Para empezar a discutir la dolarización hay que aclarar antes que nada que hoy es inviable, así que hablar de dolarización es un concepto abstracto.
Hay temas urgentes y temas de fondo. Este es un tema de fondo, que claramente es importante, pero como no es urgente no es viable.
Hoy está en el centro del debate por el planteo de Javier Milei. Sin embargo, el 10 de diciembre nadie va a hablar de dolarizar cuando asuma como presidente, si es que Milei gana y llega a la presidencia.
El problema secundario es el señoreaje, pero se lo puede reemplazar con impuestos y si la dolarización garantiza estabilidad, mejor perderlo
Los mecanismos que se plantean para financiar esta dolarización, como el fideicomiso, son utópicos, armar un esquema con bonos con la tasa que paga la Argentina no es lógico; es anacrónico. Si igual se quiere discutir, dejando de lado que se tengan los dólares o no, regalados por Joe Biden o Donald Trump, la dolarización tiene serios problemas para la Argentina.
El problema secundario es el señoreaje, pero se lo pode reemplazar con impuestos y si la dolarización garantiza estabilidad, mejor perderlo. Es un sacrificio que vale la pena.
Sin embargo, hay temas más relevantes. El primero es el tipo de cambio que se usa para absorber shocks externos, que podrían llegar por el precio de las materias primas, como caída de la soja, por ejemplo. Cuando ocurre eso hay que devaluar para compensar esa caída, algo que no podría pasar con una dolarización.
Obviamente el método de ajuste tradicional era el de los salarios nominales en el patrón oro en el siglo 19, cuando eran flexibles a la suba y la baja, pero en el siglo 20 ya no porque pasaron a ser más rígidos. Y en ese caso, si no se pueden ajustar los salarios nominales, con dolarización, se tendría recesión sin los beneficios de ajustar. Y sería más profunda que con un tipo de cambio flotante.
Ahora el mercado de capitales es muy sofisticado y la liquidez la manejan los fondos de inversión, no los bancos
Más importante es que el país pierde el prestamista de última instancia porque el Banco Central no podría emitir dinero, solo sería un supervisor de bancos, con un rol menor que en la convertibilidad. El problema es que si hay alguna corrida, afectará a la cadena de pagos y eso es igual a más recesión, como pasó en la mayoría de las crisis del país y del mundo.
Los defensores de dolarizar proponen implementar el modelo de la banca Simon, un sistema en el que los bancos no prestan, sino que el crédito se brinda a través del mercado de capitales. Eso suena bárbaro en teoría, y podía haber funcionado en los años 30, pero ahora el mercado de capitales es muy sofisticado y la liquidez la manejan los fondos de inversión, no los bancos. Así que necesitarías tener prestamista de última instancia para bancos y mercado de capitales. Eso pasó en 2008 con la crisis de Lehman Brothers, donde los bancos no cayeron, sino los bancos de inversión, que la Reserva Federal salió a rescatar. Si Argentina no tiene un banco central que pueda actuar con ese rol sobre la moneda, se exagera el ciclo por la eventual caída de las propias materias primas y también el pánico financiero, como ocurrió en el país en el pasado.
Claro que al dolarizar se baja la inflación rápido, pero quedará una economía mucho más endeble. Es mejor tratar de pelear como el resto de la región, hacer un esfuerzo. Luego, se podría tener un sistema bimonetario a definir que funcione para hacer contratos en dólares, como en Uruguay.
Si tenemos un país enfermo, es mejor curarlo con flexibilidad en los precios.