Sin ninguna duda, las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2023 han representado un claro corrimiento a la derecha por parte del electorado.
Antes que nada, debemos tener en cuenta que se trata de elecciones primarias y no de elecciones definitivas.
Y que en este sentido la concurrencia ha sido muy aceptable, y hace honor al aniversario 40 de la democracia. Así las cosas, es evidente que al menos en esta primera etapa de un proceso tan largo, una porción muy importante del electorado, nada menos que la primera fuerza, ha consagrado a Javier Milei.
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Esto significa que la denuncia a la casta, a los políticos prebendarios, a los empresarios amigos del poder, a los sindicalistas, fue bien recibida por la ciudadanía. Esto incluye, en el combo, algunas propuestas absolutamente estrafalarias, inclusive vinculadas con aspectos del espiritismo, de la conversión, con la identificación con animales, en fin, lo que conocemos de Milei.
Pero el éxito Javier Milei, inclusive ganando en Córdoba, no solo resultó inesperado en el volumen en el que se dio, sino que no se condice tampoco con lo que le había pasado en las provincias. Es decir, ocurrió un fenómeno que magnifica su elección: mucha gente que votó su candidato local, después eligió a Milei para ser presidente, o al menos para competir por ello.
Si sumamos a esto que dentro de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich fue la elegida, no hay duda, el corrimiento a la derecha es clarísimo. Con Unión por la Patria por debajo del 30%, - lo cual representa una paliza brutal -, es el total fracaso del modelo de Cristina Kirchner. Esta es la primera lectura que surge de las PASO.
En una segunda mirada, habría que pensar qué predomina en el mensaje de las urnas, si el respaldo a las ideas que expresan tanto el líder libertario como la ex ministra de Seguridad, o el rechazo contundente a lo que se ha englobado como “la casta”, esa clase política carente de resultados concretos para la sociedad cuyos destinos administra.
Esto es difícil de saber. Quizás haya un poco de las dos cosas. Pero no hay duda que se impuso la elección de la antipolítica. En mucha gente predominó el horror, el grito de rechazo. La derechización, no obstante, también conlleva un aval a las ideas de derecha, frente al modelo del populismo que duró tantos años y que evidentemente nos ha llevado a este estado de postración.
Retomando, si observamos el triunfo de Patricia Bullrich sobre Horacio Rodríguez Larreta, vemos que si algo los argentinos quisieron condenar es el régimen de Cristina Kirchner, es decir, un populismo que empobreció al país, que llevó una inflación aterradora y a una indigencia inaceptable. Ese es el modelo que queda defenestrado.
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Ahora bien, ¿Qué va a pasar en octubre? ¿La gente querrá seguir castigando de esta manera? ¿O va a ir a una posición mucho más racional? ¿Cuál va a ser la actitud de Patricia? ¿Va a seguir también en una posición de halcón o se va a centrar más, lo que a su vez le va a dar la posibilidad de conseguir votos más del centro y tal vez de consolidar ese abrazo que hizo con Rodríguez Larreta la noche de su victoria?
Son otras preguntas importantes que evidentemente nos tenemos que hacer. Ahora empieza otra campaña electoral, distinta. Frente a esta situación cabe preguntarse qué va a pasar el día después.
Lo de Massa y el peronismo ha sido una derrota histórica. Jamás había obtenido una cantidad de votos inferior al 27% e inclusive con un candidato como Juan Grabois que pellizca el 6%, lo que era difícil de pensar. Es decir, Massa candidato y Ministro de Economía apenas si araña un 21%.
Todo es inédito. También es cierto que en este momento la gran apuesta, lo único que le queda a Cristina Kirchner, es la provincia de Buenos Aires. Allí Axel Kicillof aparece triunfador, con un número mucho menor al que había obtenido cuando fue electo gobernador, con algo más del 50%, pero que de todas maneras está por encima en casi cuatro puntos de la sumatoria de Grindetti y Santilli, el primero ganando sorpresivamente la interna bonaerense de Juntos por el Cambio.
Allí aparece, además, Carolina Píparo, la candidata de Milei, con más del 20%, lo que es otra sorpresa. En su caso, veremos si los pocos votos que necesitaría Juntos por el Cambio, con Grindetti a la cabeza, para ganar la provincia de Buenos Aires, que se gana con un solo voto, pueden surgir de allí.
Y por último, no es menor lo que respecta a la situación procesal de Cristina Kirchner, condenada, y con varias causas que podrían ser reabiertas. Sin dudas tanto a ella como a sus hijos, y a sus secuaces, estos resultados la dejan mucho más desguarnecidos.
Estas son las primeras pinceladas de unas PASO históricas, tanto por lo que significan, la posibilidad de cambio de régimen, como por los resultados, inesperados, que, una vez más, las encuestas de ninguna manera supieron ver.
Finalmente, quien sí supo ver y ha mostrado una estatura de estadista es Mauricio Macri, tanto en el modo como en su actitud hacia Milei a quien en ningún momento criticó, y con su apoyo silencioso, no explícito, pero de todas maneras claro, hacia Patricia Bullrich. Ahora el futuro está abierto. Veremos qué sucede.
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