No creo que nuestra generación le esté legando a los jóvenes un país muy amigable. Los diagnósticos los conocemos todos, por tanto prefiero obviarlos. Con el Instituto de Diálogo Interreligioso (IDI) hemos sido apóstoles permanentes a favor del diálogo. Fue nuestra mejor escuela aprender a respetar las diferencias, a escuchar, a saber que de nuestros núcleos duros de creencias no podemos discutir y aprender cuántas cosas podemos compartir, sobre todo cuando identificamos áreas de consensos. Hace algunos años fuimos invitados a hablar en el espacio de UIA Jóven cuando Tomy Karagozian era su Presidente y Sol Rodriguez su vice y de repente en un lugar inesperado encontramos un grupo de jóvenes entusiastas, industriales de segunda y tercera generación de empresas de los más diversos rubros que adoptaron la metodología del diálogo para construir consensos. Lo hicieron de manera federal viajando y reuniendo industriales, sindicalistas, trabajadores y políticos en pos de plantearse el futuro de un país productivo.
El 31 de agosto se celebró en Paraná los 20 años de la Unión Industrial de Entre Ríos y la cuarta jornada de su capítulo Joven: “Conversaciones que transforman: un encuentro industrial para el diálogo”. El auditorio estaba colmado también de estudiantes de escuelas técnicas de la Provincia.
A las 17 nos tocó hablar a nosotros tres: el Rabino Dany Goldman, Omar Aboud y a mí y más que hacer hincapié en lo dicho, quisiera traer a nuestra memoria colectiva lo que publicamos sobre el país después de las elecciones en un documento del que hicimos la redacción inicial y después fue enriquecido por diversos aportes. Lo retomamos también al día siguiente que tuvimos el Panel de la tarde en el día Nacional de la Industria, con su plana mayor, encabezada por su presidente: Daniel Funes de Rioja y su vice Miguel Ángel Rodríguez.
El Documento se tituló:
Declaración conjunta por un diálogo responsable y comprometido
En un momento crucial para nuestro país, reafirmamos nuestro respeto por el voto ciudadano porque es una expresión fuerte de la voluntad popular. En este sentido, el voto no es solo un acto de elección. También puede ser un llamado de atención: “No nos tengan en cuenta solo para la elección, escúchennos en las necesidades concretas que hacen a una vida digna, una vida que pueda llamarse verdaderamente humana”. La agenda política debe comenzar por la escucha atenta de la realidad. Un resultado electoral es un mensaje profundo que nos convoca a la reflexión y nos compromete con el bien de nuestro pueblo.
Como personas religiosas nos preocupa la falta alarmante de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de éstas con la sociedad, como las PASO han puesto de manifiesto. No hay país posible sin diálogo. Tampoco hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto. Deseamos que ninguna forma de violencia oscurezca la esperanza del diálogo.
Necesitamos imperiosamente del diálogo para la amistad social que haga del encuentro una cultura. “Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación.” (FT 199).
Bajo esta perspectiva, hacemos un firme llamado a toda la dirigencia política, independientemente de sus afinidades partidarias, para que asuman la responsabilidad de presentar propuestas concretas y sustantivas, abiertas a un debate profundo e inteligente y a una colaboración comprometida para afrontar los desafíos del presente, dejando de lado las estrategias que buscan el conflicto y el enfrentamiento estéril. En un momento en el que las tensiones pueden amenazar nuestra cohesión como sociedad, nos comprometemos a fomentar un diálogo responsable y comprometido, basado en el respeto, la sinceridad y la búsqueda constante de soluciones con la voluntad de escuchar y encontrar puntos de convergencia.
Existen principios innegociables que sustentan nuestra sociedad y que no pueden ser soslayados: el cuidado de la vida, la preservación de nuestra casa común y la opción preferencial por los más necesitados y desfavorecidos. Queremos pedirle a la política que promueva la libertad en todas sus dimensiones y al mismo tiempo sea una herramienta responsable al servicio de la justicia social. No hay verdadera libertad sin fraternidad. Con este espíritu, reafirmamos nuestro respeto absoluto por la Constitución Nacional como el marco que guía nuestras acciones y decisiones.
Fieles a nuestras distintas tradiciones y denominaciones religiosas, queremos ser una patria de hermanos. Es nuestro deber con las generaciones presentes: construir hoy un futuro basado en valores solidarios y compartidos, en la incansable búsqueda del bien común.
Un País mejor es posible, sólo si entendemos que debemos buscar entre los argentinos los consensos necesarios para generar condiciones de progreso y de trabajo, y si la clase política se dedica a gestionar y a resolver los problemas reales que tenemos y deje de mirarse el ombligo peleándose para ganar y después improvisar soluciones.