El problema de Milei no es la inestabilidad emocional, sino el machismo regresivo: si querés llorar, llorá

Los hombres de antes no lloraban, los de ahora sí, pero un hombre que llora no es un signo de una nueva masculinidad sino de un machismo que toma los cambios generados por el feminismo para mostrarse públicamente sensible, emocionado o quebrado, ser candidato presidencial sin tener una familia tradicional y pretender derogar o plebiscitar los derechos de las mujeres y la diversidad. El peligro de un nuevo machismo que se apropia de libertades emocionales y es coercitivo y regresivo en derechos sexuales y económicos

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La escena de Javier Milei llorando en el programa de Alejandro Fantino, en Multiverso, se convirtió en eje de un nuevo debate político. Lo llamativo es que en una campaña electoral donde la única propuesta de género -con centralidad mediática- es derogar, plebiscitar o cuestionar leyes como el aborto legal, seguro y gratuito o la educación sexual no se está hablando de feminismo sino de modelos de masculinidad.

No se piden más derechos, sino que Milei sea más hombre en el sentido más conservador y restrictivo de la palabra hombre: que no sea débil, sensible, emocional, frágil y, mucho menos, frente a la opinión pública. Pero eso, claro, es parte de lo que gusta en sus votantes: que se pueda enojar y que pueda llorar, que demuestre rabia, resentimiento, dolor, alegría y expectativa. Ese no es el problema, sino los derechos que quiere derogar con esa nueva cara del machismo que, también, puede llorar.

El periodista y escritor Carlos Pagni cuestionó la fragilidad y la estabilidad emocional de Javier Milei por llorar en el programa de Fantino, un día después de resultar el candidato más votado en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), por creer que un hombre en el poder no puede mostrarse quebrado, vulnerable y frágil. La idea es que el poder es para los fuertes y que los dolores no pueden condicionar la racionalidad gubernamental y, mucho menos, exhibirse frente a cámara.

En esa línea, Milei representa a los varones que gritan y lloran, no como un nuevo modelo fuera de los estereotipos de género, sino como una pataleta de los que se quieren quedar con lo mejor de los viejos y los nuevos modelos masculinos. Los que no se casan, tienen sexo tántrico durante horas, pero si una mujer aborta porque falló el preservativo es una asesina que no tiene derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre su vida.

Pagni consideró que Milei se mostró quebrado y que esa característica identifica a muchos jóvenes o varones que también están quebrados y eso es lo que lleva a generar un espejo de representación subjetiva y social que arrastra votos. Por lo tanto, lo que vemos, es una disputa sobre modelos de masculinidad y de posibilidad de visibilizar los sentimientos y las emociones.

Y, en el mismo día que ese análisis se viraliza, se conoce la noticia del incipiente romance de Milei con Fátima Florez como si la masculinidad necesitara reafirmar -en un romance- que se trata de un varón tradicional, con novia, con levante y virilidad y que no le falta una dama para poner primera a la presidencia.

El problema no es que Milei llore, sino que ese cambio en la masculinidad en donde un hombre -con el poder de ser el argentino más votado en el camino a la presidencia- se pueda mostrar frágil, sensible, agradecido, emocionado y quebrado. Eso es positivo. La crítica, desde un lugar más clásico de la visión del deber ser de un político, refuerza los mandatos tradicionales para los varones. Pero el tema es que esa masculinidad que puede llorar y, a la vez, anunciar que quiere quitar los derechos de las mujeres y la diversidad es el nuevo machismo. El problema no es que los hombres con poder se quiebren, sino que usen su poder para quebrar el avance de las mujeres, las lesbianas, los gays y las personas trans.

Claro que, como dice Pagni, mostrarse quebrado representa a muchos varones. Y claro que eso conlleva votos. La interpretación lineal de los analistas políticos es porque la economía argentina no puede otorgar estabilidad, proyectos a largo plazo y futuro y que los políticos no cuidan a la gente. La economía argentina tiene una inflación que liquida cualquier proyecto no de largo plazo, sino a la semana que viene y liquida cualquier estabilidad mundial. Claro. Pero hay más que esa causa en ese quiebre en la representación masculina tradicional.

Hoy la política, en ningún lugar del mundo, podría dar futuro, estabilidad y largo plazo, porque los políticos no son Santa Claus y el mundo -por cuestiones ambientales, distributivas y económicas- está en colapso y esa demanda es imposible de satisfacer si no se producen cambios en la estructura mundial, en las formas de producción, en las migraciones y en las relaciones sociales.

Los fenómenos de outsiders de la política tradicional de ultra derecha, con remembranzas de gobiernos fascistas o dictatoriales, con discursos anti mujeres y anti trans, gays y lesbianas (a las que definen como minorías) y negacionistas del cambio climático, la violencia de género, el nazismo y el terrorismo de estado están en muchas partes del mundo. En algunos lugares ganan y en otros polarizan con fuerzas de centro o centro izquierda que logran bajar el humo de un mundo que se incendia y busca más fuego para apagar las llamas.

Pero hay un enorme problema en esa crítica de Pagni y en la gran ausencia del movimiento político más transformador -y con mayor incidencia fuera de las fronteras de Argentina surgido de Argentina- que es el feminismo en la agenda electoral. La idea es que ese macho quebrado no es suficientemente macho para gobernar y que, entonces, tiene que demostrar hombría o elegirse a otro macho o a otra mujer con liderazgo masculinizado para que no se derramen lágrimas que puedan mostrar fragilidad emocional.

Milei es un fenómeno que surge de una crisis política y económica (los factores no se restan, se suman) pero también la crisis de los varones frente al avance de las mujeres. Y, en esa crisis, han surgido movimientos misóginos que buscan callar las denuncias de abusos sexuales, quitar la libertad sexual de las jóvenes que hoy expresan sus deseos y sus límites al acoso y recortar la inversión pública en proteger a las mujeres más vulnerables a través de la tarjeta Alimentar, el Plan Acompañar (para víctimas de violencia de género), el plan Progresar (para jóvenes estudiantes), la Asignación Universal por Hijos (AUH), el reconocimiento de las tareas de cuidado y la moratoria jubilatoria (para las mujeres que trabajaron cuidando a sus hijos e hijas), entre otras.

En la entrevista con Alejandro Fantino Javier Milei le agradeció, se emocionó y le regaló su discurso en la noche de las PASO

El fenómeno Milei (incluso más allá de él) es un fenómeno que expresa el backlash (la reacción machista después del avance feminista) post Ni Una Menos, Me Too, Yo te creo hermana y que quiere volver a lugares estereotipados de género y mostrar el poderío sexual de los varones sin los rasguños de los cuestionamientos de las mujeres que no quieren ser besadas ni tocadas sin su consentimiento y que quieren llegar al orgasmo si deciden compartir sábanas.

Milei grita y llora, baila en la tele y dice que una mujer que aborta es asesina, se enoja y se muestra sensible. Es un combo fuerte de masculinidad híbrida. ¿Qué es? Una masculinidad que sí toma la deconstrucción de la masculinidad clásica (con el mandato de que los hombres no lloran) y se permite llorar pero pone el símbolo del león para instalar la fantasía que los hombres vuelven a ser más fuertes en la ley de una selva, también, de ficción. No son los varones urbanos los que van a sobrevivir en la selva (como lo demostró la niña colombiana de 13 años Lesly Mukutuyni que pudo cuidar y hacer sobrevivir a sus hermanos 40 días en la selva) ni los que cuidan que la selva no se incendie ni se deforeste.

En estas elecciones surgen una multiplicidad de análisis sobre el fenómeno Milei. Pero la mayoría (la mayoría siempre son análisis masculinos) niega la raíz machista que representa La Libertad Avanza y otras fuerzas similares en el mundo (una excepción brillante es la de Natali Incaminato conocida como La Inca en Twitter) y la reacción al avance de las mujeres, desde todas las fuerzas -incluso desde un oficialismo que se acomoda al machismo que vuelve a reinar- esconden a la agenda de género para no asustar a los votantes burlones o resentidos de los avances feministas.

Carlos Pagni analizó la emotividad de Javier Milei y como puede incidir en la llegada a la presidencia

“Vi la entrevista que le hizo (Alejandro) Fantino el lunes donde (Javier) Milei se pone a llorar por la amistad con el conductor y cuando se acuerda de Mauro Viale que está en el cielo. Se produce una escena entre ellos muy personal, que no tiene nada que ver con la política”, señaló el periodista Carlos Pagni, durante la conferencia “Cómo queda el tablero después de las PASO”, en el ciclo organizado por el Espacio MegaQM, para analizar los resultados electorales del 13 de agosto.

En esa entrevista Milei lagrimeó y le regaló el discurso original de su domingo de éxito “porque ustedes (Fantino y Mauro Viale) me consideraron, cuando todo el mundo me menospreciaba; vos, Ale, me hiciste una advertencia de cómo se iban a meter conmigo, con mi vida privada”. “Ustedes son los únicos que me reconocieron”, citó Pagni a Milei. Pagni analizó: “Lo dice de una forma que uno piensa ‘este muchacho está totalmente fisurado’, con una demanda de reparación infinita y por eso gana, porque la gente está igual”.

Pagni opinó: “Lo de la vulnerabilidad en cuanto a que es un tipo que se exalta demasiado puede ser un problema para él, sobre todo ahora que se lo empieza a ver como presidente”. Y aconsejó: “Creo que Milei tiene que demostrar que no tiene un problema de estabilidad emocional”. Pero además aseveró: “Esto conecta con una fragilidad que, cuando estás en el gobierno, no te tiene que importar nada; ni la muerte de un hijo, como demostró Carlos Menem, que siguió gobernando”. Por supuesto que esta idea de un poder masculino, frío, blindado que no demuestra emociones es vintage.

 (AP Foto/Natacha Pisarenko)
(AP Foto/Natacha Pisarenko)

El punto es que Milei no implica una renovación de la masculinidad, sino una renovación del machismo. Es el emblema de un hombre que se puede mostrar frágil para llorar, pero inflexible para castigar a las mujeres si después de ser violadas deciden abortar. La conjunción de un machismo que se apropia de la posibilidad de llorar pero que retoma una misoginia reaccionaria es un efecto (no local, ni singular), sino mundial de los movimientos coercitivos y regresivos (que quieren hacer retroceder derechos) a través de la fuerza, la represión y la furia.

¿Un varón no puede llorar porque tiene que demostrar que es más recio? No. ¿Un varón que llora implica una apertura a formas menos rígidas de juzgar a los géneros? No. “El hombre de las nuevas masculinidades antes te controlaba con su enojo y ahora con su llanto”, le dijo el experto mexicano en masculinidad Roberto Garda, Director de la asociación Hombres por la Equidad, a la periodista Ana Requena en una nota de ElDiario.Es

La masculinidad híbrida es una definición que, en el 2014, registraron Tristán Bridges y Cheri Pascoe que describieron que son hombres que toman características (como mostrar sus emociones) que pertenecían a las femineidades pero que no cuestionan el orden de las relaciones de género. En definitiva, toman lo que les conviene y combaten lo que los interpela.

Marina Calabró informó sobre el romance de Javier Milei y Fátima Florez

El progreso no puede ser retroceso. El liberalismo no puede ser restrictivo de la libertad. El avance no puede ser un pase al pasado. El hombre quebrado no puede ser una forma de quebrar los avances de las mujeres. Pero hoy la misoginia elige con qué quedarse de los avances de las mujeres y toma lo que le conviene: mujeres con poder contra las mujeres populares, palabras claves (como libertad) para restringir derechos, íconos políticos (como el pañuelo) demonizados o usados contra las ideas que los generaron y hasta la posibilidad que un varón no tenga que estar casado, tener hijos y pueda llorar o estrenar novia (como Javier Milei) y llegar a la presidencia pero no para desarmar los roles de género sino para rearmar la vieja estructura jerárquica con más saña que nunca.

Son varones que se quedan con los viejos privilegios y con los nuevos permisos, pero que ajustan el dinero para generar políticas para proteger a las mujeres de la violencia, no les permiten decidir sobre su cuerpo y parodian la educación que permite defenderse del abuso sexual o (directamente) defienden a abusadores en la justicia. Eso sí, con lágrimas en los ojos cuando les tocan una fibra íntima. Es una masculinidad enojada con las chicas que los sacan del trono de la monarquía sexual pero que se salen de las casillas clásicas para exhibirse en una personalidad con permitidos.

La nueva derecha hace del feminismo su mayor enemigo. Sin embargo, no cumplen con los viejos parámetros del machismo. El esquema tradicional pedía un presidente casado, con primera dama, amantes e hijos ilegítimos escondidos, emociones blindadas y proveedor de una familia tradicional que esté siempre un paso atrás y como un decorado de un país que propugnaba que gobernar es poblar. Milei no cumple con ese paradigma. No tendría por qué cumplirlo. Pero no demuestra renovación, sino varones que quieren volver atrás sin cumplir con lo que el pasado les pedía ni cumplir con las demandas que las mujeres tienen para su futuro.

Los varones pueden vivir solos, tener otro tipo de familias y no encajar en roles tradicionales o tener libertad para llorar, emocionarse, agradecer y mostrar debilidades. El problema no es que él se salga de los roles de género, sino que quiera volver a imponer una sociedad en donde haya muy poca mujeres con poder y que los derechos repartidos para que muchas tengan el poder de decidir sobre sus vidas se deroguen o diluyan porque la sustancia que sobreviva de esa masculinidad sea la que quiere dominar y negar las desigualdades existentes.

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