Sobre la vigencia del pensamiento de Juan Bautista Alberdi para la política exterior argentina

El legendario jurista, político y escritor fue un adelantado a su tiempo, con una concepción moderna de la diplomacia y de la política internacional. Cuáles son las tradiciones, intereses y valores que se remontan en el ideario alberdiano

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En el día de hoy se festeja en nuestro país el Día del Abogado, con motivo de la celebración del nacimiento de Juan Bautista Alberdi
En el día de hoy se festeja en nuestro país el Día del Abogado, con motivo de la celebración del nacimiento de Juan Bautista Alberdi

“Importa que las repúblicas de Sudamérica se persuadan de una verdad esencial a sus destinos y es que su política exterior, su diplomacia, es su verdadera economía política, el arte y el secreto de su riqueza pública y privada.

Juan Bautista Alberdi, Política exterior de la República Argentina. Escritos póstumos, tomo III

Transitamos una época de desasosiego colectivo. Afrontamos con esperanza la alternancia democrática que encarrile nuevamente a nuestra República en la senda de desarrollo y progreso democrático que idearon nuestros padres fundadores.

Un nuevo aniversario del natalicio de Juan Bautista Alberdi exige rescatar la vigencia del legado de su pensamiento y obra.

Alberdi es una figura múltiple: hay varios Alberdi concéntricos. El teórico, el esteta, el científico, el profeta, el diplomático, el polemista, el constitucionalista, el economista, el periodista. A lo que habría que agregar el visionario que supo anticipar toda una amplia temática más allá del tiempo que supo vivir: la existencia de un derecho internacional americano, los derechos internacionales del individuo, la doctrina de la intervención por motivos humanitarios, las operaciones de mantenimiento de la paz, la globalización (lo que él denominaba el pueblo-mundo) y la interdependencia de las naciones.

Alberdi fue un extraordinario y plural pensador, al tiempo que fue un hombre de acción. Ejemplo de hombre renacentista por la amplitud de los temas abordados, a los 22 años escribió El espíritu de la música y el Ensayo sobre un método nuevo para aprender a tocar el piano con la mayor facilidad. Pero la música no fue solo objeto de atención epistolar, fue también compositor. Su pensamiento internacional está impreso, principalmente, en tres obras fundamentales para la literatura y para la ciencia política moderna. Uno de ellas es el tercer tomo de sus Escritos póstumos donde reflexiona sobre la política exterior de la República Argentina; en El Crimen de la Guerra y Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano, conferencia leída ante la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile para obtener el grado de licenciado.

Fue asimismo el primer diplomático de la Confederación acreditado en Europa, entre 1865 y 1862. En esa condición, siempre privilegió la defensa del interés nacional. Decía Alberdi que el objetivo de la diplomacia que tuvo el honor de servir no se limitó a llevar adelante relaciones de amistad con las cortes europeas, sino más bien de afirmar frente a ellas los intereses y soberanía nacionales.

Con fina inteligencia, sensibilidad política, social y cultural, así como una amplia experiencia y conocimiento de las cuestiones vitales de su tiempo, reflexionó sobre cuestiones tan diversas y relevantes como integración hemisférica y regionalismo; globalización; derechos humanos; concepción pacífica de las relaciones internacionales; operaciones de mantenimiento de la paz; el individuo como actor internacional; intervención humanitaria...Y por ello es nuestro contemporáneo y guía de acción para entender y abordar complejas situaciones en este siglo XXI. Su obra, pensamiento y acción tienen aún vigencia, porque Juan Bautista Alberdi pensó en términos de valores universales.

Fue un adelantado a su tiempo, con una concepción moderna de la diplomacia y de la política internacional.

En El Crimen de la Guerra, su magnus opus de política internacional, Alberdi define claramente en dónde radica la búsqueda y la obtención de la paz. Dice: “La paz, no vive en los tratados ni en las leyes internacionales escritas; existe en la constitución moral de cada hombre; en el modo de ser que su voluntad ha recibido de la constitución moral según la cual ha sido educado”.

La defensa y el sostenimiento de los derechos humanos y de la dignidad del hombre ocupó un lugar central en el ideal alberdiano. En El Crimen de la guerra, señalaba: “En último análisis, el hombre individual es la unidad elemental de toda sociedad humana, y todo derecho, por colectivo y general que sea, se resuelve al fin en último término en un derecho del hombre. Así, cuando uno o muchos individuos de un Estado son atropellados en sus derechos internacionales, es decir, de miembros de la sociedad de la humanidad, aunque sea por el gobierno de su país, ellos pueden, invocando el derecho internacional, pedir al mundo que lo haga respetar en sus personas, aunque sea en contra del gobierno de su país”.

"Mi libro de las Bases es una obra de acción", describió Alberdi en sus primeras páginas. Daría sustento a la Constitución sancionada en 1853
"Mi libro de las Bases es una obra de acción", describió Alberdi en sus primeras páginas. Daría sustento a la Constitución sancionada en 1853

Este moderno enfoque de un tema, poco abordado en el siglo XIX, pero de inobjetable primacía en el siglo XXI, es uno de los signos distintivos del pensamiento alberdiano, y principio rector de nuestra política exterior.

Juan Bautista Alberdi escribe en 1844 su Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano, en donde se refleja claramente su visión integracionista y americanista. En este libro, Alberdi no sólo sostiene la importancia de trabajar en aras de la ampliación del horizonte nacional hacia un espacio continental, sino que también deja sentadas las bases de lo que habría de ser el sistema panamericano. “Será también el más eficaz medio de establecer el equilibrio continental que debe ser la base de nuestra política internacional civil o privada. Entendamos lo que debe ser nuestro equilibrio como hemos visto lo que debe ser nuestro arreglo de límites. Más que la ponderación y balanza de nuestras fuerzas militares, él debe nacer del nivelamiento de nuestras ventajas de comercio, navegación y tráfico, el nuevo y grande interés de la vida americana. En la santa guerra de industria y comercio que nuestros países están llamados a alimentar en lo venidero, nada más que por las armas de la industria y del comercio, desde establecerse en todo lo posible la mayor igualdad de fuerzas y ventajas. Equilibrada la riqueza es necesario equilibrar también el territorio como parte de ella, no como medio de preponderancia militar”, señala.

En 1855, Juan B. Alberdi parte hacia Europa para asumir su cargo de Ministro Plenipotenciario y Encargado de Negocios ante España, Francia, Reino Unido y Santa Sede. Y en el viaje hacia Europa hace escala en los Estados Unidos de América y visita Nueva York, Filadelfia, Baltimore, Washington y Boston.

El 12 de junio, se reúne con el Attorney General Caleb Cushing, y le expone el peligro que corre el principio de libre navegación fluvial consignada en el tratado con los Estados Unidos. Le indica que, si la política de este país, apoyando indirectamente la insurrección de Buenos Aires, restablece el principio o fuerza de resistencia a la libertad fluvial, así como el interés de para nuestro país de la mantención de esa libertad en que descansaba todo su sistema político. Cushing le pregunta entonces a Alberdi si quería ser presentado al presidente a las 8 de la tarde. Más tarde, Juan Bautista Alberdi y Cushing entran a la Casa Blanca para ver al presidente Franklin Pierce. Alberdi señala sobre ese episodio: “Fui presentado a él y me sentó a su lado. Al cabo de un rato se levantó y me invitó a pasar a su gabinete, donde ya los tres solos, fui escuchado con la más completa atención por espacio de una hora”. A solo título anecdótico, recuerdo que el 20 de enero de 1959 el presidente Arturo Frondizi se convierte en el primer presidente que visita oficialmente los Estados Unidos, y es recibido por Dwight Eisenhower en el Washington National Airport.

Concluyo rescatando la vigencia de la modernidad del pensamiento de Juan Bautista Alberdi, y la necesidad de implementar una política exterior basada en las tradiciones, intereses y valores que se remontan en su ideario:

- Firme defensa de principios e intereses nacionales que fomenten la prosperidad y modernidad.

- Firme defensa de los valores de democracia; derechos humanos y dignidad del ser humano; derecho internacional y normas y principios de convivencia pacífica.

- Integración regional y libertad de comercio.

- Inserción globalizada: pueblo-mundo.

Los pleonasmos de Juan Bautista Alberdi:

- Diplomacia es diálogo, conversación, negociación.

- Mente abierta, inquisitiva, sin prejuicios: objetos que se deben inquirir, lo que debe difundir, explicar, propagar.

- Preparación y evitar la improvisación: Alberdi, avezado negociador, es consciente que toda gestión formal o informal debe estar minuciosamente preparada, con claros fundamentos y objetivos.

- Objetos que debo inquirir en los Estados Unidos es el título de un capítulo del tomo XVI de sus Escritos Póstumos, en donde Alberdi redacta sus propias instrucciones: saber qué buscar, saber qué ofrecer. Maximización y compatibilización.

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