#SeAcabo: Las lecciones de las jugadoras españolas que ganaron el Mundial y derrotaron al machismo en la cancha

Las campeonas del Mundial de Fútbol Femenino renunciaron en masa a la Selección Española hasta que no cambie la dirigencia. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales le encajó un beso de prepo a la futbolista Jenni Hermoso. Después la presionó, la culpó, habló mal de ella, se victimizó y se negó a renunciar. Jenni replicó que el beso no fue consentido y el escándalo se transformó en el #MeToo del fútbol mundial. El movimiento #SeAcabo llegó a la Argentina.

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Jenni Hermoso y sus compañeras
Jenni Hermoso y sus compañeras renunciaron a la selección española hasta que no cambie la dirigencia

El Mundial de fútbol femenino se acabó. Pero no se acabó con el triunfo de la selección española, sino con el hashtag #SeAcabo que consagró en Twitter la jugadora de fútbol Alexia Putellas que escribió “Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo compañera Jenni Hermoso”, a partir del discurso de (hasta ahora) presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales que dijo que el beso a la jugadora Jenni Hermoso fue consentido y que el feminismo es una “lacra”.

Jenni Hermoso desmintió que el beso, después del triunfo, con las manos agarrándolas sea consentido. Y el repudio a Rubiales creció, aunque fue aplaudido por los hombres que lo escuchaban y ese aplauso resonó más como una complicidad inaceptable en un mundo que ya no acepta que las mujeres sean tocadas, cacheteadas, besadas sin que ellas quieran y el menosprecio como forma de silenciarlas. “Me sentí vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento por mi parte. Sencillamente, no fui respetada”, describió Jenni Hermoso en un comunicado.

Jenni y las 23 campeonas del mundo y otras 58 futbolistas anunciaron que no jugarán en la selección femenina mientras siga la actual dirección. El plantón es un hecho inédito en la historia del fútbol. Las femififas no aceptan las amenazas de juicios, presiones laborales y deportivas y aseguran que no van a aceptar el abuso, los argumentos machistas y a los dirigentes violentos y que con la copa en la mano no bajan la cabeza y hacen huelga anticipada para no ser maltratadas.

Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, dijo que no iba a dimitir y su discurso se volvió un escándalo

La renuncia masiva es un escándalo no solo para el deporte español, sino para la política y para el fútbol mundial. Al movimiento se lo conoce ya como el #MeToo español y muestra, hasta que punto, el backlash o la reacción machista pueden crecer, pero no volver a naturalizar la cultura de la violación que presupone que el cuerpo de las mujeres le pertenece a quién se quiera abalanzar, besar, tocar o penetrar sin pedir permiso.

Después del consenso para que Rubiales renuncie, el dirigente declaró a los gritos, el viernes 25 de agosto, al mediodía, en la Asamblea de la Federación Española de Fútbol (y aplaudido por un auditorio masculino que ahora queda más en ridículo al provocar la renuncia del mejor equipo femenino del mundo), que no iba a dimitir, que la jugadora lo había alzado, que había consentido el beso y le había dicho “vale” cuando él le preguntó si le daba un pico, que el deseo que había sentido era el mismo que podía sentir por sus hijas y que el falso feminismo era una “lacra”.

Las palabras de Rubiales generaron todavía más rabia. Rabia y renuncias. Las jugadoras dijeron que no volverán a la Selección si no se apartan los actuales dirigentes. ¿Puede la dirigencia lograr que las mejores jugadoras del mundo le renuncien en la cara por acoso, abuso y apología del machismo? Pueden. Pero en esa pulseada la dirigencia española queda arrinconada en un lugar vergonzoso. Le quitaron el protagonismo a las ganadoras. Y las ganadoras, a la vez, están demostrando que lo que ganaron va más allá del Mundial. Se llama dignidad.

Pero el objetivo de la rabia volcada en las redes sociales -y el enorme ejemplo del periodismo feminista español- es que este partido no se puede perder y hay que fortalecer la defensa a de la autonomía y al fin de los avasallamientos. La periodista Ana Requena describió que el discurso de Rubiales se convirtió en una pieza emblemática de la defensa de los abusadores. Se trata de una conducta habitual y de las excusas más trilladas ante cualquier abuso de poder, acoso sexual, manoteo o incomodidad causada a una mujer por parte de un hombre con más jerarquía y poder.

En la nota “Un hombre encaramado a sus testículos: Luis Rubiales sigue paso a paso el manual de la reacción machista”, Requena detalla: “Primer paso: negar los hechos o tergiversarlos. “Fue espontáneo, mutuo, eufórico y consentido”, mintió Rubiales en su discurso. Mintió porque las imágenes lo desmienten. Y la jugadora (a la que intentó presionar para que salga en un video con él diciendo que se habían besado de común acuerdo) lo refutó y dijo que en ningún momento consintió ese beso y, como se vio en un vivo de Instagram, que se había sentido incómoda y que no había podido hacer nada.

El tema es que, esta vez, el beso fue embocado ante millones de personas y viralizado en las redes sociales. La violencia sexual suele no tener testigos. Por eso, este límite es un freno imprescindible, para que cuando no haya cámaras también otros sepan que deben frenar. Rubiales además dijo que ella lo levantó a upa. Si le daban un poco más de tiempo o manija Rubiales era víctima de violación, según su defensa, porque se puso a describir que ella lo había agarrado de las piernas y de las caderas y que poco más fue atrapado por sus garras de príncipe irresistible para que ella logre el objetivo de comerle la boca.

Jennifer Hermoso se convirtió en
Jennifer Hermoso se convirtió en un símbolo para el mundo entero de la dignidad de una campeona mundial con el hashtag #SeAcabo

Antes de eso él recordó que ella había errado un penal y él la había consolado. Mostrar que ella se equivocó (en un Mundial donde salió campeona) y él es el bueno que minimiza sus errores es otro clásico, tanto, que sería bochado de un concurso de literatura por obsoleto.

“Quiero aclarar, que tal y como se vio en las imágenes, en ningún momento consentí el beso que me propinó (Rubiales) y, por supuesto, en ningún caso busqué alzar al presidente. No tolero que se ponga en duda mi palabra y mucho menos que se inventen palabras que no he dicho”, replicó, después de la conferencia de la Real Federación Español de Fútbol (RFEF), Jenni Hermoso.

Otro hit de la masculinidad actual es la ultra victimización en donde se asocial el cuestionamiento al fusilamiento y se hace un merengue con la palabra cancelación en donde un pedido de concreto aparece emparentado al exterminio. Rubiales se quejó que “lo estaban matando”. Si no es más el hombre más importante de la dirigencia española de fútbol no está muerto, no tiene más un trabajo (ni siquiera ningún trabajo), ni está preso, ni nada más que no ostentar un cargo para el que hay que tener ética y conductas responsables.

Las ganadoras del Mundial de
Las ganadoras del Mundial de Futbol Femenino en Australia y Nueva Zelanda fueron maltratadas por la dirigencia española de futbol que opacó su triunfo

Por eso, asociar el pedido de dimisión de un cargo directivo con la muerte es equiparar de asesinas a las mujeres que piden frenar las conductas irrespetuosas con las mujeres que salen a la cancha en el Mundial jugado en Sidney, Australia y en todas las canchas. Rubiales además llevó a sus hijas para dar su discurso en la Federación y las usó como escudo aun cuando estaban llorando porque, claro, para ellas era una situación angustiante. Pero ser padre o tener hijas mujeres no hace, por simbiosis, que los varones respeten a otras mujeres (y, muchas veces, tampoco a sus hijas).

“Rubiales minimiza sus actos para poner el foco en quienes reaccionan y así tachar esa reacción de desmedida. Él es la víctima, las mujeres sus verdugas: el tándem ideal para no hacerse responsable de su comportamiento”, escribe Requena, autora del libro Intensas. Exageradas, intensas, locas, mentirosas, malas, verdugas, asesinas, odiadoras. Las mujeres que dicen “basta” son tildadas de villanas y el señor que se toca los testículos, alza sin preguntar y besa sin pedir permiso una víctima de las campeonas que en vez de festejar querían llevarse su cargo de trofeo por pura malicia.

Rubiales enfatiza que fue un beso “sin deseo” igual que si hubiera sido “con una de sus hijas”. La aclaración ya es desagradable e innecesaria. Pero el énfasis en la falta de deseo tiene más deseo en retumbar en otros muchos hombres españoles que contestan el límite al acoso con el desplante sobre los cuerpos de las mujeres que no ocupan lugares tradicionales. No tener deseo no es una prueba de inocencia. Pero, además, implica pasar de justificar el acoso a impregnarlo de la idea que las feministas o las futbolistas no son deseables y, si no lo son, por lo tanto no hay abuso, acoso o violación.

Las redes sociales se llenaron
Las redes sociales se llenaron de descargos contra Luis Rubiales que subió la apuesta en la culpabilización de la jugadora a la que besó sin consentimiento

En realidad, la violación no es, como explica Rita Segato, por deseo. No es que un hombre desea tanto a una mujer que se produce un traspaso de los límites de lo aceptable. La violencia sexual no se da por deseo, por instinto o por placer, sino por pulsión de poder y eso es lo que se ve en ese pico que quiere sellar, como el beso de la mafia, quién es el que manda y quién es la que obedece, quién es el protagonista y quién es la actríz secundaria.

El discurso que acentúa la falta de deseo en relación a las mujeres fuertes no es ingenuo, es el que mayor efecto tiene en la época post Me too donde decirle a las mujeres que se van a quedar sin ser deseadas por poner límites es un argumento que prende y asusta a las chicas que sí quieren ser besadas, pero por los o por las que quieren que las besen. Y no de prepo, por el jefe, que confunde euforia con arrebato.

El Mundial femenino logra una victoria más allá de lo deportivo para que todas las niñas sepan que pueden jugar, pero algo más: que para jugar las reglas tienen que ser claras y el machismo, la violencia, el abuso de poder deben quedarse afuera y la igualdad necesita demostrarse con presupuesto, condiciones laborales y respeto.

Gesto de Rubiales en el
Gesto de Rubiales en el palco durante el partido en el Mundial Femenino.

Los cuestionamientos a la dirigencia deportiva por machista también tocan la puerta de la AFA que tiene que dejar de ser cómplice de la violencia sexual de los jugadores de fútbol, del acoso contra jugadoras de parte de los entrenadores y de las actitudes inaceptables y sobrepasadas de los DT contra trabajadoras de prensa de los clubes, trabajadoras y futbolistas. España levanta una copa que también nos toca. Es un partido colectivo en el que #SeAcabo también es una tarjeta roja para Argentina.

#SeAcabo para la dirigencia argentina creer que el fútbol femenino es una sucursal chiquita del fútbol en serio y que con el machismo de siempre se puede ganar el fútbol que lleva a las pibas a jugar en los potreros bonaerenses, a las nenas a copar el patio en las escuelas, a las niñas pedir ligas donde puedan correr con la pelota en todas las provincias, a las jóvenes a copar las canchitas porteñas de fútbol 5 y a las chicas de los countries competir en ligas con la camiseta de un deporte que en Argentina traspasa edades, clases y diferencias sociales y que necesita hacerse eco del #SeAcabo para que podamos empezar a jugar en serio.

La mejor jugadora de Argentina, que se despidió llorando, desde su Twitter, en el que en su portada tiene la camiseta n° 10 celeste y blanca, la que tiene una foto abrazada a Leo Messi en la AFA, Estefania Banini y también jugadora del Atlético de Madrid, escribió: “Un momento que debería ser lindo se convirtió en esto! Seguimos viendo machismo y abuso de poder en el fútbol femenino. Es muy triste, pero contás con el apoyo de mucha gente! Estamos con vos Jenni Hermoso”.

"Estamos con vos Jenni Hermoso",
"Estamos con vos Jenni Hermoso", escribió en Twitter la ex jugadora de argentina Estefanía Banini

Estefanía nació en Mendoza y tiene 33 años. Tuvo que sobreponerse a la discriminación para poder jugar al fútbol. En diciembre, entre los festejos de la Selección, contó sus comienzos, donde no la dejaban jugar a la pelota porque no la querían asegurar como al resto de sus compañeros varones. El machismo iba a lo seguro y ponía excusas para que las nenas se sientan inseguras y no jueguen.

Ella ganó la Copa de la Reina 2023 con su club, Atlético de Madrid. Y se retiró de la Selección Nacional después del Mundial que se jugó en Australia y Nueva Zelanda. Ella declaró: “Ahora se ven muchas más niñas jugando al fútbol y ese es el cambio más grande que hemos generado, que las niñas tengan más oportunidades”. Las jugadoras abrieron la cancha a las nuevas generaciones. Las más chicas pueden gambetear como a ellas no les permitían.

“Mis comienzos fueron muy duros. Una de niña no se da cuenta todas las discriminaciones que vive. Empecé a ser consciente de grande que la sociedad es muy machista. Sigue siendo machista, pero hemos avanzado muchísimo”, dijo en una entrevista con Infobae. “Mis padres sufrieron muchísimo (incluso más que yo) porque era chica y no me daba cuenta hasta que fui consciente de todo lo que me había pasado. Ellos sí sufrían todas las discriminaciones que vivía y sentían una impotencia enorme porque no sabían como ayudarme. Al punto que tenían que firmar papeles para que se hagan responsables si algo me pasaba para que me dejaran jugar torneos”, relató.

Luis Rubiales durante dio un
Luis Rubiales durante dio un beso sin consentimiento, alzó a una jugadora y se tocó los testículos durante el triunfo de la selección española

Argentina no se quedó afuera del Mundial. El equipo celeste y blanco jugó a pesar de los obstáculos, los desalientos, las dificultades. Y lo sigue jugando en la solidaridad internacional para que perder o ganar, no sea excusa para el toqueteo machista de quienes por mostrar los testículos -como lo hizo Rubiales- creen que pueden tocar, besar y arrasar con quién quiere, cuando quieren y como quieren. Y para que los triunfos femeninos no sean a un costo tan alto que se pierda más de lo que se gana.

El Mundial que le mostró a las nenas que pueden jugar a lo que quieran y soñar con jugar, pero que sus sueños además pueden ser festejados, televisados y pagados como se festejan, pagan y televisan los juegos de los varones es un mundial que termina con una consigna #SeAcabo. Hay una lección más que deja este mundial: contarle a las niñas que tienen que ser respetadas y que, si no las respetan, van a contar con otras mujeres que las ayuden, las sostengan y las protejan para que sus sueños o sus necesidades no las obliguen a aguantar.

Por eso, se acabó lo que se daba y empezó lo que debe ser: un Mundial para festejar en Argentina, en Colombia (que llego a octavos de final), en España y en todo el mundo, en donde nadie cierre la boca de las mujeres, nadie se apropie de sus triunfos, nadie diga que mienten o que aceptan lo que no aceptaron y que un festejo no sea embarrado por los dueños de la pelota y los que quieren apropiarse de los cuerpos que no les tocan.

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