En el Grosses Festspielhaus y dentro del programa del Festival de Salzburgo, el pasado 24 de agosto 2023 se dio vida a la ópera Macbeth.
Esta ópera fue la primera adaptación que hizo Giuseppe Verdi de una obra de Shakespeare. Verdi le escribió a su libretista Francesco María Piave y en parte de la misiva decía “… esta tragedia es una de las grandes creaciones del hombre. Si no logramos hacer algo tan grande con ella, trataremos al menos de hacer algo que salga de lo ordinario…”
En realidad lo logró porque Verdi rompió no solo con sus trabajos anteriores sino también con lo que la gente esperaba de las óperas por aquel entonces. La obra se estrenó en 1847 y es desde entonces que Verdi empieza a desarrollar su personalismo concepto de tinta. Con tinta Verdi se refiere a una serie de elementos músico dramáticos que caracterizan una determinada obra.
Así, la de La Traviata no es la misma que la de Aida, ni la de esta última es similar a la de Macbeth. Por caso la utilización de tonalidad mayor como en los coros grandiosos de Aída. Se trata de la atmósfera que se crea o el color único o uniforme que impregna toda la obra. Está en la música y en lo dramatúrgico e influye claramente en la concepción de los personajes y las situaciones.
Asmik Grigorian brilló en el papel de Lady Macbeth. Nacida en Lituania el 12 de mayo de 1981, soprano de renombre internacional, descollante en el papel de Salomé, se viene destacando como actriz trabajando con los directores de escena más polémicos de la actualidad.
Hija de cantantes, estudió música en la Academia Lituana de Música y Teatro y se graduó en 2006. Grigorian hizo su debut en la ópera en Kristiansand (Noruega) en 2004 como Donna Anna dirigida por Jonathan Miller, Luego fue recorriendo el repertorio verdiano en distintos roles, con notable éxito y por cierto, también otros autores. En su debut en el Festival de Salzburgo en agosto de 2017, cantó Marie en la ópera Wozzeck de Alban Berg Desde entonces se multiplicaron sus requerimientos para distintos papeles ininterrumpidamente y para distintos escenarios. Por su parte, Vladislav Sulimsky como Macbeth durante todo el desarrollo de la ópera, tanto en lo vocal como en lo actoral demostró gran solvencia y convicción.
En breve apunte, al comienzo de esta página, hemos señalado algunas características de esta ópera justamente para poner de relieve lo que significa la nada sencilla labor de los personajes en el desarrollo de una historia compleja, por momentos desconcertante y con los vaivenes psicológicos que propone el autor para aquellos.
Los coros lucieron su mejor forma. En todas sus intervenciones enfatizaron los momentos de la mejor manera. Es que ellos constituyen y así lo lograron, un factor dramático: el rol fundamental que representa a las brujas, refugiados o nobles según el momento. Por tanto, el coro no es fue algo que acompaña, sino un participante activo en el desarrollo del drama. La Regie, a cargo de Krzysztof Warlikowski y la coreografía bajo la responsabilidad de Claude Badoluil contribuyó con finos detalles y sutilezas.
Por fin, la música ideada por Verdi en las manos de la Filarmónica de Viena perfectamente integrada en el drama fue inmejorable. Es una orquesta experimentada y con sólida formación técnica. Con una puesta digna de elogio, en conjunto podemos decir que fue una Macbeth de aquellas que quedan en la historia.