La UNESCO define una ciudad del aprendizaje como una ciudad que moviliza de un modo efectivo sus recursos en todos los sectores para la promoción de un aprendizaje inclusivo desde la educación básica a la superior; revitaliza el aprendizaje en las familias y las comunidades; facilita el aprendizaje para y en el lugar de trabajo; amplía el uso de modernas tecnologías de aprendizaje; mejora la calidad y la excelencia en el aprendizaje y fomenta una cultura de aprendizaje durante toda la vida. Siguiendo estas pautas, la ciudad mejora el empoderamiento individual y la inclusión social, el desarrollo económico y la prosperidad cultural y el desarrollo sostenible.
En ese marco, el pasado viernes se realizó en Firmat, Santa Fe, el Foro Regional de la Red Nacional de ciudades del aprendizaje UNESCO. Ciudades como San Justo, Villa María, Córdoba, José C Paz, La Matanza, Chovet y la ciudad sede, entre otras, se comprometieron a trabajar por más y mejores aprendizajes en sus comunidades. De hecho, algunas de ellas destinan el 20% de su presupuesto a educación e invierten en analfabetismo de adultos, sostenibilidad, cuidado de niños como oportunidad para seguir aprendiendo, entre otras.
Para poder llevar a cabo todas las acciones que propone la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, es necesario entender a las ciudades como un entramado entre dos dimensiones: una geográfica, conformada por plazas, edificios, calles y puentes, y otra dimensión simbólica, constituida con los significados que cada uno de los ciudadanos les otorgan a esos sitios.
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Las urbes son mucho más que lugares ocupados, son espacios practicados, experimentados, vividos y atravesados por relatos y por recuerdos; son lugares estratégicos para el convivir, donde hay encuentros individuales y colectivos.
Pero para que las decisiones gubernamentales sean justas y democráticas, es necesario enfatizar el carácter transformador de la política y fortalecer a los actores locales como interlocutores válidos y legitimados. En ese marco, participé y cerré la Jornada con la charla “Buenas Prácticas ciudadanas para construir aprendizajes colectivos” instando a conformar agenda en función de la demanda y de las necesidades de la gente.
Una de las dificultades que tienen algunos funcionarios, al decir del especialista Alain Jordà, es creer que sólo es necesario gestionar el territorio. Y si bien es cierto que los gobiernos deben solucionar los problemas de movilidad, de residuos o de seguridad, se olvidan de que gestionan personas que habitan ese territorio. Por ende, cada vez que tienen que dar respuesta a las dificultades, deben partir de la voz de quienes las padecen desde una perspectiva transversal e integrada.
En este sentido, los gobiernos locales necesitan tener en cuenta qué desea la gente y cómo quiere vivir los lugares para que luego entren en juego los expertos y diseñen e intervengan en los espacios de la ciudad. Así como cuando se consulta con un arquitecto para que bosqueje una casa; primero, le decimos cómo queremos vivirla, cuales son nuestros deseos e intereses para luego diseñarla en función de ello.
Encuestas, asambleas u otras formas de consulta a la ciudadanía son necesarias para que la gente sea parte de las decisiones que se tomarán y, de esta manera, dejar la capacidad instalada en los ciudadanos para que no solo accedan, sino que se apropien de los espacios públicos.
Si pretendemos una ciudad inclusiva, hay que tener en cuenta al peatón, al ciclista y al automovilista, a los adultos mayores y a quienes no acceden a ciertas zonas de la ciudad. Y especialmente a los niños y niñas, cuyos derechos se vulneran al no ser tenidos en cuenta en las políticas públicas de algunas ciudades.
Firmat fue una de las ciudades que se postuló como ciudad del aprendizaje UNESCO. Para ello viene trabajando en algunos proyectos. Sólo por mencionar algunos ejemplos, a partir de una campaña de educación ambiental logró que el 60% de la población separe sus residuos domiciliarios y cuenta -desde hace tres años- con una planta de tratamiento, única en funcionamiento de toda la provincia, que recupera residuos para que regresen a la economía circular, propiciando no sólo el cuidado del ambiente y de la salud, sino aportando ingresos a la economía familiar de los recicladores urbanos.
Además, promueve la movilidad sustentable, a través del primer ecoclub del mundo, oorganización pionera en la tarea de concientización ambiental. Y tiene dos programas que abarca a la infancia que aún no llegó a la escuela; por un lado, Enlazados, para bebés 45 días a dos años y, por otro, Recreando para niños y niñas de 2 a 4 años, con especialistas de distintas áreas.
De este modo, con el diálogo permanente y la participación en las decisiones, los ciudadanos/as se convierten en actores sociales que construyen una ciudad propia, no por ello menos verdadera y menos ciudad, hecha de itinerarios, gustos, redes de relaciones, imágenes y deseos. construcción que es con otros, nunca individual, y donde coexiste con lo diferente con lo diverso. Cada uno de los ciudadanos nos debemos la oportunidad de debatir e intercambiar, pero con la clara convicción que la ciudad la construimos entre todos.
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