Patricia ya tiene quien le escriba

La exquisitez discursiva de Santiago Kovadloff contrasta con la dificultad del momento político en el que, según su mirada, las más altas investiduras se encuentran distorsionadas y la palabra pública devaluada y envilecida

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Patricia Bullrich y Santiago Kovadloff
Patricia Bullrich y Santiago Kovadloff

“No estamos a la altura de la Constitución”, dijo Santiago Kovadloff al cerrar el foro Consenso Patagónico que tuvo lugar esta semana en San Martín de los Andes.

El filósofo apeló a figuras de alto voltaje poético para expresar su convencimiento. Llamó a tatuarse la Constitución en el alma, a circuncidarse el corazón para habilitar la convivencia.

La reflexión final en el foro que busca una solución pacífica a la conflictiva territorial en el marco del Estado de Derecho hizo eje en la capacidad de convivir en la diversidad.

Fue el corolario de un día intenso. La novedad estuvo en la apertura cuando superando resquemores y prejuicios los lonkos de dos de las principales comunidades decidieron bajar a “territorio huinca” para habilitar un inédito espacio de conversación presentando sus razones y posiciones.

No fue fácil llegar a este punto. Ariel Epulef, lonko del Lof Curruhuinca, plantó bandera para reivindicar los que considera derechos adquiridos de su comunidad. Vestido con las ropas tradicionales y tras el saludo en lengua mapuche planteó su versión de la historia en el contexto de la cosmovisión mapuche.

“Para nosotros no es gratis estar en este espacio”, dijo en el arranque en referencia a la decisión de enfrentar las resistencias de los propios. Presentarse en el foro fue para ellos el primer desafío a vencer.

La exposición fue cruda. Epulef no suavizó nada. Habló de sometimiento, de exterminio, de matanzas y traslados forzosos, de toma de rehenes de la comunidad curruhuinca. Expuso documentación de hallazgos de enterramientos mapuches que datan de 650 años para dar cuenta de la existencia de su etnia en estas tierras. Hizo pie en el derecho a reclamar para su comunidad territorios ocupados por los ancestros.

“La democracia nos permitió tener voz y hemos decidido poner en práctica los derechos. Cuesta reconocer al Wallmapu como territorio mapuche porque después vinieron las fronteras”, dijo el lonko. “Nos han invisibilizado en el proceso de conformación del Estado argentino pero somos parte de esa construcción y merecemos ser reivindicados como tales”.

Se consideran mapuches y argentinos y reclaman ser vistos, tenidos en cuenta.

La aspereza de los argumentos generó cierta incomodidad en parte de la audiencia pero la presencia de los lonkos fue agradecida en el convencimiento de que el desafío de pensar una Patagonia sustentable y pacífica, el objetivo que se ha planteado este foro, es complejo y solo posible en base al diálogo descarnado entre las partes.

“No tiene que haber enfrentamiento de saberes”, dijo el Lonko de la comunidad Vera a la hora de describir la tarea de llevar a la práctica la interculturalidad, un camino que comenzó para su comunidad en 2008 cuando lograron recuperar el espacio que consideran propio y en el que trabajan junto a las autoridades municipales y provinciales. Solo en la provincia de Neuquén los mapuches ocupan 500.000 hectáreas.

“No tiene por qué haber choque de conocimiento, sino adaptación de saberes y procesos para construir juntos y no por imposición”.

Los dichos de Julio Vera inspiraron a Santiago Kovadlof quien en su exposición final propuso una mirada reflexiva, más profunda y global. Pide centrarse en reconocer el horror que nos produce la diferencia. “No sabemos mirar la diferencia como complementación”, señaló.

“Saber escuchar es tener disponibilidad a la presencia del otro…y si bien los consensos son provisionales la disposición al diálogo nos aporta robustez ética”, apuntó el filósofo con una precisión que se disfrutó como un bálsamo. Para Kovadloff la diferencia siempre plantea un dilema. Y la dignidad está en la insistencia moral.

Para Kovadloff, se impone tener presente que la cultura democrática no es perfecta sino perfectible y que solo puede superarse mediante el diálogo. Propone evitar los liderazgos mesiánicos en los que delegamos la responsabilidad de pensar. Escaparle a la idea de los que se proponen ocupar el lugar de Dios, el de la autosuficiencia y el autoabastecimiento.

En algo coinciden todas las partes: de este problema, como de tantos otros, sólo podrá emergense con buenas prácticas políticas. El andamiaje jurídico es un presupuesto indispensable, pero solo las decisiones políticas despojadas de intereses coyunturales o electoralistas permitirán destrabar las tensiones pendientes y habilitar el camino a la verdadera integración intercultural en el marco del mutuo respeto de los derechos.

En el centro del debate la Ley 26160 del año 2006 que se dictó para hacer el relevamiento de la comunidades bajo la premisa que las tierra reclamadas debían encontrarse bajo una ocupación actual, tradicional y pública y que al mismo tiempo paró la ejecución de las sentencias de desalojo permitiendo que se consoliden situaciones de usurpación. Las sucesivas renovaciones de la vigencia de la Ley y la dificultad para relevar potenciaron el conflicto territorial.

La irrupción de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) y las usurpaciones violentas en Villa Mascardi que terminaron en el operativo de desalojo de agosto de 2022, pusieron dramáticamente en escena las consecuencias de un sistema de resolución de conflicto que no funcionó bien y que se agravó por manejos políticos sesgados, fogoneados desde posicionamientos ideológicos.

Puede que en el contexto de este debate, Santiago Kovadlof haya comenzado a sumergirse en la espesura temática con la que tendrá que lidiar, en esta y otras tantas cuestiones, en su nuevo rol de asesor humanístico en el caso de que Patricia Bullrich llegue a la Presidencia. Una función con escala previa en este ríspido tiempo preelectoral.

Un interlocutor para la candidata que está llamado a pulir su estilo sin restarle frontalidad y sumándole densidad política y conceptual para abordar los temas del momento.

“La tierra está enferma”, dijo Kovadlof. “Está golpeada por quienes la habitamos”, sumó en orden a vincular la cuestión territorial con el cuidado del medio ambiente. Conjurar la violencia ambiental y poder armonizar el progreso con la ética es la propuesta.

La exquisitez discursiva de Kovadloff contrasta con la dificultad del momento político en el que, según su mirada, las más altas investiduras se encuentran distorsionadas y la palabra pública devaluada y envilecida.

Puede que las herramientas intelectuales del filósofo y ensayista que presentó en sociedad un equipo multidisciplinario de especialistas para pensar cuestiones relacionadas con lo más esencial de la condición humana le aporten a la candidata de Juntos esa perspectiva que suma a lo urgente la dimensión de lo importante.

La idea del equipo de asesores es hacer eje en la persona humana como centro de la acción política con la capacidad de presentarle a Patricia Bullrich conceptos y propuestas para ejecutar. En ningún caso una ideología, aclara Kovadloff.

En lo inmediato trabajarán para poner en circulación una cantidad de ideas que permitan recuperar la consistencia de la palabra. Se proponen restaurar la confianza en la política. Demasiado para un contexto absolutamente disruptivo en el que dominan la compulsión de romperlo todo, mucho más allá de cualquier iniciativa de recuperación de lo dañado.

En cualquier caso Patricia Bullrich ya tiene quien le escriba.

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