Chico Novarro y el gran arte de hacer canciones

El emblemático icono musical de la era del Club del Clan dejó una huella indeleble en la música popular argentina. Con orígenes humildes y desafiando las expectativas tradicionales, Novarro encontró su pasión en el arte de componer y cantar, legando al mundo más de 500 piezas magistrales

El cantante falleció a los 88 años (Télam)

Chico Novarro tenía un porte, una manera de ser que excluía la vulgaridad. No por ninguna clase de pretensión- lo que hubiera sido realmente vulgar- sino por el modo de andar por la vida y a partir de entreverarse en el Club del Clan, el éxito de la televisión en los sesenta: había que suponer que se trataba de un grupo de amigos con personalidades muy definidas y modos musicales diferentes.

Amigos y compinches que alegraban la vida. Y aunque la idea era ligeramente miserable como, la realidad señaló un boom que miles y miles siguieron a sus preferidos y los adolescentes un tanto intelectuales o parecido se divertían con onda bizarra, cuando esa palan se empleaba como algo valiente, gallardo y no con la intención de este tiempo. Estaban Johnny Tedesco, Lalo Fransen, Palito Ortega, Raúl Lavié, Violeta Rivas, Nicky Jones, Horacio Molina, Pino Valenti, Jolly Land, Cachita Galán y sigue la lista. Chico era tal vez de los más atrayentes con su sentido del ritmo y una gracia para bailar nacidos con él y muertos con él- pena- hace algunos días a los 88 de su edad. Qué vamos a hacer: morir es una costumbre que suele tener la gente, compuso Borges para las seis cuerdas, sus letras de milongas. Por otra parte, un día toca: “La muerte es como un árbol, con la primera lágrima en los ojos”, se ocupó de advertir en un gran poema del gallego Celso Emilio Ferreira que iba en serio, que se nace al mismo tiempo en que se muere y el viaje es de ida.

Pero aquí no hemos venido a lamentar sino a enaltecer al admirable Chico Novarro. Hay razones para hacer dulce.

Chico Novarro

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Bernardo Mitnik – Chico- nació en Santa Fe con poco para construirse. La familia inmigrante era pobre sin más. Novarro supo contarlo, aunque no por la moda incómoda y falsa de jactarse de pobreza: el truco de partir de cero y alcanzar la gloria de la mediocridad, una regla general entre los cuenteros ligeros para los mandados. La madre, nacida en Rumania, era cantante en iddish. Ilusión de recién venido con lo puesto, quisieron que siguiera una carrera: contaduría o medicina.

Y no: el tío Samuel le señaló el jazz local, una virtud innata para el ritmo y la percusión, aunque, como puntualiza Julio Nudler, pudo convertirse en un autor y cantor de tangos excepcional, una huella que fue de muchos caminos expresado directamente o en mensajes mestizos y urbanos.

Lo de Chico Novarro llegó consigo un poder de seducción y encanto que nunca está demás – lo contrario- , y su abanico fue tan multicolor que pudo apresar boleros, salsa- vertiente de gran aptitud y vocación- , tangos sugeridos y tangos- tangos, obras que piden ser bailados, tanto que, de nuevo Nudler, confesó y quizás se quejó de si mismo al decir “llevo la dispersión en la sangre”.

Entierro de Chico Novarro

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Al conversar con la admirable musicóloga, pianista, docente y periodista Laura Novoa y al buscar entre la autoconfesión de lo disperso algo me dijo que unía, y definía: era un extraordinario autor y cantante de sus canciones. El gran arte de hacer canciones, sin cuya capacidad nuestra vida se nublaría, tan necesarias como nos resultan desde la cuna.

Es muy distinto a capaz de elegir poesía y ponerle música- excepciones Serrat – Machado, Cortéz. Machado-Almafuerte- con resultado feliz. Una canción es simplemente una canción, unos pocos minutos en una historia que puede quedarse para siempre o pajarear de generación en generación.

La importancia que significa el arte de hacer canciones es muy grande y está muy poblada, desde Lepera hasta Aznavour, desde Jacques Brel a Cole Porter, desde Yupanqui a Charly García, desde Gainzbourg hasta Sabina con su genio rasposo que surja de los bares y las madrugadas de miedo que llegan desde el Siglo de Oro.

Chico compuso quinientas canciones, cantadas por él y muchos otros intérpretes. Puso “Arráncame la vida “, un musical antológico con Silvana Di Lorenzo y Andrea Tenuta. Frecuentó el Hot Jazz Club y la ruptura luminosa con Lalo Schiffrin, Enrique “Mono”Villegas, Gato. Barbieri. Todo lo recibía y transformaba.

Y todo lo abarcaba, no sé si demasiado diría por mi cuenta. Con 500, hubo altos y bajos. Lo previsible en ese torrente. Con “Algo contigo”, bolerazo para la historia, fue reclamado por innumerables aspirantes a ser cantada. La curiosidad por saber quién provocaba tanto deseo contenido, suele atribuírsela a una lindísima cantante cubana, que la cantó y tuvo amistad con nuestro héroe. Con la dificultad de ser su amiga, el argumento de esta cuestión perfecta.

Pero nadie es perfecto. Dicen que algunos se mueren. Buen viaje, Chico.

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