Cortes de avenidas, puentes y calles. Marchas por aquí y por allá. Acampes en pleno centro. En el 2022, la Argentina alcanzó un récord de 9 mil piquetes y este año la cosa está para dar pelea. Es decir, podemos llegar a superar esta cifra, lamentablemente.
Sabemos que muchas de esas protestas llevan a gente que cobra algún plan y no pueden negarse a ir. Incluso les toman lista, los hacen llevar a sus hijos y ni siquiera se toman el trabajo de explicarles para qué van, cuál es la protesta del día o qué tienen que decir si aparece una Sandra Borghi con el micrófono o cualquier otro periodista. Lo importante es mostrar una gran cantidad de gente que respalda la marcha o el corte. No cambia nada que veamos los micros estacionados a varias cuadras, que demuestran cómo las personas son acarreadas, ni que sepamos la extorsión que significa que te saquen la ayuda social si eliges no participar. La imagen de la televisión tiene que reflejar multitud y banderas, muchas banderas.
Pues bien, los dirigentes que las organizan y llevan a cabo deben plebiscitar o someter a votación su representatividad, su liderazgo, o al menos eso deberían hacer. ¿Y dónde se hace eso? En las elecciones. Claro, cuando es un tema sindical o una agrupación piquetera, lo dirimen muchas veces sin tantas vueltas. En lugar de usar urnas, algunos se autodenominan líderes y, eventualmente, después de muchos años, ceden el puesto a un hijo, hermano o esposa. Pero en la política, hay que presentarse a elecciones y ahí te quiero ver.
En las PASO del domingo vimos números que nos sorprendieron a todos. Del triunfo de Milei por sobre Juntos por el Cambio y Unión por la Patria voy a dejar que hablen los analistas, los expertos en política. Yo aquí vengo a reflejar las cifras que a mí me impactaron, las de abajo. Como dice mi amigo y compañero Joni Viale, datos no opinión.
Según los datos oficiales, el Frente de Izquierda y de Trabajadores, que comanda Myriam Bregman, consiguió 442 mil votos en todo el país. Su competidor en la interna, Gabriel Solano, poco más de 168 mil, es decir que entre ambos obtuvieron casi 629 mil. ¿Cuánto representó en el total? El 2,65% de los votos.
El problema no es que sacaron pocos votos, ellos deberán hacer luego un análisis de por qué la gente no los acompaña. El tema es que se atribuyen una gran representatividad para luego hacer cortes masivos, perjudicando después a un porcentaje infinitamente mayor de gente que no los apoya. ¿En nombre de quién hacen el piquete? Ojo, esto no es en contra de estas agrupaciones de izquierda. El propio Juan Grabois, que se postuló en un partido importante, que se supo ser históricamente mayoritario, sacó algo más de 5% de los votos. ¿Alcanza para cortar o hacer tomas? Si la gente lo apoyara, lo hubiera votado con más ganas.
El Movimiento al Socialismo, con Manuela Castañeiras, obtuvo algo más de 85 mil votos (0,36%). Ni siquiera anunciando sueldos de 500 mil pesos la acompañaron. A Raúl Castells, viejo conocido de los piquetes, lo votaron 56 mil personas. Otro conocido: Rubén “Pollo” Sobrero, el dirigente ferroviario conocido por los paros y sus mechas rubias, se cortó el pelo y se postuló para la gobernación de la provincia de Buenos Aires. ¿Cuánta gente lo votó? 285 mil personas y le ganó la interna del Frente de Izquierda y los Trabajadores a Alejandro Bodart (sí, el que se peleó con Moritán), que tuvo casi 88 mil votos. ¿Es mucho? pregunta usted. Entre los dos alcanzaron el 3,59% en toda la provincia.
El tema creo que está claro, no hace falta mucho para explicar. Si yo voy a la reunión de consorcio de mi edificio en nombre de mi familia y luego mi esposa, mis hijos, mi suegra y hasta la mascota le dicen a mis vecinos que ellos no me eligieron, cómo que mucho apoyo no tengo, ¿no?.
Para finalizar, déjenme decirles que no estoy en contra de la lucha de lo que está mal, de lo que es injusto o de lo que uno cree que hay que cambiar. El tema es que no creamos que los intereses de unos cuantos nos hagan creer que hablan en nombre de mayorías. Porque, generalmente, después no tienen cómo demostrarlo.