valor de los bienes y servicios frente a la incertidumbre de la evolución del nivel general de precios. Lo que ocurre en su lugar es la fijación de precios elevados incorporando implícitamente una expectativa de inflación y una prima por incertidumbre que termina elevando el precio del contrato o bien por encima de lo que sería el precio indexado.

La indexación aplicada a un precio completaría el sistema y operaría como un seguro implícito que permite garantizar el valor de lo percibido por un bien o un servicio a ser entregado a futuro en una moneda constante. Es como mínimo un mecanismo de coordinación económica debido a la alta volatilidad de precios relativos habitualmente asociada a la alta inflación.

En la Argentina ya existe un índice de actualización de deudas en pesos según la variación del Índice de Precios al Consumidor del Indec: el Coeficiente de Estabilización de Referencia o CER calculado mensualmente por el Banco Central.

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ya existe un índice de actualización de deudas en pesos según la variación del Índice de Precios al Consumidor del Indec: el Coeficiente de Estabilización de Referencia o CER calculado mensualmente por el Banco Central (EFE)

Se propone habilitar la posibilidad legal que el Índice CER sea aplicado a un conjunto de productos y servicios de la economía: depósitos y préstamos bancarios, contratos de servicios (incluyendo alquileres, locación de obras y servicios en redes como las tarifas), compraventa de bienes e insumos con procesos de producción extendidos, contratos de trabajo, etc. El antecedente más desarrollado en la región de una moneda indexada es la Unidad de Fomento en Chile con vastas aplicaciones en los sectores y contratos descriptos.

La indexación del peso mediante la cláusula CER permitiría la reducción de la prima por incertidumbre que caracteriza la fijación de precios de bienes, servicios y contratos de la economía. La moneda indexada daría mayor certeza a la estructura de costos de la producción -mejorando así la oferta de bienes- y en general a los precios relativos que guían los procesos de inversión. Ello contribuiría a que la función de unidad de cuenta del dinero vuelva a brindar información valiosa para la asignación de recursos.

La indexación del peso mediante la cláusula CER permitiría la reducción de la prima por incertidumbre que caracteriza la fijación de precios de bienes, servicios y contratos de la economía

Desde el punto de vista macroeconómico, permitiría: estabilizar las finanzas públicas (al reducir el crónico atraso tarifario); extender el plazo de los contratos y horizonte de las inversiones; dar certeza a contratos de alquiler, trabajo, obras de infraestructura y compraventa de activos. También favorecería al ahorrista al constituir una opción más estable que el dólar -porque se ajusta por inflación y porque no está expuesta a la volatilidad de este que se puede adelantar o atrasar frente al valor de una canasta de consumo-.

La indexación propuesta generaría competencia al dólar como reserva de valor permitiendo a los ahorristas recuperar el señoreaje que implica la sustitución del peso por dólares o moneda extranjera. En general mejoraría la eficacia de la política monetaria: al fijar la tasa de interés de intervención en CER se reduce la prima por incertidumbre debido a la inflación y le daría mayor transparencia a la política monetaria. También contribuiría a la estabilización vía una reducción de la demanda de divisas para fines de atesoramiento.

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