África del Sahel: Níger se une a la ola soberanista

Las decisiones que están tomando algunas naciones africanas para sacarse de encima los residuos del neocolonialismo son el resultado de la creciente tendencia a la multipolaridad en el orden mundial

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El General Abdourahmane Tiani, que asumió como nuevo jefe de Estado REUTERS/Balima Boureima/File Photo
El General Abdourahmane Tiani, que asumió como nuevo jefe de Estado REUTERS/Balima Boureima/File Photo

La ola de cambios se acelera en la África del Sahel. La independencia otorgada por Francia a sus ex colonias exigía la incorporación a la Comunidad Financiera Africana, un ente controlado desde París, que aún hoy les imprime el Franco CFA, la moneda comunitaria, sólo utilizable en Níger y otras 13 naciones “independizadas”. Un verdadero señoreaje monetario. Lo que se oculta es que Francia importa uranio de Níger y no les paga en euros, su moneda de curso legal y moneda internacionalmente transable, sino que, aduciendo convenios preexistentes, les paga con Francos CFA, que ellos mismos imprimen en el Banco de Francia. Es decir, recibe uranio (una riqueza tangible) y los nigerinos papelitos de colores (riqueza virtual), que no le sirven para importar de terceros países; solo es utilizable entre sus vecinos. Con la competitividad derivada de tener uranio muy barato, y la ayuda del Partido Verde de Alemania, los franceses desplazaron las centrales nucleares alemanas, que fueron cerrando. Todos disparates estratégicos compartidos, producto de pensar que África nunca se iba a rebelar a su tutelaje. Así como Alemania es el principal perdedor de la guerra OTAN-Rusia, ahora Francia empieza a contabilizar su pérdida de competitividad energética, ya que el precio del uranio para sus centrales eléctricas subirá. Europa delenda est. Tiempo atrás, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha explicado públicamente que, para disminuir las masivas migraciones de africanos hacia las costas europeas era mejor dejar de expoliarlos, para que, con sus propias riquezas, pudiesen desarrollarse. El politólogo estadounidense Michael Parenti indicó que esos países no son pobres ni subdesarrollados, sino sobreexplotados. Son palabras del primer mundo.

No solo Gran Bretaña y Francia han operado en ese mismo sentido, sino también China, con otras modalidades, pero con idénticos objetivos. Han hecho brillantes negocios en África, particularmente en República Democrática del Congo (ex Zaire), Angola, Sudán, Mozambique, Nigeria, Zambia y otros, para extraer cobre, cobalto, petróleo, madera, minerales, recurriendo a la clásica fórmula neocolonial: intercambiar productos industriales (valor agregado) por materias prima y recursos naturales primarios (poco valor agregado), y financiando deudas, lograr, además, mejores precios de lo que compran.

Francia tiene las cuartas reservas de oro más grandes del mundo con 2450 toneladas, mientras sus ex colonias (Mali, Níger, Burkina Faso) de cuyas minas lo extrae, no tienen ninguna reserva en ese metal. Pero en ellas trabajan mucha gente, entre ellos más de 500.000 niños, cuyos derechos humanos son ignorados por Occidente. Francia cerró la última de sus 200 minas de uranio en 2001, por problemas medioambientales y de salud, por contaminación radioactiva. Actualmente importa un 30% de sus necesidades desde Níger. Las importaciones las realiza el gigante nuclear francés, de capitales estatales y privados, ORANO (ex Areva); este grupo posee enormes minas de uranio de excelente calidad en Níger y tiene participación mayoritaria en la empresa estatal de procesamiento del mineral de uranio SOMAIR. Lamentablemente, el 80% de los ciudadanos de Níger no están conectados a la red eléctrica; un 40% viven en la pobreza; la tasa de analfabetismo es de más del 60%; solo un 50% tiene acceso a agua potable y menos del 20% tiene sistema cloacal. La superficie de Níger es 3 veces mayor que la de Alemania, su presupuesto estatal es menor a la facturación de la empresa nuclear ORANO y tiene una población de unos 20 M de habitantes.

El acto soberano producido en estos días en Níger, que contó con gran apoyo popular para sorpresa de todos, podría conducir a una guerra proxy entre estados africanos. Obviamente los intereses de Francia estarían representados por algunos de los países agrupados en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, CEDEAO, principalmente Nigeria, seguramente con el apoyo de la OTAN. Pero Níger obtuvo el inmediato apoyo de Burkina Faso, Malí y Guinea, a los que podría plegarse su vecino, Argelia, también ex colonia francesa; el ajedrez se completaría con el apoyo ruso y las fuerzas mercenarias del grupo Wagner, ya situadas en la zona del Sahel. Níger tomó como antecedente lo realizado por Ibrahim Traoré, jefe de estado de Burkina Faso, un geólogo de 35 años, oficial de estado mayor recibido en la academia militar local. Es el jefe de estado africano más joven y lidera la lucha actual contra el neocolonialismo y el dominio occidental. Traoré despidió a las tropas francesas y prohibió las exportaciones de oro y uranio a Francia y a EEUU, mientras forjaba una alianza regional con Níger, Guinea, Malí y Argelia. Tanto Mali como Guinea, siguen esa misma línea, y Argelia, que tiene un acuerdo de cooperación militar con Níger, no se quedaría al margen en caso de intervención extranjera. La conveniencia, a favor y en contra, de iniciar una nueva guerra, como siempre ubicada en la periferia de los grandes imperios, está en pleno debate. Bastante preocupación tiene Europa con el tema ucraniano, y Francia con sus rebeliones sociales, como para que encarar otro frente de conflicto. Pero los intereses en juego son importantes.

No es casual que toda la zona esté asolada por grupos armados vinculados a al-Qaeda e ISIL (ISIS), fuerza mercenaria que, usando la religión como excusa, siembre el caos y el terror entre la población de aquellos países, como lo hizo antes en Irak, Siria y Afganistán. Esas fuerzas terroristas, desbordadas desde la intervención, encabezada por Francia (y GB), de la OTAN en Libia (2011), son utilizadas como excusa para instalar bases militares (Francia, EEUU; Italia, Alemania) utilizadas para combatir al terrorismo, venderles armas y para mantener ocupados a los sectores militares de los países africanos. De ese modo éstos se van aislando de los temas centrales que afectan el desarrollo nacional, de su soberanía, de la seguridad, de la educación, de la producción de alimentos, de la generación de empleo, de aumentar exportaciones, y otros. Los actuales militares a cargo acusan al derrocado presidente nigerino prooccidental Mohamed Bazoum de haber negociado una reconciliación con los grupos yihadistas, liberando a algunos de ellos, para que sigan sus incursiones terroristas en Mali y Burkina Faso, cuyas dirigencias son molestas para Occidente. Es difícil coincidir con el concepto particular de democracia que tienen esos países, pero si es entendible el anhelo de disponer, más soberanamente, de sus RRNN, que, comerciados competitivamente puede ayudarlos a generar el clima de paz necesario para lograr un desarrollo económico y social sustentable, imposible de lograr bajo las actuales condiciones.

La reunión de Putin con los líderes africanos en San Petersburgo es un tema totalmente ligado a esta situación. Más de 40 países africanos estuvieron representados en la reunión, 17 de ellos eran jefes de estado. Su inquietud principal fue, obviamente, la ruptura del tratado de exportación de granos a través del Mar Negro, declarado unilateralmente por Rusia, alegando incumplimientos varios, lo que traería problemas de suministros y de aumento de precios, situación siempre grave para África. Para amigarse con los africanos, Putin prometió enviar granos gratis a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, Eritrea y República Centroafricana, aunque también se consideró un mayor uso de fertilizantes para lograr aumentar la producción local y acercarse a cierta “soberanía alimentaria”. También se habló de problemas de seguridad, ya que Rusia es un importante proveedor de sistemas de armas a varios países africanos. La simultánea presencia de Burkina Faso y Mali (que están considerando fusionarse en una federación), con su vecino libio, Mohamed Yunus al-Menfi, líder del Consejo Presidencia de Libia, país que ya sufrió una invasión que anarquizó su país, no es un detalle menor, ya que podría favorecer la consolidación a una Coalición Saheliana, en formación. Rusia, aún hoy proveedor de uranio a EEUU y Europa, está muy interesado, obviamente, en el desenlace de la situación de Níger.

Los escenarios que se abren tienen demasiadas variables e interrogantes como para poder anticipar si comenzará un nuevo conflicto armado en esa zona, o bien todo se canalizará por complejas negociaciones, con los intereses de las grandes potencias puestas sobre la mesa. Desde el punto de vista militar, si Nigeria, con apoyo de la OTAN, se decide a actuar podría derrotar a las FFAA nigerinas, si éstas no logran recibir apoyo externo. Si esto último ocurre, aunque sea a nivel de países cercanos (BF y Mali), el conflicto derivaría en un escenario prolongado, ya que probablemente no lograrían deponer al nuevo gobierno ni reponer al anterior. A partir de ese punto de inflexión, el conflicto podría escalar hacia nuevos escenarios, por apoyo ruso (más el grupo Wagner, fuerza influyente en Malí desde el golpe de 2021 y con presencia en la República Centroafricana y en Libia), además por las acciones que podría iniciar Chad; en tanto Egipto podría intervenir en Sudán y también Rwanda en Congo (RDC); las acciones terroristas de ISIS podrían aumentar bastante la confusión regional, desencadenando una crisis a gran escala con pronóstico reservado.

Sin embargo, los primeros indicios indican negociación; Nigeria es un jugador clave en África Occidental y su Senado rechazó la solicitud del presidente Bola Tinubu de aprobar el despliegue de tropas. Argelia también advirtió en contra de una solución militar. Níger nombró a un reconocido economista como primer ministro, Mahamane Lamine Zeine, ex responsable de Finanzas y representante residente del Banco Africano de Desarrollo. Francia comenzó a replegar algunas de sus instalaciones. Son sólo indicios.

Las decisiones que están tomando estas naciones africanas del Sahel, para sacarse de encima los residuos del neocolonialismo, son el resultado de la creciente tendencia a la multipolaridad en el orden mundial. Lo más probable es que, gradualmente, las grandes potencias (todas, incluida China) se verían obligadas a negociar en lugar de dictar las normas o a imponer sus condiciones. Como el Pentágono ayudó a entrenar a uno de los líderes del golpe en Níger, y a los de Malí y Burkina Faso, los que ahora prometieron salir en defensa de Níger y no siendo la primera vez que EEUU prepara combatientes para un fin y les sale el tiro por la culata, es que debemos resaltar que Washington ha actuado en este caso con suma cautela, en orden a no empujar más a las dirigencias africanas a los brazos de Moscú, lo cual expresa su prudencia estratégica, en un mundo extremadamente convulsionado.

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