Con gobierno debe entenderse que se alude a aquel que tiene en sus manos el presente y futuro, no del país sino de sus habitantes, porque en definitiva el país es una designación subjetiva que se representa de mil maneras en otros tantos contextos. Cuando digo habitantes hablo de “nosotros”, la gente, el ciudadano, el pueblo.
Cuando menciono el tiempo cronológico hablo de aquel sistema de medida que está basado en acontecimientos y fenómenos objetivos, que se mide a través de un sistema convencional y se representa en segundos, minutos, horas… y con el cual establecemos ciertos ritmos a nuestras vidas.
El tiempo psicológico o subjetivo se diferencia del cronológico pues es más que un sistema de medida, dicho de otra manera, es cómo cada persona percibe el paso del tiempo, que a pesar de ser el mismo para todos, se experimenta de distinta forma: el reloj siempre tarda lo mismo en marcar las horas, pero a veces, para unos son eternas y para otros todo lo contrario. Ejemplo de ello es que un mismo acontecimiento vivido por varias personas distintas, en forma simultánea, puede tener un tiempo psicológico diferente para cada una. Así, por ejemplo, para dos espectadores que están presenciando el mismo partido de fútbol, el tiempo psicológico tendrá una duración totalmente diferente según su equipo esté ganando o perdiendo. Si se es partidario del equipo que va perdiendo, los últimos minutos del partido pueden ser demasiado cortos. Pero para quien está de parte del equipo que va ganando, los mismos últimos minutos pueden ser una eternidad.
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Otro factor, muy ligado al emocional, son las expectativas. Cuando anhelamos algo el tiempo parece detenerse y no avanzar. Hasta la psicología popular expresa este hecho en un dicho: “agua que se mira nunca hierve”.
Con este contexto y teniendo en cuenta que es aplicable tanto individual como colectivamente, es aquí donde comienzo a dar cuenta de porque el gobierno no logra acoplar el tiempo cronológico con el tiempo psicológico de la población.
Luego de las PASO restan otros 70 días más (hasta el 22 de octubre del 2023) para que se elija el próximo presidente. En seguida, 40 días después de las elecciones generales, el 10 de diciembre de 2023, habrá un gobierno nuevo. En conclusión, el tiempo cronológico necesario para que se cumplan los plazos electorales es de 110 días.
Ahora, cuando hablamos de cuestiones emocionales, expectativas, etc. ya la percepción del tiempo no es la misma pues esos 110 días significan distintas cosas para millones de habitantes de nuestro país y esta significación los acerca o aleja de situaciones que esperan se resuelvan según sus anhelos, necesidades o intereses, desde el resultado mismo de las elecciones hasta lo que pueda ocurrir luego.
Desde el punto de vista del tiempo subjetivo, dada las circunstancias actuales de nuestro país, a sus habitantes, tanto los que están económicamente oxigenados como los que no, a cada quien les toca padecer la hipercrisis desde su lugar. A unos no les resultara difícil llegar a fin de mes, pero tampoco podrán disfrutar de eso porque la inseguridad le plantea escenarios que hacen que, o bien se decida por postergar alguna actividad para no exponerse, o exponerse a que le suceda lo que cada vez sucede más. Es decir que ni con dinero la calidad de vida mejora para nadie. Los que menos recursos económicos tienen, a su vez, están expuestos a todo los que el otro grupo, más todo lo que le falta de posibilidades de llegar a fin de mes les provoca. Los catedráticos le llaman eufemísticamente “estrés de recursos económicos” a aquello que, para muchos, la mayoría, se denomina incertidumbre, angustia, ansia, impotencia, temor y paralización.
Recientemente el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la UBA dio a conocer una investigación sobre ¿Cómo se incrementan entre los argentinos las sensaciones y estados de ánimo extremos, a medida que continúan las malas noticias? Lo que indican los datos obtenidos es que el estado emocional que prevalece entre los argentinos ante la crisis es de Incertidumbre, desesperanza y hartazgo.
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Según el informe, para el pueblo todo ha ido derrumbándose en estos años (instituciones, convicciones, la república tal como la conocimos), pero el último derrumbe nos trajo una sorpresa inesperada, impensada, estamos encerrados en una encrucijada patológica: el presente es un terremoto y el futuro es absolutamente incierto”.
Cuantitativamente, los datos obtenidos del estudio aludido, los especialistas encontraron que el 74% de los argentinos cree que la crisis económica tendrá efectos negativos muy profundos y duraderos en su vida personal, el 72% piensa que no podrá realizar los proyectos de vida personal/familiar que tenía hasta antes de la crisis y para el 66% su salud mental está “mucho o algo peor” que antes de la crisis económica. En el estrato de clase social “muy baja-baja” el porcentaje llaga a 76%.
Con esta información y convencidos de que tanto la situación emocional como las expectativas definen el tiempo psicológico de las personas se estaría en condiciones de aseverar que el cuadro descripto no tiene visos de reversión en el corto plazo porque no se observa que haya una propuesta o plan que indique que se trabaja en ese sentido, considerando las señales políticas que el actual gobierno no da y a la vez da, sin darla (el vacío también es información). No creo que reemplazar a una persona devaluada, rodeada de personas devaluadas, por otra aún más devaluada y rodeada de personas devaluadas, pueda considerarse una señal positiva y con esto digo que Massa, ni ningún otro, podrá significar el continente de un necesario cambio, cuando lo que se evidencia es nada más que una estrategia para estirar el tiempo cronológico de un gobierno con varias agendas que no consideran otra cosa que intereses o necesidades individuales. Tal vez el plan, si es que lo fuera, debería llamarse “durar hasta que se me resuelva aquello que espero”, aquí también el tiempo psicológico actúa.
Por todo lo dicho va quedando claro porque el gobierno, peligrosamente, no logra acoplar el tiempo cronológico con el tiempo psicológico de la población, tal vez no esté en sus planes, por saberlo imposible.
Demás estaría describir las condiciones necesarias para que el tiempo psicológico de la sociedad argentina tenga presencia activa pues éstas están presentes y vividas. Tampoco agregar que las propuestas conocidas no dan ni un atisbo de solución a la percepción de la encrucijada patológica en que nos encontramos, ya que el presente no se percibe halagüeño ni predice tampoco un futuro prometedor. Solo sabemos que faltan 110 días para que asuma un nuevo gobierno y alimente así las expectativas de la población, este debería actuar rápidamente para que los tiempos psicológicos no se vuelvan a desacoplar de manera que no ocurra lo peor, que aparezca la esperanza ya que, según Nietzche, esta prolonga los tormentos del hombre.
Dicen que Prometeo le robo el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, Zeus en castigo le regalo a Pandora una caja con todas las desgracias y males que podían afectar a los hombres, con una consigna, no debía abrirla. Pandora no pudo con la intriga, la abrió y la encontró vacía porque en el instante en que abrió la caja escaparon todos los males, aunque la cerró con rapidez sólo consiguió que algo quedara encerrado, eso que quedo se dio a conocer como esperanza. Ahora, si la esperanza estaba dentro de la caja en la que se encontraban todas las desgracias y males que podían afectar a los hombres ¿no será esta también una de ellas? Dado que la esperanza afecta al hombre creándole expectativas, esta contribuye a que el tiempo psicológico ponga ansiedad entre lo que cronológicamente ocurrirá y el tiempo que falte para ello alargando el final de la incertidumbre.
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