¿Se encuentra Argentina más próxima a la dolarización en comparación con la semana previa a las PASO? Me parece que la respuesta es afirmativa, y esto se debe a dos motivos distintos que es importante separar uno del otro.
En primer lugar, la dolarización es una de las propuestas más populares de Milei. Para una sociedad cansada de una economía estancada y una inflación en constante aumento, contar con una solución concreta y rápida para el problema inflacionario es sumamente valioso. La dolarización representa una novedad en el panorama político.
A diferencia de Juntos por el Cambio, que no ha logrado entusiasmar con una alternativa innovadora y efectiva para abordar la inflación, La Libertad Avanza sí lo ha hecho.
El revés que sufrió Juntos por el Cambio con respecto a las metas de inflación y su intervención en el Banco Central el 28D (2017) ha mermado su credibilidad. En este contexto, eliminar la inflación lo más rápido posible se ha convertido en una prioridad para el electorado. No sorprende, por lo tanto, que en este momento la dolarización cuente con una gran popularidad entre los votantes.
La realidad económica de Argentina empuja al país a una dolarización de jure, ya sea por convicción o necesidad
Sin embargo, la posibilidad de dolarización no está únicamente ligada al ámbito de las ideas políticas. Aun si todos los candidatos se opusieran firmemente a la dolarización, esta seguiría siendo más probable esta semana que la anterior debido a la evolución económica del país. Décadas de mala gestión monetaria, en las cuales ni siquiera las metas de inflación pudieron resistir las presiones políticas de Argentina, han llevado a que la dolarización de jure se vislumbre como la opción menos perjudicial y con mayores posibilidades de éxito a largo plazo.
Es decir, por un lado, se encuentra la preferencia política de Javier Milei por la dolarización, y por el otro, la realidad económica de Argentina, que empuja al país a una dolarización de jure, ya sea por convicción o necesidad.
Sostengo que la realidad económica del país lo que está impulsando un aumento en las probabilidades de dolarización. Una parte de esta realidad económica es el Banco Central de la República Argentina con reservas netas de libre disponibilidades negativas.
Surge la pregunta de cómo es posible dolarizar en estas condiciones. Para comprender esto, es necesario clasificar los distintos “tipos” de pesos que podrían ser dolarizados: 1) depósitos bancarios, 2) dinero en circulación y 3) pasivos del Banco Central (como las Leliq y Pases, entre otros).
La dolarización de los depósitos bancarios es la categoría más sencilla y rápida de llevar a cabo. Los depósitos se convertirían a dólares al tipo de cambio de conversión, que coincidiría con el tipo de cambio de mercado en equilibrio. Los salarios se depositarían en dólares y las transacciones se realizarían en dólares. Ya no sería necesario recurrir al mercado de cambios para ahorrar en una moneda estable como el dólar.
Los depósitos se convertirían a dólares al tipo de cambio de conversión, que coincidiría con el tipo de cambio de mercado en equilibrio. Los salarios se depositarían en dólares
Dado que la mayor parte de la oferta monetaria es dinero bancario, dolarizar los depósitos bancarios significaría prácticamente dolarizar toda la economía.
Cabe destacar que la dolarización de los depósitos bancarios no requeriría la disponibilidad de dólares físicos.
El circulante en poder del público
Respecto al dinero en circulación, existen varias formas de abordarlo. Una opción es el enfoque ecuatoriano, donde se establece un plazo determinado para canjear la moneda local por dólares. En Ecuador, el plazo inicial fue de nueve meses. Otra alternativa es la adoptada por El Salvador, donde el dinero en circulación en moneda local mantiene su validez indefinidamente. En este caso, el Banco Central ni siquiera estaría obligado a canjear la moneda local por dólares.
El dinero en circulación se dolarizaría en el mercado privado al ingresar al sector bancario. Dado que el sector bancario estaría completamente dolarizado, cualquier depósito en moneda local se convertiría automáticamente en dólares al ingresar a los bancos. A pesar de su importancia, estas diferencias son a menudo pasadas por alto por los críticos de la dolarización. No es necesario contar con todos los dólares el primer día, ni tampoco con la cantidad de dólares necesaria para canjear todo el dinero en circulación al momento de la dolarización.
Casos como los de Ecuador y El Salvador demuestran que el sector bancario también dolariza el dinero en circulación cuando este ingresa a los bancos.
La experiencia de Ecuador
El caso de Ecuador ofrece valiosas lecciones para Argentina. Durante el proceso de dolarización, las reservas en dólares del Banco Central aumentaron al mismo tiempo que se cambiaba el circulante por dólares.
Si bien las reservas netas del BCRA pueden plantear limitaciones, no constituyen un obstáculo insalvable en un proceso de dolarización bien diseñado e implementado.
La tercera categoría que debe ser dolarizada son los pasivos del BCRA. Esta es la parte más compleja de nuestra propuesta de dolarización, desarrollada junto a Emilio Ocampo. Desde una perspectiva conceptual, nuestro enfoque implica una recapitalización del BCRA y la gestión extraterritorial de activos financieros que permitirían canjear las Leliq sin necesidad de implementar un plan similar al Plan Bonex, ni recurrir a confiscaciones o licuaciones.
Este proceso no solo protege los depósitos y los contratos, sino que también posibilita concluir el proceso con una significativa reducción de la deuda pública, sin recurrir a un default
Esta también podría ser la parte del proceso de dolarización que requiera más tiempo. Sin embargo, este proceso no solo protege los depósitos y los contratos, sino que también posibilita concluir el proceso con una significativa reducción de la deuda pública, sin recurrir a un default.
Hasta ahora, no se han presentado propuestas alternativas a la dolarización que expliquen en detalle cómo se eliminarían las Leliq sin recurrir a confiscaciones o diluciones. En mi opinión, en el contexto actual y dada la magnitud del problema, confiar en un repentino aumento de la confianza resulta sumamente irrealista.
Las razones que indican que Argentina está más cerca de la dolarización se relacionan con la preferencia política del candidato más votado en las PASO, la dirección en la que evoluciona la economía del país y la viabilidad técnica del proceso. A esto se añade que, de facto, la economía argentina ya está en gran medida dolarizada.
Uno de los motivos que me llevó, junto con Emilio Ocampo, a estudiar este tema fue contribuir al debate sobre la política monetaria en Argentina. En el hipotético escenario de una dolarización, resulta esencial contar con un plan elaborado y revisado (repetidas veces), en lugar de improvisar apresuradamente en el último momento.
Si Argentina opta por la dolarización, al menos tendríamos un plan planificado y revisado para maximizar la probabilidad de éxito y minimizar los errores por improvisación de la política. Esto no implica que la propuesta de dolarización que presentamos, junto con Emilio Ocampo, sea perfecta. Los desafíos que enfrenta Argentina en el ámbito monetario son de gran magnitud. Una dolarización no es ni magia ni panacea, es cirugía mayor para un paciente en serio estado que (salvo los 90) hace décadas que no encuentra salida a su problema inflacionario.
Seguir leyendo: