“Los tiempos que vivimos son, señores, de preocupación y pesadumbre. Requieren en los estadistas la virtud superior de la prudencia y reclaman, ante todo, esa serenidad que es condición esencial en los gobiernos.”
Carlos Saavedra Lamas, conferencia pronunciada el 30 de diciembre de 1936 en la facultad de Derecho.
Transitamos una época en la que el mapa global refleja el movimiento de las placas tectónicas de las relaciones internacionales sobre la litosfera: tensiones geopolíticas entre las grandes potencias, ebullición climática, seguridad alimentaria y pobreza, transición energética, sistemas de salud interdependientes, creciente relevancia de la agenda verde y nuevos esquemas comerciales, irrupción de una compleja problemática global de refugiados y desplazados, nacionalismos virulentos, y, como un apuntalamiento negativo un creciente déficit de confianza global que dificulta la necesaria cooperación y colaboración para abordar estos temas.
En paralelo los disruptivos cambios generados por la ciencia y tecnología -Inteligencia Artificial, Nanotecnología- podrían iniciar un cambio sísmico en la estructura y el equilibrio del poder global que cuestione el estatus de los Estados nacionales como principales actores geopolíticos del mundo
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En el plano interno estamos inmersos en un proceso electoral presidencial en medio de una de las mayores crisis económicas y sociales que ha vivido nuestra República.
Materia suficiente y necesaria para un debate responsable sobre el acontecer del siglo XXI y sobre el futuro de la República Argentina en este nuevo escenario global.
Y en este yira yira sin precedentes, el jueves 24 el presidente de la Nación anuncio el ingreso a la alianza BRICS.
¿Qué motivo lleva a un país a ingresar a una alianza? Fundamentalmente la maximización de sus intereses y valores nacionales, dentro del marco de su accionar global.
¿Es esto valido en el caso del eventual ingreso argentino en el actual momento de los BRICS?
En primer término, un excursos.
La República Argentina mantiene relaciones de amistad, comercio y cooperación con los miembros de BRICS: Brasil, país hermano, es el principal socio comercial; China el segundo -aunque con un gran déficit en el intercambio comercial-; e India el quinto socio comercial con un importante superávit comercial. Sudáfrica es uno de los países referentes de África, y tierra de Nelson Mandela, con su legado de justicia, igualdad, dignidad y derechos humanos.
¡Positiva red de relaciones, que se ha generado al margen de BRICS!
En cambio, el caso de Rusia es un tema en especial, ya que la invasión del gobierno del presidente Putin a Ucrania en 2022, en violación del Derecho Internacional y de los principios y propósitos de la Carta de la ONU, ubica hoy a Rusia en una situación “marginal”: país miembro permanente del Consejo de Seguridad, actuando en franca violación de su obligación de velar por la paz y seguridad internacionales. Y al presidente Vladimir V. Putin en una situación de limbo global: en marzo último, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto por presuntos crímenes de guerra cometidos durante la invasión a Ucrania, razón por la cual no puedo asistir a la última reunión e BRICS, ya que Sudáfrica adhirió al Tratado de Roma y es miembro de la Corte Penal Internacional.
Mirando al futuro, a la par de Argentina han sido invitados a ingresar varios países con los que mantenemos relaciones de amistad y comercio, pero también ingresara Irán, con el cual nuestro país tiene un contencioso jurídico a raíz de los atentados terroristas ocurridos en nuestro país.
Por lo tanto, el actual momento de los BRICS – acrónimo que deberá ser modificado a partir de enero de 2024- exige un análisis serio y ponderado de los alcances y consecuencias de esta decisión.
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El ingreso a una “alianza” en la que es miembro un país que viola los principios del derecho internacional y los principios y fundamentos de la Carta de la ONU, y a la cual también ingresara el único país con el cual nuestra República Argentina tienen un contencioso jurídico, ¿hace al interés nacional?
¿Fortalece y contiene nuestros valores de paz, democracia, derechos humanos y desarrollo y progreso?
En estos tiempos de elecciones presidenciales y probable cambio de gobierno a partir del 10 de diciembre, ¿Se ha consultado esta decisión?
¿El eventual ingreso a BRICS aporta a nuestras necesidades de desarrollo, comercio e inversiones?
En una eventual reunión de BRICS en nuestro país, ¿vendrán los presidentes de la Federación de Rusia y de la Republica Islámica de Irán?
¿Es el actual momento de BRICS, un vehículo para su implementación?
La República Argentina mantiene con sus miembros principales y que respetan los principios del derecho internacional y los principios y propósitos de la Carta de la ONU, relaciones relevantes. El ingreso a BRICS, no constituye un axioma de su mejoramiento o profundización.
En síntesis, en este particular momento del acontecer histórico, el próximo gobierno necesita de una diplomacia de la fraternidad, que amalgame el desarrollo sostenible, la paz, la gobernanza global y el multilateralismo, los derechos humanos y el Estado de derecho.
Resulta evidentemente que el eventual ingreso a BRICS exige de un serio y profundo debate sobre sus alcances y, fundamentalmente, sobre el valor agregado de BRICS.
En este contexto, el hecho que no constituya un Tratado Internacional, no es excusa para no generar un debate serio en el Congreso Nacional, que genere el necesario consenso político en torno al ingreso o no de la República Argentina a BRICS.
Concluyo con las palabras del ex-Canciller Carlos Saavedra Lamas, Primer Premio Nobel de la Paz, de la virtud superior de la prudencia y esa serenidad esencial de los gobiernos
Por eso, el diseño y la construcción de un nuevo multilateralismo requieren, como apuntalamiento, una cultura multilateral. Una nueva cultura que incluya y aborde los temas que afectan a “nosotros el pueblo”, y no solo los de los Estados como tales.
De cara al futuro, los interrogantes emergen y estamos ante el dilema moral: en un mundo global, interconectado, interdependiente: ¿Cómo compatibilizar los principios con las necesidades de crecimiento y desarrollo? ¿Cómo equilibrar el interés nacional con el imperativo del intervencionismo humanitario? ¿Cómo utilizar la gobernanza global para alcanzar los objetivos nacionales? ¿Cómo establecer una agenda para que los sistemas internacionales sean realmente representativos? Ante este invierno de la desesperación, debemos trabajar por la paz, el desarrollo y por un orden estable, nuestra primavera de la esperanza.
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