Al participar en la cumbre del G20 en Nueva Delhi, Alberto Fernández se convirtió en el séptimo presidente argentino en viajar a la India, el país más poblado del mundo y quinta economía a escala global.
En un mundo atravesado por la creciente rivalidad estratégica entre los Estados Unidos-China y las convulsiones derivadas de la invasión rusa a Ucrania, India aparece como un actor cada vez más relevante en el escenario internacional. Pero acaso la ocasión brinda una oportunidad para revisar el devenir de la relación Argentina-India.
En diciembre de 1961, en el marco de una extensa gira alrededor del mundo que terminaría de consolidar su vocación de ejercer lo que más tarde se llamaría “diplomacia presidencial”, Arturo Frondizi fue el primer presidente argentino en viajar a tierras indias. Aquella gira histórica lo consagraría como el primer mandatario argentino en viajar al Asia, en un desplazamiento que se llevaría a cabo en un interminable viaje en un Comet IV de Aerolíneas Argentinas, a lo largo de 56.111 kilómetros. En un recorrido que lo llevaría a Paraguay, Trinidad y Tobago, Canadá, India, Japón y EEUU.
El 4 de diciembre, Frondizi fue recibido el premier Jawaharlal Nehru, primer jefe de gobierno de la India independiente. Hablaría en el Parlamento y también visitaría Calcutta. Fue en ese marco cuando el argentino aprendería una lección que contaría muchas veces años después. Así pues, cuando visitaba Nueva Delhi, le llamó la atención que en los salones del palacio de gobierno colgaran grandes cuadros de los retratos de los antiguos virreyes británicos, nada menos que quienes habían sojuzgado a la India y habían perseguido y encarcelado a Gandhi y al propio Nehru. Frondizi le preguntó a Nehru cómo después de la independencia no habían descolgado esos retratos… y Nehru le contestó: “Ellos también forman parte de la historia de la India”.
La gira asiática culminaría con su segunda encuentro con el presidente John F. Kennedy, el que tuvo lugar en la recordada reunión de Palm Beach, el 24 de diciembre de aquel año. Pero a Frondizi le quedaban apenas tres meses en su cargo. Porque el 29 de marzo de 1962 sería derrocado por las Fuerzas Armadas en un golpe de Estado que clausuraría la experiencia desarrollista.
En tanto, transcurrirían más de veinte años hasta que otro presidente argentino pisara la India. La oportunidad la concedió la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) que sesionó en Nueva Delhi en marzo de 1983 y a la que asistió el general Reynaldo Bignone, a la sazón el último presidente de facto del llamado Proceso de Reorganización Nacional.
Especiales circunstancias marcaban la hora. La Argentina había sufrido hacía escasos meses la derrota militar en el Atlántico Sur. En Delhi, Bignone fue recibido por la premier Indira Gandhi. Pero serían sus encuentros con el líder de la OLP Yasser Arafat y con Fidel Castro los puntos sobresalientes de su controvertida gira, la que fue señalada como una “adhesión al tercermundismo” por parte de sectores conservadores. Especialmente cuando Bignone se entregó a apoyar a los palestinos, a criticar el rol de Israel en Medio Oriente y a describir la crisis centroamericana “como producto de la injusticia social”. Al tiempo de cuestionar, en medio de la Guerra Fría, “una única visión que lo reducía todo a un permanente conflicto Este-Oeste”. Para sostener que los intereses argentinos se defendían “a través de la visión Norte-Sur”.
A comienzos de 1985 -una vez recuperada la democracia- Raúl Alfonsín se convertiría en el tercer presidente argentino en viajar a la India, para participar de la cumbre del Grupo de los Seis, convocada con el objetivo de prevenir la proliferación nuclear. Alfonsín fue recibido por el jefe de Estado Zail Singh y el premier Rajiv Gandhi y rindió homenaje a la extinta primera ministra Indira Gandhi, asesinada el 31 de octubre del año anterior.
Sin embargo, los hechos permitieron observar los dos planos en los que parecía moverse la Administración radical. Pues mientras el presidente buscó mantener un discurso independiente y de afirmación del principio de autodeterminación y no alineamiento, semanas más tarde viajaría a Washington para entrevistarse con Ronald Reagan. Para anunciar poco después que el país vivía una “economía de guerra” y lanzar el Plan Austral, acaso el esfuerzo más consistente en pos de ordenar la economía llevado adelante bajo su gobierno.
Por su parte, Carlos Menem se convirtió en el cuarto presidente argentino en visitar India. A comienzos de 1994 participó de una reunión del Grupo de los 15 y se entrevistó con el primer ministro Narashima Rao. Conforme a los nuevos tiempos -ya había caído el Muro de Berlín y había terminado la Guerra Fría- Menem pidió “depurar de contenidos ideológicos” los impulsos de cooperación y destacó que había pasado la época en que los países del Sur echaban la culpa a los del Norte por los problemas que los aquejaban.
El viaje de Menem tuvo lugar en medio de una coyuntura singular. El presidente había conseguido su meta más ambiciosa: el pacto con Alfonsín para reformar la Constitución Nacional, habilitando la búsqueda de su reelección. Un hecho que naturalmente concentraba la centralidad de la atención del proceso político argentino. Al punto que, apenas horas antes de embarcarse en el Tango 01 junto a Menem, el influyente secretario Legal y Técnico Carlos Corach, debió bajarse de la comitiva presidencial a pedido de Alfonsín. Ante el pedido que el jefe del radicalismo le formuló al propio Menem solicitando que Corach no se moviera de Buenos Aires y fuera su interlocutor en la negociación por la reforma.
En tanto, transcurrirían tres lustros hasta que otro presidente argentino viajó a la India. Le tocaría esta vez a Cristina Kirchner, quien en octubre de 2009 -invitada por el premier Manmohan Singh- llegó acompañada por una gran comitiva de ministros, gobernadores y más de cien empresarios, convocados por el eficaz subsecretario de Comercio, Luis María Kreckler. Para entonces, el comercio el comercio bilateral entre Argentina y la India ascendía a casi 1.300 billones de dólares.
Por su parte, el presidente Mauricio Macri encabezó una visita de Estado en la segunda quincena de febrero de 2019. Invitado por el primer ministro Narendra Modi y como parte del 70 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países, Macri viajó acompañado por Jorge Faurie (canciller), Fulvio Pompeo (secretario de Asuntos Estratégicos), Horacio Reyser (secretario de relaciones económicas de la Cancillería) y el embajador Daniel Chuburu a la vez de una importante delegación empresarial.
El viaje del mandatario tuvo lugar poco después de celebrarse la cumbre del G20 en Buenos Aires y coincidió con la aspiración de Modi de obtener la postulación de su país para ser sede de la misma en ocasión del 75 aniversario de la independencia de la India. A la vez que ambos países sellaron entonces una elevación de su relación a la categoría de “Asociación Estratégica”.
Para entonces, India había experimentado un crecimiento económico sobresaliente. Al punto de convertirse, en la actualidad, en la quinta economía del mundo, solo superada por los EEUU, China, Japón y Alemania.
En tanto, la India se convertiría en el quinto socio comercial de la Argentina. Y en el principal destino de exportaciones de provincias centrales como Santa Fe. En ese sentido, de acuerdo con un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, en el año 2022 la India se constituyó como el destino del 5,2% de la canasta exportadora nacional, mientras que fue el séptimo origen de importaciones, agrupando el 2,3% del total importado. Al tiempo que indicó que Argentina sostiene su segundo superávit comercial más importante con la India, detrás del que nuestro país ostenta con Chile.