El impacto de la naturalización. Cuando una sociedad naturaliza lo no naturalizable, se llega a situaciones que resultan difíciles de explicar y fundamentalmente de entender.
Argentina naturalizó que la política golpeara la puerta de los cuarteles porque no toleraba al que gobernaba.
Argentina naturalizó que su gente comiera de la basura.
Argentina naturalizó que robasen porque entendía hacían.
Argentina naturalizó y naturalizó. Manoseó. Corrompió.
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Hace ya muchos años Roberto Lavagna le dijo a esta cronista: “tengo miedo que en cualquier momento nos aparezca un Bolsonaro”
Argentina siguió descendiendo, achicándose. Naturalizando que toda su potencialidad quedara sin ser, porque la ineptitud política y la complicidad de otros estamentos, decidieron que se podía seguir así.
Cada uno de los protagonistas de la decadencia -sin siquiera maquillarse- pretendieron continuar para seguir siendo imposibilitadores.
Y un día el país todo se sacudió por unas PASO que hablaron desde los votos. El presidente Alberto Fernández y la vice Cristina Fernández dejaron de hablar varios días previos al acto electoral, y pasaron 17 días hasta que recuperasen el habla. También les costó a Patricia Bullrich y Rodríguez Larreta.
Ahora bien, la acumulación de yerros e ineptitudes, ¿puede llevar a naturalizar que alguien hable con su perro muerto, que lo consulte sobre aspectos de las políticas a aplicar? Todo indica que esta desnaturalización es posible. Que no importe es una realidad.
Insisto. ¿Vamos a seguir naturalizando lo no naturalizable porque lo hecho hasta aquí hartó a gran parte de la población?
Esta cronista recuerda que la historia política argentina muestra que a pesar de las naturalizaciones antinaturales, nuestro país ha forjado una estructura que –aún en este desguace con pobres y más pobres-; si se reacciona y se planifica, si se oye y se acuerda, puede ir rescatando a los naturalizados hundidos. Para este trabajo político de rescate la ciencia y la tecnología conforman un anclaje insoslayable, que lo viene siendo para quienes aún estas situaciones sostienen una Argentina en producción, exportación y trabajo. Para ir hacia el futuro buscado, el CONICET -1ro en Latinoamérica y 17 en el ranking mundial- al igual que el INVAP y otros institutos de ciencia y tecnología, articuladores de lo público y privado, son insustituibles.
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En Javier Milei confluyen la representatividad de distintos intereses, él los recepciona y los actúa. Se hace cargo –como ya dijimos- de los hastiados de la política. De los que les gusta lo que propone. Y de una gran porción que, como le manifestó a esta cronista Carlos Ruckauf, “cuando hay miseria todos buscan la magia”.
Aquí el primer problema que tendría Milei de ser electo, con quienes le creen y confían –hartos de la política tradicional-, en que no produzca ajustes que los incluya. Si de sectores vulnerables hablamos, esa fantasía se caería rápidamente. No existe ajuste selectivo. No es posible excluir a los ya ajustados hasta el hartazgo. El candidato si es presidente, ha puesto tan alta la vara del desprecio a la casta, que ya integra, que le resultará muy difícil conseguir tolerancia y voluntarios para aplicar políticas muy duras. Si por ello entendemos: fin de planes sociales, fin de educación gratuita, fin de salud sostenida por el Estado y/o obras sociales. Y una dolarización que de hacerla, empobrecerá a los ya empobrecidos.
Los votantes de Milei creen, como ya pasó con otros presidentes y otras fuerzas políticas, que con ellos los problemas desaparecerían -subrayando el adjetivo- rápido.
PD: los recientes saqueos sin paternidad pueden ser parte de la nueva realidad que estamos viviendo, la que la política vino ignorando, donde participaron jóvenes que se sienten absolutamente sin futuro y/o procedentes de aquellos Ni-Ni que la política contabilizó pero no atendió, quedando a su buena suerte o cooptados por el delito/narco. Hoy son una realidad.
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