Peligra el bien común

La apatía es un problema porque empezamos a creer en recetas y liderazgos a los que no cuestionamos

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Javier Milei fue el candidato
Javier Milei fue el candidato individual más votado en las elecciones primarias.. REUTERS/Agustin Marcarian

A veces nos cansamos del presente. Inflación, inseguridad, trabajos mal pagos y situaciones que no hace falta enumerar porque el sentimiento de ahogo y angustia es compartido por todos. Esta realidad te agota y ya ni te da ganas de salir a pelear por algo mejor. Así, muchos entran en la apatía.

Una apatía que, a sabiendas de que con esfuerzo las cosas no llegaron a solucionarse, nos pone en la espera de que se resuelvan mágicamente o que todo vuele por el aire porque ya no esperas nada. Ahí es donde aparecen los problemas, porque empezamos a creer en recetas y liderazgos a los que no cuestionamos ni auditamos, y esa pareciera ser la única manera de conservar la esperanza, o lo que es peor elegimos la resignación y el “sálvese quien pueda”.

Así es como llegamos a una elección donde un candidato puede decir abiertamente las cosas que dice, y lejos de provocar un rechazo generalizado de la gente común, es festejado, como si las palabras no tuvieran significado, como si sus frases fuesen una melodía en otro idioma que te gusta como suena entonces no te importa lo que dice.

Desde el sistema político salimos a decir, a repudiar, pero nuestra palabra, para muchos, está desvalorizada, y por supuesto ya no llega a los oídos de quienes eligieron no escucharnos más.

El líder de La Libertad
El líder de La Libertad Avanza realizando declaraciones a los medios luego de imponerse en las PASO (Ariel Torres)

¿Quién puede entonces decir con fuerza, con credibilidad, con confianza de parte de la gente que es un disparate proponer que los ríos se privaticen para solucionar el problema de la contaminación? ¿Quién puede ser escuchado para decir que usar la palabra mogólico como insulto es discriminación, y mucho más dolorosa y preocupante viniendo de alguien que quiere liderar los destinos de nuestra Nación? ¿A quién le prestarían atención para decir que vender órganos no solo te aleja de tu humanidad, sino que además es extremadamente peligroso para los más vulnerables y desesperados?

¿Cómo es posible que la misma sociedad que se emociona, aplaude y admira a Lionel Messi y la Scaloneta, que han dado muestras de humildad, tolerancia, respeto, familia, equipo, que son lo opuesto al individualismo extremo, a la deshumanización de todo lo que hacemos para transformarlo en una transacción de mercado, que nos han dado lección de unidad, esa que necesita la Argentina para salir adelante, elija al mismo tiempo a alguien que propone todo lo contrario?

Soy parte del sistema político y entiendo el enojo de la gente, su desilusión, la angustia de la incertidumbre, de no poder planificar ya ni siquiera el futuro, la semana. He visto la tristeza en los ojos de quien te dice con resignación “solo sé que nací pobre y voy a morir pobre”. Pero también he visto la esperanza en los ojos de un niño sin recursos que recibió un trasplante en el sistema de salud público y no solo está agradecido con su donante sino con los médicos y el hospital que le salvó la vida. He visto la alegría de los niños que vivían sobre la basura a la vera de un río contaminado, cuando entraron a su casita nueva, en un barrio asfaltado, con cloacas y agua potable y eso no lo hizo el mercado, lo hizo el Estado. El mismo Estado que con firmeza clausura a las empresas que contaminan, tanto como reconoce y acompaña a las que se reconvierten, o a aquellas que van por mas y diseñan sus negocios con propósito, impactando positivamente en lo económico, lo social y lo ambiental.

Es cierto, hemos cometido muchos errores, no hemos hecho lo suficiente, hemos perdido mucho tiempo peleando entre nosotros, y eso ha pasado cuando elegimos el individualismo, cuando nuestro accionar se convirtió solo en una transacción, que es lo que postula acelerar el candidato. Es como si viniéramos tomando veneno en cucharadas y de repente alguien te dice que en realidad si te tomás el frasco entero de una sola vez, te curás.

No todo lo que pasa es malo, eso bueno que sí sucede es cuando prevalece en nuestras decisiones el único motivo por el cual vale la pena hacer política, y postularse para gobernar una Nación, el bien común.

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